Capítulo 22.-

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Seolcheon, Corea del Sur.

Esto es perfecto. Bueno, casi. Sería perfecto si mi cuerpo no estuviera entumiéndose por el frío. Me acurruco bajo la tela de mi gruesa bufanda blanca. Había dejado de nevar y el deshielo me hizo dar un respingo cuando bajamos del auto. Arrugué los dedos dentro de los guantes y miré el enorme resort Muju. El gigantesco hotel con decoraciones rústicas adornaba el pico de una montaña como una estrella de navidad. Observo el cielo azul y claro. Las nubes suaves y esponjosas se ven todavía más resplandecientes por los rayos del Sol. Sentía arder mi nariz, así que me la froté en movimientos circulares.

No era gran amante del frío. Las sensaciones congelantes nunca me gustaron. Al haber nacido en un clima más húmedo y caluroso, jamás me acostumbré al castañeo de mis dientes. Pero no podíamos esquiar en una playa, ¿cierto?

WooBin pega sus labios a mi sien, y me rodea en un abrazo, frotando mi espalda y brazo derecho sobre la bromosa chaqueta rosa palo.

-Vayamos adentro- murmuró contra la tela de mi gorro-. Nos pediré un chocolate caliente.
Mi espectacular prometido estaba relajado. Aunque bueno, WooBin siempre parecía estar tranquilo. Un empleado se apresuró a recibirnos y tomó nuestro equipaje. Vi la tabla para hacer snowboard verde limón salir de la cajuela. Sonreí para mis adentros. WooBin sabía hacer tantas cosas. Me recodaba muchísimo a la muñeca de las mil profesiones.
>>Un poco de mucho y mucho de un poco<<, solía decirme.

Adentro nos recibió un clima un poco más cálido, proporcionado por una enorme chimenea al centro del amplio vestíbulo. No tuvimos que registrarnos, apenas nos paramos frente al mostrador, el recepcionista nos tendió nuestra llave.
WooBin solía venir aquí con sus amigos una vez a las tantas a pasar un fin de semana, y gracias al puesto social que tenían. Poseían sus habitaciones reservadas vinieran o no.

Suspiré al ver la enorme cama con cobijas y almohadas blancas. No resistí la tentación de acercarme y acariciar la tela. WooBin les agradeció a los trabajadores y cerró la puerta detrás de ellos.

-Odio el frío- me quejé cuando nos encontramos solos-. Tengo que usar esta ropa enorme porque si no, muero congelada. Es horrible.
-Luces hermosa.
-Tengo tanta tela encima que ni me veo.
WooBin caminó hasta a mí y me giró.
-No, no- sonrió-. Tu belleza empieza aquí-. Se inclina hacia mí y me pasa la palma de la mano por la mejilla. Me hipnotiza con su intensa mirada negra. Luego desciende por mi garganta en dirección a mi pecho-. Y llega hasta aquí. Muy adentro. Iluminando todo. Eres espléndida __________ Rivera. Lo sé desde la primera vez que te vi. -Tengo un nudo de emociones en la garganta. Suspiré y bajé la mirada.
-No puedo ser una malcriada si vienes y me dices cosas tan lindas- murmuré.
WooBin se rio.
-Pero, si te sigue molestando tener tanta tela encima... -. Mis muslos rozaron el colchón y aterricé de un sentón, cayendo boca arriba con WooBin inclinado sobre mí. Rodeándome la espalda con un brazo, me colocó en el centro de la cama antes de ponerse encima. Mi piel fría contrarrestaba con su carne caliente. Mi boca se abrió para permitirme respirar. Mi ritmo cardiaco se descontroló-. Me encanta cómo me respondes- susurró-. Como si no pudieras evitarlo.
-No puedo- confesé. WooBin deslizó los dedos entre mi cabello revuelto tras haberme quitado el gorro-. Me tocas como si me adoraras.
-Es que te adoro- Tragó saliva y seguí el movimiento de sus ojos-. Nunca he querido nada más.
Abrí su chaqueta y colé mis manos dentro. Le acaricié el torso, siguiendo sus musculosos pectorales que saltaban tras él suéter y a continuación la línea de su mandíbula. Como quien admira la perfección de una inestimable obra de arte
-Te amo WooBin.
Cerró los ojos y se estremeció. WooBin me rodeó con sus brazos, apretándome.
-Te amo, _________.

Uno en un millón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora