Capítulo 22.

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Pronto el reloj marcaría las nueve de la noche y los Müller seguían en casa. No era que siempre tuvieran que estar en el club, pero a Derek siempre le gustaba mantenerse en el lugar inspeccionando que las cosas no fueran a salirse de control y aunque fuera uno de los dueños y contaran con el suficiente personal, a él le gustaba seguir ayudando de vez en cuando en la barra. Andrew, quien no tenía ningún problema con estar el club decidió que lo acompañaría, claramente no en la barra, él mayor prefería quedarse en la oficina.

A petición de Jay se mudaría el mismo día de la propuesta. Los Müller se adelantaron a llegar a casa para organizar ciertas cosas y dejarles el cuarto listo.

Derek se apoyó en el marco de la puerta de la habitación de Andrew y lo observó por un momento— ¿Puedo preguntar por qué arreglas tu habitación como si alguien más viniera a ocuparla? —Andrew alzó la ceja confundido— No estarás creyendo que Alison va a dormir contigo ¿cierto?

—¿Qué tiene de malo?

—No tiene nada de malo, pero ella misma se lo dijo a Jay. Le recordó que por no querer compartir baño ahora tendrían que compartir cama.

—Puede cambiar de opinión.


Andrew.

Cuando el timbre sonó Derek se adelantó a abrir mientras yo iba detrás de él diciéndole que me recordara sacar copia de las llaves para los nuevos invitados. Jay fue el primero en entrar traía dos maletas y le indiqué su nuevo cuarto, cuando las dejó dentro se devolvió hacia la dodge y ayudó a Alison con una maleta, Derek tomó otra y yo las dos últimas.

—Oh wow, después de todo no será tan mala idea. Ahora tendré a tres hombres haciendo mis cosas —comentó con un tono de burla viéndonos a los tres cargar sus cosas.

Derek le enseñaba el cuarto a Jay y me fije que Alison no nos había seguido. Me regresé a la puerta y la vi sacando una caja de color azul oscuro con letras doradas. No me dejó llevarla por ella, se aferró a no soltarla hasta dejarla segura en la habitación.

—¿Qué proteges? ¿La receta secreta de una pizza? —le pregunté cuando salió de la habitación.

Ella rio y negó— Cosas de Jay y mías. Lo esencial, el pasaporte, dinero y dos armas que no está relacionadas con el departamento. —miró la caja— Pero también protejo la caja, es importante.

Se veía bastante normal para mí, pero su contenido si parecía valioso— Interesante botiquín.

Derek y yo empezamos a enseñarles la casa de forma detallada. La habitación de ellos al igual que el de Derek o el mío tenía su baño privado, el baño restante era el de invitados o para quien quisiera usarlo y no tener que ir hasta alguna de las habitaciones, eso pareció ser un buen punto para Jay. La parte preferida de los dos y lo que me hizo saber que se ejercitaban todos los días fue la zona exclusiva para ejercicios.

Alison no dejaba de molestar a Derek diciéndole que se había tomado muy enserio lo de ser rico pues hasta un jacuzzi quiso que tuviéramos. No lo podíamos negar, le habíamos invertido muchísimo dinero a la construcción de una gran casa que tuviera todo lo que quisiéramos y fuera perfecta para cada estación del año.

Minutos después del recorrido Derek me mostró la hora haciéndome saber que ya tenía afán de salir. Casi que me arrastró y encerró en mi habitación para que me alistara y así dejara de seguir a Alison por toda la casa como un completo idiota enamorado.

Repetí la rutina de casi todas las noches que básicamente era tomar otra ducha y vestirme con algo adecuado para dejar en claro que era dueño y no un cualquiera.

La promesa de dos almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora