Capítulo 3

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Siempre pienso en tantas cosas, tanto que se me ha hecho costumbre justo antes de dormir. Además, es lo que me provoca el insomnio; por más que quisiera dormir varias horas no puedo, mi cabeza siempre está imaginando o recordando situaciones.

En algunas ocasiones llego a dormir más de cuatro horas —es lo máximo que duermo—, y hoy fue una de esas noches. No sé en qué momento caí rendido, pero desperté en el jardín acostado en la tumbona. 

El gato de la vecina lamiendo mi mano fue el motivo perfecto para despertar del profundo sueño. Era lo que me faltaba, descansar completamente de la noche de locura en la que estuve desde el viernes hasta el sábado en la madrugada. Noté que tenía una frazada y una almohada. Quiero imaginar que fue mi hermana quien ha hecho esto, miré a mi alrededor y tal parece que soy el único despierto. Me levanté, estiré mis brazos, recorrí la mitad del jardín y me acerqué a la puerta. Debajo de una pequeña maceta saqué una llave para emergencias. En cuanto entré vi que mamá se encontraba en la cocina. No sabía si aún seguía molesta por lo de ayer, aunque bueno, es obvio que aún lo está.

Tomé asiento en la misma silla que ayer por la tarde. Crucé los brazos y me recargué sin mencionar una sola palabra. Estaba preparando algo, no quería interrumpirla.

—Buenos días —habló. Dio la media vuelta y me vio a los ojos. Su tono de voz aún sonaba molesto.

—Bu-buenos días —respondí un poco nervioso.

—¿Dormiste bien?

—Creo que sí. Dormí demasiadas horas, hace meses que no pasaba eso.

—Traté de despertarte, pero vi que estabas profundamente dormido —menciona mientras continúa preparando algo para desayunar—. Así que solo te coloqué una frazada y tu almohada.

—Ah... Gracias. —Sonreí con miedo.

Ella me dio una ligera sonrisa. Seguía molesta, eso era obvio, aun así, preparó mi desayuno favorito: panqueques de chocolate y el jugo de naranja natural que tanto me gusta. Eso me hacía sentirme aún más miserable de lo que ya era. A pesar de todo sigue consintiéndome.

Después de llegar completamente intoxicado a casa y hacerla llorar, ella se dio el tiempo de hacer esto. No sé cómo sentirme al respecto.

Cogí un tenedor y empecé a comer. Todo lo que ella prepara tiene un toque especial. No hay una sola cosa que no me guste.

—Lamento lo de ayer por la tarde —habla mientras se sienta a mi lado—. La bofetada, no debí hacerlo. 

—No importa, creo que en verdad me lo merecía. Fue un impulso, no tengo que reprocharte nada. 

Por el momento no me siento tan mal. Creo que hemos comenzado bien esta mañana.

—En unos momentos llegará tu tío Gustav. —Soltó de repente.

Seré tu perdición [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora