— ¿Cómo te sientes? —Spencer estaba sentado en la orilla de la camilla, él se la había pasado haciendo preguntas.
Mis padres estaban sentados cada uno en sillas de metal al otro lado de la camilla, gracias a Dios no me había puesto mal en este rato, me dolía un poco el cuerpo, pero trataba de mantenerme quieta para no tener algún ataque de pánico frente a mi familia, no me gustaría que me vieran mal porque sé que ellos saben que soy débil, ellos saben que los necesito conmigo, me conocen tan bien que creo que por esa razón no se han ido, porque saben que sin ellos en este momento no podría estar.— Me duele un poco el cuerpo. —hago mala cara al decirlo. Mi hermano me echa un vistazo desde la cabeza a los pies y tuerce los labios.— ¿Que?
— Se me hace extraño esto. —desvia los ojos a otro punto de vista y se termina poniendo de pie.— Tú desde pequeña has sido muy enfermiza, pero nunca habías llegado hasta el punto de venir a parar a un hospital.
Y era cierto, desde bebe cachaba las enfermedades con facilidad, siempre fui una niña enfermiza, no soportaba mucho, por lo que siempre mi madre tenía pastillas en casa o llamaba al doctor personal de la familia. Pero, nunca había llegado al punto de estar internada, eso nunca me había pasado y por esa misma razón es que estaba tan asustada, siempre fui enfermiza, pero nunca había estado en un hospital como ahora.
— ¿Y no les han dicho nada los doctores? —les pregunto, mi madre niega.
— Están esperando a que los resultados de los estudios salgan para poder decirnos que tienes. —me informa con toda la paciencia del mundo.— Te han estado sacando sangre desde que estás aquí.
Y ahora lo entendía, en mi brazo derecho tenía pequeñas heridas en formas de puntos rojos, supuse que eran las entradas de las jeringas para sacarme sangre y todas esas cosas.
— No creí que los estudios fueran tan tardados, mamá. —me quejó arrugando la nariz.— Ya me quiero ir de aquí, no me gustan los hospitales.
— Tranquila, todo va a estar bien. —la cálida voz de mi padre me transmite tranquilidad al oírlo.— Todo estará bien.
Siempre que papá decía eso me sentía aliviada. Desde siempre he sido hija de papi y mami, no me molesta que se burlen de mi por eso, tengo veintiuno, pero en realidad sigo sintiéndome como de ocho, sigo necesitando el cariño de ellos y sobretodo su amor.
No entiendo cómo pueden haber personas que puedan hacer lo que quieran por la vida. Admiro a todas esas personas que andan por la vida sin miedo, haciendo lo que quieren, bailando; siendo ellos mismos, yo quisiera ser así por tan sólo un día, nunca he podido ser tan liberal en toda mi vida, me siento tan indefensa que prefiero evadir todo lo malo que enfrentarlo, no me gustan los peligros, la adrenalina, los problemas; ni mucho menos enfrentar cosas que para mí parecer son malas.
— ¡Oh, olvide decírtelo! —exclama Spencer volviéndose a mí con toda la emoción del mundo en su cara.— ¡Adivina qué, Bethan!
— ¿Que? —pregunte asustada.— ¿Pasó algo malo?
— No, para nada. —negó enseguida; sonriente.— ¡Alguien vino a verte!
— ¿Quién?
Mire a mis padres queriendo encontrar alguna respuesta, pero claro que no encontré ninguno. Ambos se encogieron de hombros y sonrieron inocentes, no entendí de quién estás hablando mi hermano, ellos estaban aquí, no había nadie más que pudiera faltar. Aunque la emoción en su cara me daba curiosidad, curiosidad por saber de quién estaba hablando, tal vez se refería a alguna prima o Raine, no tenía idea de quién hablaba, aunque pensándolo bien, no creo que conozca del todo a Raine como para que se exprese con tanta confianza hacia ella, así no. Ella está descartada.
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¡No Soy Tu Juguete! ✔️ [Saga Silence #1]
Teen FictionTenía una linda relación, aunque en ese tiempo era a larga distancia por cuestiones de estudios, le era fiel a mi novio. Con él tenía más de dos años, lo amaba con todo mi corazón, él me había animado a hacer muchas cosas. Una noche me gano la emoci...