32.

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Corría por todo el corredor tomada de la mano de Raine, me sentía agitada y mi corazón latía con fuerza e intensidad. Maldije en mis adentros porque el baño estuviera tan lejos de los salones, atravesamos la biblioteca, el salón de actividades y por fin llegamos al dichoso baño que tanto me hacía falta. Me pare en seco frente a la puerta y solté la mano de ella, entre al baño y rápido me revise, el coraje me invadió todo el cuerpo al darme cuenta de que mi regla estaba aquí, por fortuna sentí el bajón y alcance a llegar.

Tenía una pequeña mancha roja en mis panties. Lo bueno es que no manche el pantalón, sino todos se hubieran dado cuenta de esto, hice todo lo necesario para limpiarme y al final salí de este. Me lave las manos e igual la cara, esto era estresante, aunque al menos ya sabía porque me torturaba el dolor en la espalda y vientre bajo. Cuando abrí la puerta del baño me encontré con Raine, sus ojos verdes reflejaban preocupación, estábamos en la sala de juegos, en cuánto sentí el bajón salí corriendo y ella detrás de mí, después me alcanzo y terminamos corriendo las dos llevándonos varias miradas.

— ¿Estás bien? —su voz fina y baja suena con una nota de preocupación.

— Andrés. —mencione mordiendo el interior de mi mejilla.

— No tienes toallas. ¿Cierto? —enseguida niego.— Vayamos a la habitación y mientras te pones esto.

Raine se sacó la chaqueta azulada que traía puesta y la puso alrededor de mi cintura.

— Gracias.

— Andando, mujerona. —dice dándome la mano.

Comenzamos a caminar apresuradas y nuevamente nos miraron extraño quiénes estaban por el instituto. Tal vez se les hacía extraño vernos tomadas de las manos o no sé, pero ignoramos esas miradas y seguimos el camino hasta llegar a la habitación, cuando llegamos me quite su chaqueta y entre al baño para bañarme, después de ese bajón me siento sucia, aparte que ya ando incómoda. Me desvestí y entre a la regadera, me talle todo el cuerpo y después me enjuague, enrrollé mi cuerpo en una toalla blanca y otra enrrollé en mi pelo corto.

Abrí un poco la puerta y me encontré con Raine, ella tenía un paquete de toallas higiénicas y unas panties mías.

— Entraste tan apurada que no te diste cuenta de que lo olvidaste. —ella sonríe y me extiende las cosas.

— De nuevo gracias.

Tomó las cosas y cierro la puerta después de sonreírle. Hago lo necesario para ponerme todo y salgo sólo con la toalla en mi cuerpo.

— ¿Mucho mejor? —pregunta ella.

Raine tiene un teléfono negro en sus manos. Está sentada en la orilla de mi cama, mientras que en su cama tiene otro teléfono blanco, parecen ser del mismo tipo, al menos así los veo yo.

— Si. —le confirme.

Camine a la comoda de mi ropa y busque algo para ponerme. Lo bueno de que los días hayan pasado es que todas las marcas que tenía ya hayan desaparecido. No tengo ni una sola, pero sigo sintiéndome igual de agitada y cansada, la nariz me volvió a sangrar cuando volvimos a Artois, han sido algunas tres o cuatro veces, pero no me duele ni nada de eso, es extraño que me sienta así.

— No tienes teléfono. ¿Verdad? —me pregunta en lo que busco algo de ropa.

— No.

— Yo tengo dos. —al oírla arqueó una ceja.— Mi abuelo dice que tengo que tener uno siempre de repuesto, pero nunca los uso, no me gustan.

Saco un jumper de tirantes que se pueden abrochar y desabrochar; color negro, junto a una camisa gris de mangas debajo del hombro, camino al baño de regreso y antes de entrar le respondo a Raine.

¡No Soy Tu Juguete! ✔️ [Saga Silence #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora