Este reto debí ponerlo en mi primer libro. Lo siento,pero aquí esta y posiblemente no sea lo que esperabas, pero es lo mejor que se me ocurrió.
Se abrazo a su espalda como quién se esta ahogando e intentas aferrarse a la superficie de un océano inmisericorde. Un océano inclemente y tan enorme que hace de las patéticas manotadas,de quien se esta debatiendo,un miserable chapoteo que apenas si es divisado por alguna impasible ave marina. Que desolador fue ese abrazo para Milk,pero es que nada quedaba de sus enérgico ánimo,de su orgullo y sus ferreas ideas. Era,en ese instante,la presa de un terrible miedo y una fuerte deshonra. Miedo como el que sientes al saber que tu más grande fracaso es inminente y que lo que quedara de tí,después de esa catástrofe,será un monigote irreconocible.
-No me dejes,Goku por favor...No me dejes-suplicó con ese tono dramático a medio quebrar,que sonaba tan hueco a los oídos de todos los que lo escuchaban.
Su hijo mayor estaba ahí,de pie ya sin saber que decir,con una herida en la mirada,pero una que no sangraba. Al fin,incapaz de decir o hacer algo optó por apartar la mirada,tomar a su hermano y dejar esa habitación como quién sigue un cortejo funebre.
Goku se quedó quieto mientras el rostro de Milk humedecia su espalda. Era extraño ver y sentir a esa mujer así,rota y desesperada. Algo en él se estremeció,como cuando vio algún enemigo poderoso caer,pero no por su mano.Una mezcla de satisfaccion con no estaba seguro qué y no iba a reflexionar sobre ello,pero resultaba incómodo. Con cuidado sujetó las manos de su, hasta esa tarde,esposa y las aparto de él,pero esos dedos le terminaron apretando en un agarre fuerte, desesperado,
como el de quién se sujeta del borde de un abismo con el cuerpo colgando hacia las bocas de un agujero insondable.-Suéltame Milk-le dijo con una voz escarchada que sacaron a la mujer de ese llanto callado para hacerlo estallar.
La miró caer sobre sus rodillas como una torre que hace implosión y por una milésima de segundo,Gokú vaciló,pero por compasión. Al fin sólo cruzo la puerta para enfrentarse a unos ojos azules que lo veían con rabia,pero que se humedecieron tras unos segundos y tras oir el grito de ronco y sordo de Milk,aquella mujer que siempre tenia algo que decir,entro en silencio en aquella casa.
A unos metros más allá estaba Vegeta esperando. Llevaba un pequeño bolso en la mano y tenía la camiseta desgarrada,
como si le hubieran tirado con furia.Los ojos de ambos se encontraron y sin cruzar palabra se echaron a volar, en busca de algún sitio tranquilo donde estar por un tiempo, después quien sabe. Vivir juntos para jugar al matrimonio feliz les restaría demasiadas cosas,pero ya se preocuparian de eso más adelante, mientras necesitaban un respiro.