Capítulo 27.-

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ShinChon, Corea del Sur.

Me recargué en el respaldo de mi silla y cerré los ojos con fuerza manteniendo mis lágrimas. Me sentía abrumada y no tenía el valor para poder imaginarme lo que JanDi seguramente estaba sintiendo. Por un instante se me ocurrió el maldecir los matrimonios arreglados, pero hacerlo, era simplemente negar mi relación con la persona que más amo en el mundo y eso jamás podría hacerlo.

Suspiré y miré mi cuaderno de bocetos, con los dedos contorné el dibujo del vaporoso vestido blanco que le había dibujado a JanDi meses atrás. El vestido que había diseñado cuando codiciosamente imaginé su boda con JumPyo. Apreté mis labios con fuerza. No debía ponerme emocional al respecto. WooBin me meció toda la noche brindándome apoyo.

Sorbí la nariz y me dediqué a sacar la tela blanca de la enorme caja de almacén. No tenía tiempo que perder.
Me detuve cuando escuché un revuelo al otro lado. Mis ojos se abrieron con sorpresa al ver a JumPyo de pie a la entrada. Con una seña le pedí a MiShi que se retirara y cerrara la puerta.

Vi a JumPyo con la respiración agitada moviéndole los hombros y los ojos rojos.

-¿Qué...
-¿Eres mi amiga, no?- ladró tensando los puños. Me miró e intercalando, visualizó los numerables metros de tela esponjosa sobre la mesa. Con un rugido las botó al piso-. ¡¿Qué mierda haces?!
Rodeé el escritorio y recogí el costoso material.
-¿Crees que tengo opción?
-Dijiste que podrías sacarme de esto.
-Fallé- admití con desdén.
-__________...
-Tengo que trabajar.
-¿Por qué me estás haciendo esto?
-Tu madre me amenazó con retirar mis tiendas de los centros comerciales- le miré sabiendo que mis ojos vidriosos igualaban a los suyos-. ¿Qué debería hacer?- suspiré-. Hemos perdido JumPyo.

Cerré los ojos cuando vi el cuerpo alto de JumPyo desplomarse en el piso, de rodillas.

Seúl, Corea del Sur.

Me encontraba en la casa de la familia Gu. Llevaba quizá una semana durmiendo solamente dos horas. Falté a todas mis clases y al gimnasio con al afán de poder terminar el vestido lo más rápido posible. Mis ojeras eran enormes y resaltaban por lo oscuras e hinchadas que estaban. Me mantenía de pie con pura fuerza de voluntad y bollos de arroz.

JaeKyung estaba frente al espejo, mirándose con el brillante y esponjoso vestido color perla. Tenía el cabello sujeto en una coleta alta, y en mi boca había algunos alfireres.

La puerta de la habitación se abrió y pude ver a JanDi entrar vistiendo su pijama. La sangre se me heló. JaeKyung, se giró y con una amplia sonrisa la recibió. JanDi se detuvo y trató de igualarle el gesto, sin embargo, sus ojos brillaban con tristeza. Seguramente había reconocido el vestido.

-¿Qué te parece?- preguntó JaeKyung
-Se ve muy hermosa- las palabras de JanDi salieron despacio.
-¡__________ es una diosa de la costura!- el ánimo de JaeKyung brillaba sobre nuestro evidente estado emocional carente de alegría-. JanDi, te llamé porque eres mi mejor amiga...- decidí no quedarme quieta y tomé mis tijeras de la cama para poder cortar un exceso de tela que sobresalía del moño de la espalda. Me incliné con las tijeras y el pulso firme marqué una línea recta-. Sé que quizá y esto es duro, pero, me encantaría que fueras mi daba de honor.
Mis dedos se enredaron y mi cerebro se apagó un segundo. Parpadeé regresando a la realidad, dándome cuenta que había rasgado por completo todo el moño y con las tijeras había logrado pellizcarme el dedo. Me retiré rápido cuando me di cuenta que la ligera cortada comenzó a sangrar. No podía manchar el vestido.
-__________...- murmuró JanDi mirándome.
-Estoy bien, estoy bien- me llevé el dedo a la boca-. Lo arreglaré. Necesito ir al sanitario.

Uno en un millón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora