Capítulo 34.

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Alison.

El horrible día estaba por terminar. Había cosas del caso que aún no me cuadraban. Algo en todo eso me parecía raro, pero no iba a darle muchas vueltas al tema en ese momento. Solo quería ir a casa, descansar y agradecer que las personas que me importaban se encontraban bien.

En las noticias y en los radios no dejaban de comentar sobre los heridos y sobre los muertos. Había sido un día difícil para gran parte de la ciudad.

Jay después de finalizar una llamada telefónica me pasó las llaves haciéndome saber que yo me llevaría la dodge. El día de Lizzie también había sido duro. El trabajo en urgencias se había triplicado y ella junto a los demás trabajadores se esforzaron durante horas por salvar las vidas que llegaban. Por suerte, había hecho un espacio en su turno para verse con Jay. Ella había estado muy preocupada por él durante todo el día, temiendo que algo le fuese a suceder. Esa noche los dos se reunieron, celebrando que aún tendrían más tiempo para compartir juntos.

Yo regresé a casa y me reuní con la fría soledad, sentada a la mesa.

Unos cuantos minutos después de un fallido intento por quedarme dormida, mi celular empezó a vibrar, haciéndome saber que varios mensajes estaban llegando.

Era Matt, la persona con la había estado hablando todos los días por mensaje de texto. Él estaba enterado de la mayoría de cosas que pasaban en mi vida.

Dime que aún no eres polvo o que sigues conservado todas las partes de tu cuerpo.

Lo anterior fue un mal comentario.

Vi las noticias, dicen que ya capturaron al culpable.

¿Ya estás en casa?

Te enviaré un link. Queremos ver que estés bien.

Al seleccionar el link fui redirigida a una video llamada. Matt era el primero en estar presente. Los años no se notaban mucho en su dulce rostro, sus encantadores ojos aún deslumbraban y quizá lo seguiría viendo como el mismo dulce joven si no hubiese sido por esa barba que se había dejado crecer.

—Oh... ¡Aly!

Sonreí ampliamente— Hola, Matt.

—Espera, les diré que ya llegaste.

Escribió de forma rápida en su celular y poco menos de cinco minutos después un segundo integrante de unió.

—¡Estás viva! Que susto nos hemos dado.

—¡Lili! ¡Mi bellísima doctora!

—¡Mi bellísima detective, nos hemos dado un buen susto viendo esas noticias! Las noticias pintaron todo como una verdadera tragedia, es una pena que una actividad de beneficencia terminara de esta manera. ¿Tú estás bien?

—Lo estoy, por suerte no sufrí alguna herida.

En la pantalla pude visualizar que un tercer marco se había agregado.

—¡Ha llegado lo mejor de sus vidas!

Y allí estaba, mi encantadora y deslumbrante morena con sus perfectos rizos.

—Hola, sexi.

Reí— Hola, guapa.

No pude estar más feliz de poder hablar por unos cuantos minutos con las tres mejores amistades que había logrado conservar a través de los años y de la distancia. Los minutos pasaron y los cuatro estuvimos hablando de incontables temas después de que las chicas me hicieras levantarme y enseñarles que no tenía heridas en mi cuerpo.

La promesa de dos almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora