No necesité ir a nuestra calle de encuentro. Song WooBin estaba enfrente de la puerta del hotel donde me hospedaba, recargado en el Mercedes negro del día anterior. Una sonrisa se dibujó en su rostro al verme. Admiré su cuerpo atlético vistiendo un par de pantalones de mezclilla oscura, camisa de botones blanca y botas.
-Definitivamente luces hermosa con lo que te coloques encima- sujetó mi mano y me dio una juguetona vuelta enfrente de él, invitándome a contonearme. Había decidido colocarme unos jeans esta vez, una blusa sin hombros color crema y mis tacones negros favoritos de icónica suela roja.
-¿El alago si te lo puedo agradecer?
WooBin se rio.Hemos ido a otro centro comercial en búsqueda de algunos artículos más para mi guardaropa, he tomado un reloj el cual había capturado la visión de WooBin durante unos minutos. Me escabullí para poder comprarlo sin que lo notase. Pedí que lo envolvieran en una cajita con lazo azul, y lo escondí con mis compras. Intenté decirme que lo hacía como una muestra de agradecimiento por su obsequio, pero en el fondo sabía que no era cierto. Después comimos panecillos y té y para finalizar nuestro día, respetamos la tradición de todo visitante a tierras Parisinas. WooBin me ha llevado a la emblemática Torre Eiffel, que reluce iluminada en sus hermosas luces cálidas en la oscuridad de la noche.
Me ofrece la mano para bajar del auto. Con los brazos entrelazados caminamos por la zona, disfrutando de nuestra compañía. En medio de nuestro paseo nos detuvimos a contemplar a un par de mimos que hacían una presentación cómica.Cierro los ojos sintiendo el aliento cálido de WooBin en la oreja.
-Estás tremendamente divina cuando ríes- dice tranquilamente. El ritmo de mi corazón alcanza una velocidad vertiginosa y noto que está a punto de salírseme del pecho. Tomo una respiración profunda y silenciosa, recomponiéndome. Me giro para verlo, y noto aquel precioso hoyuelo brillándole en la mejilla.
Iba a abrir la boca para hablar cuando siento una gota fría golpearme la punta de la nariz. Levanto la vista siguiendo el gesto de WooBin y veo que las nubes grises comienzan a tornarse negras.
-Será mejor que corramos- sonrío. Antes de poder siquiera movernos, empieza a diluviar. Doy un respingo tras ser acribillada por un montón de goterones helados. La lluvia es incesante, y cae al suelo con fuerza, salpicando nuestras piernas-. ¡Maldición!- grito.
-Corramos- grita Woobin, pero me he quedado pasmada ante el repentino frío que me ataca que no sé distinguir si está alarmado o riéndose. Sin embargo, echo a correr lo más rápido que me dejan mis tacones. WooBin me agarra de la mano y tira de mí. Nos detenemos hasta llegar a un techo de lona afuera de un restaurante. Levanto la vista a través de mi pelo mojado y veo sus mechones lacios pegados contra su cabeza. Las gotas de agua se le resbalan del cabello a su rostro y resaltan sus pestañas largas y oscuras. Contemplo su imagen. WooBin gira sintiendo mi mirada, dirigiendo unos ojos oscuros increíblemente brillantes hacia mí. Está totalmente empapado y obscenamente guapo, aunque algo alarmado-. ¿Estás bien?- me pregunta con suavidad.
-Increíblemente- mi respuesta lo hace reír un poco.
-Debo marcar al chófer para que venga a buscarnos- se ha relajado. Yo sigo con los ojos clavados en él. No los apartaría por nada del mundo. Él lleva su mano hacia mi rostro, separándome un mechón que me cubre la frente. Tiemblo bajo su tacto. Se acerca a mí lentamente, levitando su boca hasta la mía. No está seguro. Vacila. Lo veo en sus ojos. Pero entonces, se aventura a unir nuestras bocas. Toma mí labio inferior entre los suyos. Lo besa con cautela y susurra unas palabras que parecen infundirle valor para tomar mi boca con la lengua hasta que me relajo y acepto su delicada invasión. Me pierdo en su beso y me aferro a sus hombros. Estoy en el cielo, tal y como me había imaginado, aunque sé que esto va en contra de toda sensatez. Sin embargo, relego las dudas a un rincón de mi mente y me dejo llevar. La alegría casi me obliga a interrumpir nuestro beso para gritar emocionada, pero no lo hago. A pesar de lo que me gusta, y de mi creciente enamoramiento, me centro en recrearme en el beso que estoy recibiendo de Song WooBin. Un beso que recordaré durante el resto de mi vida.
Sus manos se cuelan a mi cintura, sujetándome con fuerza. El calor de nuestros cuerpos ha hecho desaparecer el frío. El malestar no tiene cabida, sólo hay espacio para la serenidad.
-Eres perfecta- dice arriba de mis labios en un susurro, negándose a detener nuestro beso-. Completamente perfecta-. Jamás sería capaz de hallar las palabras para describir cómo me está haciendo sentir él ahora mismo. No las hay. De modo que se lo demuestro besándolo con más intensidad todavía y lo abrazo-. WooBin ralentiza nuestro beso. Se separa un poco y aparta mi cabello mojado de la cara. Permanezco aferrada a su cuerpo empapado. No estoy preparada para soltarlo todavía. Las luces de amarillas del auto nos iluminan. Era el Mercedes de WooBin-. No deseo que enfermes. Permíteme llevarte a tu hotel.
Asiento, y dejo que me guie hasta el coche.
ESTÁS LEYENDO
Uno en un millón.
Fanfiction¿Crees en el destino? ¿Las almas gemelas? Más que una idea irrealista, el suponer que existen es completamente avaricioso y egoísta. A WoonBin, le habían enseñado de contabilidad en su prestigiosa escuela, y había caído en la deducción que era una...