Seúl, Corea del Sur.
LEE WONHO Y __________ RIVERA. DOS GRANDES MENTES, UN GRAN FUTURO.El título me hace revolver el estómago. Tomo el periódico y observo la fotografía que enmarca la primera página. Ambos vistiendo ropa "casualmente" similar. Era un maldito amoral. ¿Cuánto dinero debió pagar para poner esto en la portada? Presiono con fuerza el papel logrando ocasionar unas pequeñas arrugas.
-Señorita, su malteada está lista.
Me obligo a volver a la realidad. Rebusco en mi cartera y saco dos billetes de diez mil wons para dárselo al dependiente. Se lo planto en la mano, tomo mi vaso y me vuelvo a la puerta. Al poner un pie fuera del local decido caminar las cuadras restantes al estudio de YiJung. Hoy era el cumpleaños de la esposa de Taeyong y había decidido darle el día libre. Era de noche, quizá y alrededor de las nueve. Miro mi batido de frutas y frunzo el ceño, podría haber esperado y pedir algo de pizza con YiJung. Debatiéndome en tirar el recipiente a la basura, me detengo frente a un contenedor. De pronto, siento un escalofrío helado recorrerme la nuca. Miro hacia todas partes buscando algo, aunque no tengo ni la menor idea de qué.
Quiero avanzar, pero la ansiedad me ha paralizado. Siento claustrofobia en plena blanqueta. Analizo despacio con la mirada a todas las personas que veo. Nadie me mira. Nadie parece interesado en mí. Si mi alarma interior no siguiera sonando de manera ensordecedora, tildaría este desasosiego de paranoia.
Trago duro. Los puños se me tensan. Mis piernas han puesto el modo automático y parecen decididas a alejarme de la fuente de mi ansiedad, aunque no tenga muy claro de qué fuente se trata. Espero que el movimiento me devuelva la racionalidad y la calma. Sin embargo, no lo hace. Mis piernas empiezan a correr por la calle a un ritmo constante, y me vuelvo para mirar por encima del hombro en varias ocasiones. No veo absolutamente nada. Me siento frustrada conmigo misma, pero soy incapaz de convencer a mis piernas de que se detengan, y no sé si debería estar agradecida o asustada por esto. La fría sensación en mi piel aumenta y me indica que debo de estar asustada. Mis pasos se aceleran y me quedo sin respiración al instante mientras esquivo a los transeúntes con cuidado de no llamar demasiado la atención. Siento un tremendo alivio al darme cuenta que casi llego al estudio de YiJung, al echar un rápido vistazo por encima del hombro, veo... algo.
Un hombre. Un hombre encapuchado que me persigue.
Y esa confirmación se registra en la parte de mi cerebro que da las instrucciones a mis piernas. Acelero el ritmo y vuelvo a mirar hacia adelante, con la mente ajena a mi entorno. Lo único que veo es la imagen de alguien con capucha siguiéndome a través de la multitud. Lo único que siento son los acelerados latidos de mi corazón. Trato de convencerme de que estoy a salvo. De que no volverá a pasarme nada. Pero mi cerebro no deja de repetirme que WooBin no está. Estoy sola.
Mantengo el paso intentando desesperadamente alejarme de la sombra cubierta que me persigue.
Un auto se estaciona. Me quedo paralizada. Mis pulmones demandan oxígeno, pero se lo niego, concentrada en el sonido que me rodea y en la persistente ansiedad que recorre mis frías venas. Tardo unos segundos eternos en darme cuenta que el conductor se baja para ir al negocio que tengo alado. Me siento ridícula. >>¡Recupera la compostura!<<, me digo. Permito que entre algo de aire en mis pulmones casi riéndome de mi estupidez. Pero ¿qué mierda me pasa?
Sintiéndome idiota, empiezo a caminar, cuando avisto el estudio de alfarería me quedo paralizada de nuevo. La paranoia me ordena a gritos que corra. El miedo me está comiendo la cabeza. Los recuerdos regresan a mí como oleadas asfixiantes. Tomo aire, recupero la energía y avanzo corriendo los pocos metros que me faltan. Los otros pasos aceleran el ritmo, lo que no hace sino aumentar aún más si cabe mi miedo y, en consecuencia, mi velocidad. Me detengo en la puerta y doy un fuerte golpe. Estoy a punto de hundirme en desesperación.
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Uno en un millón.
Fanfic¿Crees en el destino? ¿Las almas gemelas? Más que una idea irrealista, el suponer que existen es completamente avaricioso y egoísta. A WoonBin, le habían enseñado de contabilidad en su prestigiosa escuela, y había caído en la deducción que era una...