Capítulo 41

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Narra Cristóbal


Había pasado un mes del accidente con la Jasmin, la Javi no me contestaba y tampco los chiquillos me pescaban cuando les pedía que le dieran con ella.

Necesitaba explicar todo lo que pasó ese día, pero no quería escucharme y con razón. Pero tampco quería perderla por algo así.

Iba saliendo del ascensor cuando veo que la puerta de mi departamento se cierra y rodé los ojos, otra vez la weona de la Jasmin se venía a meter.

-¿Vai a seguir con tu wea? - dije cuando entre al departamento.

Pero para mi sorpresa no era la Jasmin, era mas bien una mina con piel morena, metro setenta, cabello rizado y castaño, me miró con una sonrisa mezclada con una mueca.

-¿Quién eres? - me apresuré a contar.

-Me llamo Ramona- extendió su mano y reconocí su acento colombiano- Javiera me pidió llevarle unas cosas que dejó y que necesita.

-¿Por qué no vino ella? - deje las bolsas del super en la mesa.

-Creo que claro está, no quiere verte pues- subió los hombros- Yo solo vine a esto, no me voy a demorar nada.

Asentí y abrí el refrigerador para sacar una cerveza, apenas la abrí me la tomé al seco. Sentí una wea rara y salió una mueca de asco.

-Listo, ya me voy- sonrió.

-¿Le dai esto de mi parte? - le extendí un sobre- No lo abras, porfa.

-Yo se lo doy, no te preocupes- recibió el sobre y después se fue.

Saqué otra cerveza y me senté en el sillón, pero sentí algo bajo mi. Era la cartera de la mina que vino. Me puse de pie para ir a dejársela pero todas las weas se fueron al piso.

Empecé a recoger todo hasta que un papel con el nombre de la Javiera me llamó la atención, no era de meterme en weas pero necesitaba leerlo.

Cuando lo abrí mis ojos se abrieron como platos y mis ojos se pusieron llorosos. Era una carta, decía que estaba embarazada.

No estaba preparado para ser papá. No me sentía lo suficientemente maduro. Con cuea me podía controlar a mí y se supone que debo ayudar a alguien más.

Pero si me mando las cagas hay que aperrar noma.

Tomé la cartera de la mina y la hoja en la otra mano para después bajar e ir a la recepción a preguntar el departamento de la mina.

Cuando estuve frente al número suspiré y toqué, al no recibir respuesta volví a tocar.

-Amor, que espere le digo- habló la mina- Ah, eres tú- yo cacho que miró por la weaita de vidrio- ¿Qué quieres?

-Puedo hablar con mi polola, porfa- pedí.

-No soy tu polola, andate weon- se escuchó la voz de la Javiera.

-Ramona, se te quedó m
tu cartera en mi casa- la mostré.

Apenas abrió la puerta me miró sorprendida, debe cachar que leí el papel.

Culia PesáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora