Capítulo 41.

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No eran ni las seis de la mañana cuando Derek y Alison ya se estaban peleando en el cuarto de hacer ejercicio. Los dos habían llamado aquello "entrenar un poco" pero, a decir verdad, cuando sintieron que el otro empezaba a tomar ventaja se olvidaron de eso y empezaron a pelear muy en serio.

Estuve un rato mirándolos. Derek lucia lo bastante feliz como para estar recibiendo contundentes golpes. Alison parecía más enfocada, tratando de perfeccionar movimientos y no rendirse tan fácil cuando recibía los fuertes golpes, a ella le agradó que Derek la tratara como una digna oponente.

Yo no podía estar más embelesado observando a aquella preciosa mujer tener un lado tan poderoso. Sus movimientos eran limpios y ágiles, Derek tenía potencial y del bueno, pero lo de Alison era un entrenamiento puro, destacado y lleno de increíbles técnicas.

En ese momento y aunque se estaban tomando en serio los golpes era sólo para pasar el rato, los dos se estaban divirtiendo y no pude negar que si peleaba de tal forma cuando estaba alegre de seguro cuando tenía rabia y adrenalina en el cuerpo iba a ser un arma mortal, eso me fascinó.

Nunca me habían gustado las mujeres con el pensamiento de que necesitaban a un hombre fuerte que peleara por ellas porque eran unas delicadas criaturas, unas más frágiles que una fina copa de vidrio y más delicadas que un pétalo de flor. Lo mío era exactamente Alison, una combinación entre un corazón cálido dispuesto a ayudar, una pesada rabia en las venas, una sonrisa dulce y unos puños dispuestos a ser encajados en quien lo mereciera.

Me dirigí a la cocina con la intención de preparar el desayuno, nunca había sido un problema para cualquiera de los de la casa hacer tareas del hogar.

Derek entró por algo de agua mientras se limpiaba el sudor del rostro y cuello— Pelea increíble, me sorprende la fuerza que tiene, además es muy rápida. —hizo una pausa para beber una buena cantidad de agua— Con esa fuerza que tiene ya entiendo porque algunas veces amaneces con marcas en la espalda.

Reí, lanzándole un trapo sucio— ¿Y en donde está ahora?

—Se está duchando, supongo. Creo que podremos abrir Wunsch solo los fines de semana hasta que vuelva la temporada realmente alta.

—Cómo quieras.

—¿Oliver y Anna están abriendo los restaurantes?

—Sí, hasta las últimas semanas de diciembre y volverán a mitad de enero.

Derek abrió la nevera y sacó una pera— Tenemos clientela realmente alta y solo a nosotros se nos ocurre cerrar para las últimas festividades del año. —ladeó la cabeza, dándole un mordisco a la pera— Realmente nos inculcaron demasiado fuerte el pensamiento de que la familia está primero y después los negocios.

Asentí— Ese pensamiento se lo debemos a las mujeres de esta familia —Derek rio recordando aquellos tiempos.

Aquel pensamiento había empezado con nuestras respectivas madres, ellas siempre decían cosas como "vamos a pasar las festividades juntos, los negocios pueden esperar" y los hombres de la familia a regaña dientes tenían que aceptar el pedido de sus mujeres sin la excusa de "tenemos que trabajar para mantener el hogar" básicamente porque todos tenían sus buenas fortunas.

Ellos aceptaban porque eran conscientes de que era lo que merecerían, por lo menos una vez al año y por pocos días todos merecíamos recibir unos días tranquilos. No podía negarlo, no éramos la familia perfecta, ni siquiera nos acercamos a ser una buena, pero lo intentamos y valoramos las veces en las que podíamos reunirnos. Aquello estuvo en pausa desde que las muertes empezaron a llegar a casa y después de un tiempo fue Anna quién quiso volver a imponer eso pues para ella la familia era lo más importante así que Oliver, Derek y yo, aunque en ocasiones no lo quisiéramos terminábamos cediendo.

La promesa de dos almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora