28.

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Varios alumnos de Artois íbamos en el primer camión. Otros se habían quedado a esperar el otro autobús, según el profesor Jerónimo y el director, serían dos autobuses; ya que éramos demasiados. No me tocó irme con Bethan; a su lado, pero estamos en asientos de a lado, por lo que puedo echarle un vistazo de vez en cuando. Ella viene con una chica rubia, la misma que jaloneo a aquel chico que conocí el día que llegue, ellas no hablan, no dicen nada; sólo están calladas, las veces que he volteado a ver, he notado que la rubia tiene cara de molesta.

Bethan sólo va con la mirada al frente; en silencio, después de que subieran ellas, subí yo, a mí me tocó venir con uno de los chicos que estaban con los dichosos hermanos Versaccé, luego de que Bethan me confirmara que ellos son los chicos codiciados de Artois, pude saber porque Arnold actúa tan extraño conmigo y pensándolo bien, es fácil. Ese chico sólo me habla con mucha confianza porque seguramente está acostumbrado a hablarle a millones de chicas, tal vez por esa misma razón él es así, no sé, tan confiado, esto me hace pensar una cosa.


Que la manera en la que se expresa tan seguro de sus palabras ha de ser porque todas las chicas con las que habla le dan la razón. Oh, si, es eso, estoy segura que por eso es tan odioso y confiado de sí mismo, porque ni yo que práctico varias cosas para estar tranquila tengo esa vibra tan pesada, por fortuna no me tocó irme a lado de él, que fuéramos juntos hubiera sido una pésima idea. Ay no, definitivamente sería toda una tortura para mí, lo bueno que este chico no parece ser molesto, hasta el momento no ha dicho nada.

Tampoco es como si necesitará que dijera algo. Simplemente va viendo al frente, su expresión no es ninguna en especial, sus ojos cafés son muy bonitos. La mera verdad, cuando el profesor Jerónimo anunció que él y yo iríamos juntos en los asientos me sorprendí. No lo sé, esperaba algo más, no puedo deducir qué, pero no esperaba esto, en fin. No todo es malo, ya vamos en camino y eso significa que falta menos para llegar a la isla Tairom, quiero creer que llegando nos enseñarán eso que tanto me entusiasma.

— ¿Sabes que hora es? —la voz alegre del chico a mi lado llamó mi atención.

Dirigí mis ojos a los suyos, su mirada era una pura, no se veía con maldad alguna. Sus labios formaban una pequeña sonrisa, mientras alborotaba su pelo chino.

— Lo lamento. —me disculpe antes de confesarle.—: No tengo teléfono.

Él hundió sus cejas en confusión. Luego de un momento expreso una cara divertida.

— ¿Lo dices enserio? —invirtió. Yo asentí con un movimiento de cabeza y él ladeó la suya.— No sé cómo puedes estar sin uno. —agregó riendo.

— Bueno, si tengo. —aclaro sonriente.— Pero no lo usó y en este momento no lo tengo conmigo.

— Con sólo saber eso ya te admiro. —dice, eso hace que amplíe mi sonrisa.— Quiero decir, en esta generación todos suelen tener un teléfono inteligente. Ver a una jóven sin uno es extraño.

— Siempre me dicen eso. —respondí encogiéndome de hombros.

Y no estaba mintiéndole, desde pequeña nunca me llamó la atención las cosas tecnológicas, me llamaba más la atención salir a jugar con lodo, jugar fútbol con los niños de la colonia o cosas así. Nunca me gusto estar encerrada en casa usando teléfonos; tablets, computadoras y todas esas cosas.

— No te había visto por aquí. —comenta reacomodandose en su asiento, de manera que pueda verme mejor sin girar su cabeza hasta mí.— ¿Eres nueva o algo?

— Tengo unos días en Artois. —imito su acción y así puedo verlo mejor.

— ¿Y cuál es tu nombre?

¡No Soy Tu Juguete! ✔️ [Saga Silence #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora