Ahora es mi turno

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Se la había pasado el resto de la tarde y noche mirándola, desviando la mirada a su café mientras se perdía en sus pensamientos. Después de ese beso no había querido decir nada para arruinarlo y Lena tampoco se había mostrado muy expresiva en cuanto a eso, ni con el animo para entrar en detalles del porqué se lanzó a sus brazos y la besó. Pero por Rao que le dolía como la kriptonita clavada en su pecho, estaba demasiado necia en aceptar la idea de que el beso sólo fue un reflejo de preocupación, un impulso tonto, porque para ella sí que lo había sentido como algo más. No ayudaba el hecho de que su madre las acompañara en aquella reunión donde las tres se dedicaban a sorber de sus tazas humeantes sin contacto visual.

-Entonces-habla Eliza, aventurándose para romper el hielo y la tensión entre esas dos-Cariño, ¿quieres explicarme porqué a un kriptoniano le ha caído mi camioneta encima?

Sí, esa era Eliza con su sutil estilo bromista para salvar las cosas, algo que regularmente funcionaba cuando sus dos hijas discutían y ninguna quería ceder. 

Tras un sorbo, Kara responde.-Ha estado en búsqueda de mi desde hace un par de semanas o meses, la verdad no llevo la cuenta-dice con simpleza 

-¿Meses? ¿Esta no es la primera vez que pasa esto?-pregunta Lena, logrando así una comunicación entre ambas después de aquel acto tan cariñoso.-¿Por qué no lo mencionaste jamás?

-¿El qué?-ríe Kara con notable enfado-Que no soy de este planeta o quizá el hecho de ser perseguida por él, ¿qué es lo que debí de mencionar y cuándo? Tu no tuviste tiempo para otra cosa más que para hacerme sentir culpable.

De nuevo vino el silencio. Las tres inclinan su taza y sorben nuevamente, cubierta de la tensión del momento y la abrupta respuesta de Kara. Ella resopla.-Lo lamento.

-No-apresura Lena-Tienes razón, no he sido una buena amiga, ni siquiera sé si puedo llamarme una amiga. Siempre tuve esta sensación de necesitarte más de lo que tu a mi y eso me convertía en una egoísta que no se merecía eso.

Ambas cruzan miradas, quedándose por segundos intensos hasta regalarse una ligera sonrisa, parte de acceder la culpa de cada una.

-Creo que iré por un poco más-anuncia Eliza con referencia a su taza vacía-Y tal vez me aventure por un poco de crema.

-Mamá, la camarera te puede traer otro-dice Kara.

Su madre la mira con gracia, siempre sorprendiéndose de la inocencia que su hija menor posee para leer a las personas o entender la situación.

-Me considero bastante capaz de ir yo misma por un café, ¿para qué molestar a la amable señorita?

Las tres voltean la mirada hacia la única camarera. Era castaña y parecía bastante joven para trabajar ahí, más siendo que la cafetería estaba sobre la carretera, pero en ese momento lo que la hacía ver como la mujer más despreocupada del mundo era ella recargada en la vieja rockola, con el teléfono en sus manos y goma de mascar bastante descolorida. Sin dudas el pedirle algo a ella implicaría que se molestara. Las tres mujeres pensaron eso, dejando ir a la mayor por su taza de café.

-Así que puedes volar-habla Lena, una vez a solas. Kara la mira y sonríe en respuesta afirmativa-Llámame loca pero siempre supe que tu me habías rescatado esa vez en mi casa, supongo que una parte de mi siempre lo supo además de mi desquiciado hermano, lo que no comprendo es el hecho de que un par de anteojos me engañaran.

-Son anteojos muy buenos-acepta Kara haciéndola reír

-También me sacaste de esa fiesta y me salvaste de caer al vacío-deduce la pelinegra-¡Oh por Dios! Me salvaste de no morir con ninguno de mis experimentos.

Algún Día (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora