Narra Vicente
Estaba viendo las loncheras de las niñas, hoy era su primer día de escuela y estaba super nervioso.
-Papá- entró Laila con un cepillo y su caja con moños- La señora directora dijo que tengo que ir con trenzas y yo no se hacerlas.
-Yo tampoco sé- llegó Diana- Lo bueno es que tengo el pelo corto y no lo necesito.
-Bueno, intentémoslo- Senté a Laila en la silla y busqué un tutorial en Youtube.
Intenté seguir el paso a paso y después de cinco intentos logré hacer una trenza normal, wea pa difícil.
-¿Mamá sabía hacer trenzas?- preguntó Lalia con una sonrisa y sentí un dolor en el pecho.
-¿Tu mamá? Ella hacía las trenzas más preciosas- sonreí- Cuando estaba embarazada de ustedes, vivía haciéndole trenzas a la Tía Celeste. El tío mochila tenía el pelo como tu, Diana, ella también le hacía mini trenzas.
-¿Crees que mamá me pueda hacer las trenzas?- sus ojitos brillaron.
-No amor, mamá no puede hacerte trenzas ahora- sonreí de lado- Bien ¿Tienen todo listo?
-Sí- ambas se pusieron sus mochilas y tomaron las loncheras.
-Bueno, vamos- me guardé las llaves en el bolsillo y le di las manos a ambas- ¿Caminando o en auto?
-Auto- dijeron al mismo tiempo.
Cuando estábamos afuera subí a las niñas al auto y le puse sus cinturones.
El colegio no quedaba muy lejos, pero me daba flojera caminar tanto así que las llevaba en auto. Al llegar apenas se despidieron de mi y se fueron corriendo, me quedé viéndolas y caché que algunos niños se les acercaron y le empezaron a hablar.
-¿Cuál es tu hijo?- se acercó una mina, más o menos mi edad- El mío es el que está solo abajo del árbol.
Miré al lugar que nombró y había un niño que tenía más o menos la edad de las niñas, estaba solo y se notaba triste. Caché que las gemelas se iban acercando a él mientras hablaban entre ellas. Llegaron donde él y se sentaron una a cada lado, empezaron a hablarle con sus sonrisas preciosas.
-Las mías son las que están hablando con tu hijo- sonreí.
-Se nota que las criaron bien- me sonrió- Me encantaría pedirle unos concejos a su madre.
-Ella no está- sonreí de lado.
-Lo siento mucho, no era mi intención- Se notó incómoda- Oye, si quieres puedes llevar a tus preciosas a mi casa a jugar con mi Tomasito.
-Dale, dame tu dirección- saqué mi celular y anoté la dirección- Me tengo que ir, pero nos vemos en la tarde.
Manejé de vuelta a casa, lo bueno de tener mi propio negocio es que puedo estar en la casa y administrarlo de ahí. Era dueño de dos restaurantes y solo administrando sacaba buen dinero.
Al llegar empecé a hacer un aseo rápido, lave la loza de la mañana, hice las camas y aspiré. Al terminar miré el refrigerador para ver lo que se podía cocinar y estaba casi vacío.
-Por la cresta- me quejé y tome la lista de compras.
Se me hacía bastante difícil estar pendiente de todo, ahora entendía a mi mamá cuando se quejaba de hacer todo y que yo no hacía ninguna wea.
Me subí al auto, conecté el Bluetooth y marqué el número de la Celeste.
-He makes the soup like I told you. Is it that complicated?- la escuché gritar- ¿Qué pasa gil?
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Culia Pesá
Novela JuvenilLa Feña es una weona pesa con quien se lo merece. Pero ¿Qué pasa cuando conoce al weon del almacén?