Capítulo 7.-

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JungGu, Corea del Sur.

Me acerqué al cuello una gargantilla de monedas de oro, luego la retiré cambiándola por una de diamantes pequeños debatiéndome cuál se vería mejor. El vestido que había decidido usar era un diseño exclusivo para mí que hice hace un par de meses color azul grisáceo. Con un pronunciado cuello V, que mantenía descubiertos mis hombros, plisado hasta la cintura y con una falda a la altura de la rodilla de un corte circular típico de las bailarinas de rock and roll.
Caminé hasta mi joyero en búsqueda de otra opción, encontrándome con unos largos pendientes de diez centímetros de diamantes que me había regalado WooBin cuando cumplí dieciocho. Dejé los collares sobre el tocador. Usaría solamente los aretes. Acomodé mi cabello sujeto en un updo deliberadamente desordenado. Tenía una imagen glamurosa de los años cincuenta que se complementaba con un delineado negro, sobra marrón y brillo incoloro en los labios.
Tomé mi botella de perfume y me coloqué un poco sobre mi cuello y muñecas. En ese instante la puerta se abrió. No me molesté en ver quién era. Solo una persona tenía la llave de mi apartamento.

-¿Mi reina?
-En la habitación-. WooBin entró con un aspecto verdaderamente espectacular. Vestido con su nuevo esmoquin de Brioni color rojo quemado, se le veía elegante y desenvuelto. Definitivamente iba a llamar la atención-. ¿Podrías pasarme mis tacones?- le pedí señalando a mi zapatero de cristal. WooBin tomó mis tacones plateados Giuseppe Zanotti, y sin detener sus pasos, se hincó ante mí. Colocándomelos. Me tendió la mano para ayudarme a poner de pie.
-Estás impresionante- dijo con la satisfacción asomándosele en los ojos-. No veo el momento de lucirte por ahí.
-Simplemente me pongo a la altura de mi guapo prometido-. Le guiñé un ojo.
-¿Tienes tus cosas? ¿Nos vamos?
-Espera- me di la vuelta tomando de mi sillón blanco una pequeña cajita con lazo azul-. Un regalo.
WooBin sonrió y abrió la caja, dejando ver un par de mancuernas de zafiro. Había ido a comprar un repuesto para mi perfume esta tarde y cuando las vi, me parecieron maravillosos. Un accesorio perfecto para alguien tan llamativo y masculino como WooBin.
-Son preciosas- besó mi frente, evitando así arruinar mi brillo de labios.
-Me alegro que te hayan gustado- WooBin me tendió la caja.
-Pónmelas.
Sonreí acomodándole un mechón detrás de la oreja.


Cuando bajamos del ascensor nos encontramos un par de mujeres que esperaban entrar. Se quedaron con la boca abierta cuando vieron a Woobin. La atracción que producía mi prometido me hacía sonreír orgullosa. 

-Señoritas- las saludó WooBin con una sonrisa, manteniendo una mano en la zona dorsal de mi espalda.

WooBin me abrió la puerta de su deportivo y me ayudó a subir. Me coloqué bien el vestido y me di el tiempo de inhalar el delicioso aroma de su colonia. Miré la hora en el reloj digital del tablero. ¿JanDi habrá recibido el vestido que le envié?


*


Seúl, Corea del Sur.

Las puertas se encontraban abiertas cuando _________ y yo entramos al salón. Se veía radiante con su hermoso vestido. Su cuerpo era un deleite para quien la mirara, la seguridad de sus gestos, la nula vacilación en sus palabras y su mirada luminosa. _________ encarnaba todas las promesas, esperanzas y fantasías que cualquier hombre pudiera tener. Y era mía. Mi prometida.
Le retiré el abrigo y se lo di a uno de los hombres del servicio. Enredamos nuestros brazos nuevamente antes de caminar hasta una de las mesas. YiJung y JumPyo charlaban con comodidad. No podía dejar de verla con la esquina del ojo. Mis amigos se quedaron mirándola también. YiJung apretó su copa para no derramarla. JumPyo carraspeó, atragantándose. El pecho se me llenó de orgullo. Ese era la clase de efecto que ___________ podría causarle a cualquiera. Hasta a sus amigos.
-Dejen de babear.
-¿Quién está babeando?- se defendió JumPyo con rapidez.
YiJung por lo contrario, tomó la mano de _________, dándole un beso.
-Nena, te ves preciosa.
-Me alegra que mi aspecto sea lo suficientemente llamativo como para atraer la atención del gran YiJung- ________ dijo jugueteando. YiJung le guiñó un ojo coqueteando descaradamente.
-Cuando quieras.
-Yo creo que no- tercié.
-No seas aburrido, cielo.
-Exacto. No seas aburrido, cielo- se burló YiJung.
-No me hagas ponerle precio a tu cabeza, So-. Sonreí.
Mi amigo miró a mi prometida y suspiró con una risotada.
-¿Cómo lo aguantas?
_________ se rio.
-JumPyo- llamó a mi amigo-. Se te ve bien el traje.
JumPyo se jaló el saco.
-Tus diseños no son tan malos- dijo restándole importancia.

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