●CAPÍTULO UNO.

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Corría atravesando las calles de Monte Grande, estaba cansada pero necesitaba llegar lo más rápido posible.

A lo lejos divise la plaza, trote más rápido, necesitaba encontrarlo, él me necesita.

Llegue a la plaza y me adentre, a lo lejos vi al pelinegro, sentado en un banco, con su cabeza escondida entre sus piernas.

Me dirigí al banco, tratando de recuperar el aliento. Me senté junto a él, escuchaba sus sollozos y sus quejidos.

Me acerqué, y acaricié su pelo, levantó la cabeza y me miró con esos ojitos tristes, intentaba esconder el puchero mordiéndose los labios.

- Me asustaste, tu mamá me llamó preocupada porque saliste corriendo de tu casa- dije suavemente, mientras mi mano acariciaba su nuca.

- Él lo volvió a hacer, y no tuve el valor de enfrentarlo- dijo mientras rompía en llanto nuevamente. Lo abracé con todas mis fuerzas, no podía creer que un ser tan dulce como él tenga que vivir con ese monstruo que llama papá.

- Tiago, tenes que ser fuerte, por tu mamá, ella te necesita más que nadie, los dos van salir adelante junto con Ambar- le dije mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, sabía la mierda que vivían, lo vi con mis propios ojos.

Con Tiago nos conocíamos hace 8 años, cuando empezamos primaria, el primer día él se sentó solo y como llegué tarde me senté junto a él.

Conectamos enseguida y desde entonces no nos volvimos a separar, somos mejores amigos. Se todo lo que siente Tiago, y precisamente se porque estaba en esta plaza.

Hicimos esa promesa, cuando uno no se sienta bien, tiene que venir a la plaza y esperar a que él otro llegue. Solo nosotros sabíamos eso, con 14 años la vida le dio muchos golpes a Tiago, al igual que a mi. Mi mamá había fallecido cuando solo tenía 10 años, solo pasaron cuatro años.

Pero siempre salimos adelante, nos teníamos, y con eso era suficiente, o eso pensamos.

- Tenes que volver a tu casa, ya es tarde- le susurré- Vamos, yo te acompaño- le dije mientras le tendía mi mano para que se pusiera de pié.

Caminamos en silencio, se que él no necesita que le diga nada más. Su mano venia rozando con la mía desde que salimos de la plaza.

No se porque, pero entrelace nuestros dedos, nuestras manos parecían encajar perfectamente. Tiago solo apretó un poco más él agarre y suspiro.

Llegamos a su casa y toco la puerta, su mamá abrió, sus ojos llorosos se posaron en su hijo mientras sus labios heridos sollozaban.

Ella lo abrazó con tanta fuerza, como si su vida dependiera de él, le pedía perdón, pero ella no entendía que él único culpable de todo esto era su marido. Ella era una víctima, al igual que sus hijos.

Luego de esa escena, me miró y me abrazó, me agradecía por haber traído a Tiago a casa. Le devolví el abrazo apretado.

- No es nada, sabe que Tiago es mi único y mejor amigo, es muy importante en mi vida, yo haría cualquier cosa por él- le dije con toda la seguridad. Senti como los brazos del pelinegro me envolvían, dandome paz y tranquilidad.

Después de todo, volví a mi casa a paso lento, solo quedaba a unas pocas cuadras de su casa.

Suspirando y repitiendo una y otra vez la escena de nuestras manos entrelazadas, el calor que emanaban, y el notorio nerviosismo de ambos.

Sonrojada, sonrió y llegó a casa.

•••
Bueno, hace poco conozco a Tiago, la novela la voy a hacer con lo que leí y vi en entrevistas de Tiago, incluso basándome un poco en sus temas.

Es muy clave el pibe, alto talento, lo banco mucho.

Espero que les guste y le den mucho apoyo.

Comenten y fav así al sigo.

ojitos tristes - Tiago pzkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora