OLIMPIADAS (Parte 3)

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—Cariño, escúchame —nos separamos y lo miré a los ojos al tiempo secaba sus lágrimas con mis dedos—

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—Cariño, escúchame —nos separamos y lo miré a los ojos al tiempo secaba sus lágrimas con mis dedos—. No eres un saco de papas —bajó la mirada—. Tu madre ha cometido un grave error...

—¿Tú crees? —preguntó en un susurro.

—Por supuesto que lo creo —lo miré con dulzura—. Es muy probable que ella no lo vea ahora, pero... algún día, mirará hacia atrás en su pasado y verá que se alejó de una persona maravillosa: tú —toqué su nariz delicadamente y le robé una sonrisita—. Ella extrañará tu sonrisa... te extrañará a ti, Mateo. Lo verá algún día —sonrió y me miró con sus ojos rojos—. Ella te extrañará algún día.

—Te amo... —sus ojos lo demostraban.

—Yo también... y mucho —nos abrazamos de nuevo y él me dio un beso en la mejilla que me hizo sonreír.

—No quiero que me dejes —susurró—. No sé qué haría si tú...

—No tengo planes de hacerlo, amor —lo interrumpí—. No quiero hacerlo. Tranquilo —le di un beso en la mejilla. Nos separamos y él tomó mis manos.

—Gracias —dijo sincero.

—No es nada...

—Es mucho, para mí —comenzó a acariciar mi mejilla y me dio un suave beso en los labios.

Sonó el timbre, indicando que el recreo había empezado. Mateo y yo decidimos ir a la tienda a comprar algo de comer, ya que él se había olvidado su lonchera en casa.

Pasamos el resto del día juntos, con la esperanza de que sus heridas sanaran lo más rápido posible.



Pasamos el resto del día juntos, con la esperanza de que sus heridas sanaran lo más rápido posible

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Estaba sentada al lado de Alonso, Gianmarco, las mellizas y Daniel. Carlos estaba en otra parte...

Ya era el recreo y yo me había comprado una salchipapa, a la cual le eché todas las cremas posibles porque mis papilas gustativas estaban siendo afectadas por la quimioterapia. Solo sentía los sabores amargos, ácidos y picantes... el resto de comida no sabía a nada.

Recuerdo que fui a comprar y, cuando regresé a sentarme, Alonso volteó al instante la mirada hacia mi comida. 

Ese chico de verdad comía bastante... no me molestaba, para nada. 

AVENTURAS #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora