Algún Día (PAUSADA)

La fiesta

No había tenido la oportunidad de hablar con Kara y sabía que se le complicaría hacerlo el fin de semana, sabía que a la rubia la habían invitado a una fiesta el sábado por la noche y si ella le pidiese que pasara el fin de semana con ella, Kara lo haría, pero ese control sobre ella comenzaba a incomodarla un poco, no sabía si era bueno o normal.

Su madre estuvo hablando con el oficial incluso cuando Alex pasó a recoger a Kara con una gran preocupación en sus ojos, incluso ella pudo ver enojo en sus ojos, aunque claro que podría haberlo imagino, ¿por qué se enojaría? su hermana había sido el héroe de los Luthor, sobre todo de ella. Una mano se posicionó en su pecho y sonrió discretamente.

-¡Lex!-la voz de su madre la trajo de vuelta a la realidad. Su hermano había llegado tranquilamente hasta su madre con una expresión tan neutral, como si el hecho de ver patrullas fuera de la casa fuese tan normal para él.-Gracias al cielo que estás aquí-exclamó Lilian al abrazarlo, su hijo respondió escuetamente-Se han metido a la casa, han estado a punto de...-se calló cuando sus ojos se desviaron hasta Lena

-Por favor madre-pidió Lex con fastidio-Estaré en mi habitación-anuncia comenzando a subir las escaleras hasta que el oficial al mando le advirtió que también tendría que hacerle unas preguntas a él

-¿Podría decirme dónde estaba entre las 3 y las 5 de la tarde?-cuestionó el oficial con suma seriedad

La extraña risa que Lex soltó ni su madre ni su hermana pudieron categorizarla como sarcastica o cinica, lo cual las aterró, aunque sabían disimularlo.

-¿No tiene otro sitio donde decir tonterías hoy?-habla con voz grave sin dar vuelta para verles a los ojos a ninguno de los presentes-Si tanto le importa, estuve en Luthor Corp, mi asistente Mercy le podrá corroborar-accedió con un poco más de sutileza, se le notaba estresado, frustrado.

Su hermano se retiró de la recepción y continuó sus pasos. Lena jamás lo había visto así, era casi como si no lo reconociera, le preocupaba, era su hermano, cuando era pequeña lo admiraba, aún ahora, deseaba secretamente poder ser la mitad de lo Lex era, al menos así no sería un estorbo para su padre, una constante preocupación para su madre, como si no pudiera hacer las cosas por ella misma, en cambio Lex, él era el hombre, era todo y merecía todo.

Lena se fue a la cama con el susto de su vida y la preocupación inundando su cabeza. ¿Qué era lo que le ocurría a Lex? ¿Por qué ya no le decía nada? Ya no hablaba con ella, ya no le compartía sus ambiciones o temores, era tan cerrado, la mayor parte del tiempo se le miraba acelerado, preocupado, molesto, irritado y no sabía cómo ayudar. Su hermano mayor se empezaba a convertir en una persona que no quería llegar a conocer. Cerró los ojos con tantas preguntas sin respuesta y durmió.

De madrugada, pasadas las 2:45, un ruido que provenía del estudio de su padre la alarmó, el sonido de un vidrio roto la angustió pensando que se trataría de aquellos agresores de la tarde de los que no supo nada más. Lena bajó de la cama con sus pies descalzos, tomó la lampara de su buro como si fuese el arma más temible del mundo y camino con sigilo hasta el estudio. Ya en la entrada del salón vio que la puerta estaba entreabierta, su corazón se calmó cuando escuchó la voz de su hermano maldecir, sin embargo la curiosidad pudo más con ella y observó através del espacio entre la puerta y el marco de la entrada...

-¿Por qué siempre tengo que hacer su trabajo sucio?-se preguntaba el joven Lex tomandose la mano con un pañuelo, cubierto de sangre por aquella vitrina rota. La vitrina que su padre le había mandado a hacer por sus triunfos-¿Hasta cuando dejaré de ser tu marioneta?-gruñó molesto

Lena lo pudo ver acercarse al escritorio, tomando de encima de este un sobre amarillo y un pasamontañas viejo y roto que ella pudo identificar con temor. Lex tomó el telefono de su bolsillo y esperó a que le respondieran del otro lado de la línea.