Capítulo 35

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-¿Qué miras? -Dijo divertida, apenas y pude escucharla, estaba embobada viendo su hermoso cuerpo, tenía demasiado tiempo que no la tocaba ni la veía de esa manera y ya no daba más, necesitaba el contacto con ella casi desesperadamente. -¿Camila? -Me llamó esta vez con el ceño fruncido.

-Dime que James te dijo que ya podemos tener sexo. -Supliqué apretando los ojos.

-Nop. -Rió nuevamente y yo solté un bufido.

-Entonces... ¿solo quieres torturarme? ¿por qué te desnudas a mitad de la habitación si sabes que no podemos? -Hice un puchero.

-Lo siento, no pensé que volverías precisamente en este momento. -Se encogió de hombros y caminó hasta el baño entrando y dejando la puerta entreabierta.

-James no dijo nada de tomar la ducha contigo. -Alcé la voz para que pudiera oírme.

-No creo que quieras entrar en la bañera conmigo. -Dijo después de una leve carcajada.

Fruncí el ceño y caminé hasta donde ella se encontraba, mi boca se abrió cuando la vi dentro de la bañera llena de hielos.

-Pero... ¿qué rayos? -Dije sorprendida y ella rió divertida por enésima vez. -¿Qué haces ahí? -Había sonado casi horrorizada.

-Tranquila, Camz. Esto ayuda a los músculos, nervios, tendones y huesos después de haber hecho mucho ejercicio y bueno... creo que lo hice. -Miró a otro lado. -¿Nunca lo has hecho? -Frunció el ceño.

-No, ni siquiera puedo bañarme con el agua fría de la ducha, menos sumergirme en hielo. -Negué rápidamente.

-Que exagerada eres. -Entrecerró los ojos.

-¿Cuánto tiempo debes estar ahí? ¿Y a qué hora hiciste todo esto?

-Solo un par de minutos. Y lo hice mientras estabas con las chicas.

-Creí que no podías caminar bien tú sola. -Ladeé la cabeza.

-Claro que puedo, las chicas exageraron, les dije que podía, pero ellas insistieron. Y bueno, había hielos en la nevera, de hecho, siempre debo tenerlos. -Se encogió de hombros.

-Bien, tú sabes lo que haces. -Aunque yo aún estaba dudosa, no quería que se resfriara, pero tampoco quería parecer muy molesta. -Por cierto, estuviste genial. -Me mordí el labio.

-¿Ah sí? ¿Te gustó? -Levantó una ceja.

-Me encantó, pero estaba muy nerviosa, Jauregui. ¿Por qué te lanzaste de ahí? ¿Estás loca o qué? -Apreté los dientes.

-Quiero que la gente se quede con algo de mí, que cuando me retire, me recuerden por ser extrema o muy eufórica, algo positivo. Como una de las luchadoras que daban las mejores peleas de la industria, lo cual es muy difícil, en un principio las mujeres solo salían con poca ropa bailando sobre el ring, no se les tomaba en serio, yo era una adolescente en ese tiempo y me molestaba mucho, incluso varias personas me dijeron que la lucha era solo para hombres, que las mujeres solo servían para bailar en lo que los luchadores masculinos salían. -Hablaba viendo a un punto incierto y yo la veía atenta. -Hace unos pocos años se referían a las luchadoras como "divas", haciendo referencia a lo femenino y delicado, lo cual era una ofensa, lo bueno es que hemos conseguido que nos llamen "superestrella", como a los hombres y lo merecemos, nuestro trabajo no tiene menos mérito por el simple hecho de ser mujeres. Nosotras también nos lesionamos, también soportamos dolor inimaginable, también dormimos poco, y todas esas cosas, así que merecemos el mismo reconocimiento. -Decía con el ceño fruncido.

-Estoy de acuerdo y estoy orgullosa de eso, Laur. -Acaricié su mejilla levemente.

-¿Sabes que en Arabia Saudita apenas se va a dar el primer combate femenino? -Negó con la cabeza con fastidio y yo abrí los ojos como platos.

Stay Fearless (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora