Park JiMin, un pequeño chico de mejillas abultadas tenía una misión encomendada por dos de sus hyungs.
Aceptó sin saber en el embrollo en el que se metía y lo único que atinó a decir después de darse cuenta de su error fue:
-YoonGi hyung, creo que e...
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JiMin sonrió guardando su celular en la mochila. Había quedado de ir a la casa del pelirosa para probar un rico pie de maracuyá, así que apenas terminó de ensayar, arregló todo y salió en dirección a su destino. TaeHyung también iba a ir, por lo que se juntarían a las afueras del establecimiento para llegar juntos.
—JiMin-ah. —saludó.
—TaeHyung-ah. —se dieron un abrazo pequeño y caminaron hasta la parada de autobuses—. ¿Te fue bien con los directores?
—Sí, ensayamos un poco y fue perfecto.
El rubio trabajaba de modelo y dentro de unos días debería comenzar a filmar un pequeño comercial, cortesía de su madre. La verdad es que sería la primera vez que cumpliría aquel rol, ya que nunca antes se había lo propuesto, sin embargo, si le quedaba gustando, era posible que lo eligiese como carrera una vez fuera del instituto. El más bajo siempre le decía que el modelaje o la actuación le venían como anillo al dedo, así como a él la danza.
El conflicto con JiMin era que su madre no estaba de acuerdo que estudiase danza, decía que ni siquiera le alcanzaría para comer, no obstante, era el sueño del menor y gracias al esfuerzo hecho durante años se había ganado una beca en la universidad más prestigiosa de Corea del Sur, solo debía terminar ese año y podría ser feliz estudiando su tan amada carrera.
Cuando llegaron a la casa de SeokJin fueron recibidos por un alegre maknae que los estrecho en un fuerte abrazo.
—¡Al fin llegan! Pasen, pasen.
Entraron dejando sus zapatos en la entrada, acompañando al castaño hasta la sala principal donde pudieron percibir el olor de té recién hecho, y sobre la mesa, el pie de maracuyá.
—Jin hyung está en una llamada. —explicó cuando ambos chicos escucharon voces algo fuertes provenientes de la cocina—. No creo que demore mucho...
—Podemos esperar —lo tranquilizó el peligris, sentándose junto a los otros dos en el sofá más grande—. ¿Es muy importante? —preguntó luego de unos minutos donde SeokJin no daba señales de querer aparecer.
—Ni idea, —contestó encogiéndose de hombros—, no sé quién es. Solo sé que-...
—...¡¿ME ESTÁ DICIENDO GLOTÓN?! ¡? SOLO PORQUE ME COMÍ LOS PLATILLOS!? ... No, ¡no me venga con esas de que 'no quise decir eso', claramente usted me acaba de insultar!... ¡Y más encima me dice marrano! ¡Marrana su abuela! Yo cumplo con mi deber de chef de degustar los platillos, que sean de mala calidad no es mi culpa... ¡SI, DE MALA CALIDAD! ¡Escuchó bien!... ¡¿Cómo que por el ano?! Métanse usted el kimchi, ¡vieja criticona, cochina, fea!
Y colgó.
JungKook soltó una risita ante la cara de estupefacción de ambos invitados.
