Park JiMin, un pequeño chico de mejillas abultadas tenía una misión encomendada por dos de sus hyungs.
Aceptó sin saber en el embrollo en el que se metía y lo único que atinó a decir después de darse cuenta de su error fue:
-YoonGi hyung, creo que e...
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Cerró la llave de la ducha, secando a medias su cabello para luego enrollar la toalla en su cintura y salir del baño.
Revisó las notificaciones en el celular antes de comenzar a vestirse, respondiendo algunos mensajes de YoonGi y otros de TaeHyung para confirmar la salida de aquel día.
La jornada anterior, había quedado de ir al mall con el rubio y los hermanos Kim-Jeon, por lo que en ese momento estaba alistándose para salir.
Se colocó una camiseta blanca, con unos jeans semi-rasgados y una zapatillas negras. Arregló sus aretes y maquilló suavemente el rostro, resaltando sus esponjosos labios, además de colocarse perfume.
Sonrió al espejo, desordenando un poco su cabello antes de tomar su mochila y dejar su hogar. Tenía que ir por el rubio primero.
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El sonido de la puerta alertó a ambos chicos, que corrían despavoridos de un lado a otro para terminar de vestirse y salir.
El mayor fue el primero en abrir la puerta y hacer pasar a los jóvenes con una sonrisa avergonzada.
—Lamento el retraso, pero Kook se quedó hasta tarde jugando y no se quería levantar.
—Está bien, Jin hyung, —habló JiMin— ¿Quiere que le ayudemos en algo antes de salir?
—No, pequeño, casi terminamos de.... —el grito del castaño lo interrumpió de repente—. Dame un minuto.
Ambos lo observaron irse hacia donde provino el grito, saltando en su sitio cuando el mayor soltó otro alarido igual.
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Ambos mayores reían hasta llorar por las ocurrencias de TaeHyung y JungKook, quienes cantaban a todo pulmón en el karaoke, acompañados de extraños pasos de baile.
Llevaban 20 minutos ahí, sin embargo, la diversión les hacía creer que era menos tiempo.
—P-Paremos de reír que no puedo ver.
—Aigoo, a mi ya me duele el estómago. —se quejó el mayor.
—Vamos a descansar un poco y de ahí seguimos. —TaeHyung asintió, sentándose junto al castaño, frente a los otros dos chicos, ambos jadeantes.
—Milagro que no te has caído todavía, Minnie. —el peligris se sonrojó dándole un pequeño golpe a su amigo.
—Calla.
—¿Por qué JiMin-ssi se caería?
—Es su don. —respondió divertido evitando que el peligris le tapara la boca—. ¡Siempre que se ríe termina abrazando al suelo!
—¡No es cierto! —protestó con sus mejillas aún más rojas.
—Comprobémoslo con un buen chiste.
—Ay no. —dijo el castaño—. Mejor ahórratelo, hyung.
—Silencio, international playboy, mis chistes son los mejores. —JungKook solo rodó los ojos, negándose a escuchar lo siguiente—. Aquí les va, ¿qué le dijo una iguana a otra iguana?