Capítulo 3.

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Después de unos cuantos minutos conduciendo llegaron al club. La gran puerta negra estaba cerrada. Jay la golpeó con fuerza una y otra vez, después tocó al timbre, intercaló entre golpes y tocar hasta que al fin se abrió. Un hombre de ojos claros y con una cicatriz que le cruzaba la mejilla derecha desde el pómulo hasta la comisura de los labios se asomó.

—Buenos días —dijo Aly.

Jay señaló la placa que traía en el cinturón— Buscamos a los propietarios.

El hombre de unos cincuenta y dos años lo miró por un momento con una completa expresión de seriedad. Miró a Aly y a su placa, después de esto volvió a ocultarse tras la puerta y la cerró sin pronunciar palabra alguna.

Aly abrió su boca sorprendida— ¡Que grosero! —gruñó.

—Será mejor regresar luego.

—Fue muy grosero al cerrarnos la puerta en la cara.

—Ya Rage, no hay problema, regresemos a la estación antes de que la central llame.

Cuando los dos detectives estuvieron a punto de subir a la camioneta la puerta volvió a abrirse y el hombre salió.

—Pasen —se limitó a decir.

Los detectives entraron y a Aly se le fue inevitable no mostrar una expresión malhumorada para el hombre de la cicatriz.

Jay la tomó del brazo mientras caminaban por el pasillo, revolvió su cabello y le dio una palmadita en el hombro— Déjalo Rage, es solo un guardia.

—Seguiré diciendo que fue grosero no decir por lo menos un "esperen un momento" o "ya vuelvo" —se encogió de hombros y su compañero le apretó una mejilla con el pulgar y el índice.

El hombre de la cicatriz aceleró su paso para ir frente a los dos detectives y así indicarles donde estaba uno de los propietarios. También lo hizo para no perderlos de vista y que estos no pasaran a lugares del club en los que no deberían estar. Aly carraspeo tratando de llamar su atención.

—Disculpe, señor "no digo nada y cierro la puerta" ¿por lo general siempre están aquí los propietarios?

—No es común verlos en las tardes, pero en la noche y parte de la mañana es muy posible que estén aqui.

—Por cierto, soy Scott y ella es Mendes —Jay se presentó después de haber recordado que no habían dicho sus respectivos nombres.

El hombre los miró con algo de desconfianza. No le agradaba el tener que hablar con personas que estuvieran del lado de la ley, pues en un pasado tuvo unos cuantos problemas con ellos.

—Yo soy Schweinsteiger.

Jay miró a Aly con cara de «quizá su abuela es la única que va a pronunciar eso»

—Schweinsteiger —repitió Aly para Jay, pero este simplemente no pudo pronunciarlo.

—Oh. —exclamó Derek quien se encontraba en una de las mesas revisando facturas y asiendo los pedidos de los licores que estaban por agotarse— ¿Ustedes son los oficiales? —preguntó poniéndose de pie. Sus apariencias lucían diferentes a la de la noche anterior, los dos detectives traían botas negras de cuero, jean y camisas, ella una de color gris y él de un color azul marino. Bajó su mirada y en el cinturón de ambos visualizo las armas y las placas— No me lo esperaba —se acercó y le dio un abrazo a Aly.

—Detectives. —corrigió ella— Ahora pertenecemos a la unidad de inteligencia del distrito 13. —informó con orgullo— Así que... buenos días, señor Müller. —dijo de forma divertida— Soy la detective Mendes y él es mi compañero, el detective Scott.

La promesa de dos almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora