—Tu auto ya está arreglado, lo he dejado como nuevo. —Le entregué las llaves mientras Hazel sonreía ampliamente—. Espero que eso sea suficiente para que me dejes en paz.
—Muy bien, hermanito, era lo que tenías que hacer. Lo arruinaste y era tu trabajo repararlo para dejarlo tal y como estaba.
—Lo que sea.
Estaba en su habitación sobre su cama apoyada en el respaldar mientras leía una revista. Cada vez que entro a este espacio un suave aroma a frutas invade mi nariz. Las paredes son de color verde pastel, no hay algo pegado en ellas y luce impecable.
Mis problemas con Avril estaban arreglados, por el momento, con quien tuve un par de conflictos durante los siguientes días fue con mi hermana, que no dejaba de joder que tenía que arreglar su auto.
Sé a la perfección que tenía que arreglar el desastre que ocasioné, así que me llevé el auto al taller para que Josh me ayudara a arreglar el pequeño golpecito que le di, además de la pintura ya que le ocasioné un par de rayones.
—Bien, ya estamos a mano. —De uno de los cajones de su buró saca las llaves de mi moto y me las entrega.
Eso olvidé comentarlo, anduve en transporte público durante casi dos semanas, para variar.
—Gracias.
—No hay de qué.
Su sonrisa es de victoria ya que fui quien pagó todos los gastos de la arreglada de su tan apreciado Honda, y por fin he terminado con eso. Ahora que de nuevo tengo en qué transportarme, he decidido ir a ver a mi chica. Desde hace días que no nos vemos por la carga de trabajo que tenía, además de que llegaba tarde a casa y lo único que quería era descansar. Antes de salir decido llamarla, pero no responde. Me parece un poco raro ya que por lo regular a esta hora está demasiado activa, aunque siempre tiene trabajo. Decido no tomarle mucha importancia y conduzco hasta.
En cuanto llego me percato que no se escucha mucho ruido, le doy un par de golpes a la puerta y no recibo respuesta. Toco el timbre y es cuando escucho que alguien se acerca corriendo a la entrada. En cuanto abre la puerta la veo un poco extraña. Se ve diferente a comparación de otros días.
—Hola. ¿Te sientes bien? —pregunto al verla al rostro. Luce unas ojeras bastante notorias y lleva el cabello muy desordenado, como si no hubiera dormido en días.
—Hola, y sí, lo siento, no ha sido un buen día —responde. Me indica que puedo pasar mientras la sigo viendo. Estaba comenzando a preocuparme.
—Me imagino que es por el trabajo, ¿no es así? —Ella asiente mientras cierra los ojos y presiona con ambas manos las sienes, parece que tiene una jaqueca.
—Ah... sí, es por eso.
—Deberías de tomar un baño. No lo tomes a mal, pero es para que puedas relajarte.
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Seré tu perdición [Completa ✔]
Roman pour Adolescents| Libro 2 de la saga Roces accidentales | Nueva edición . . . Después de estar en rehabilitación por muy corto tiempo, Jo Hartmann vuelve a caer en las drogas luego de cometer una locura con un grupo de amigos. Cansado de la vida que llevaba, acepta...