LÁGRIMAS

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—¡Laura y yo nos casaremos! —exclamó mi padre

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—¡Laura y yo nos casaremos! —exclamó mi padre.

Recuerdo que estaba subiendo las escaleras... y cuando llegaron esas palabras a mis oídos, mi cuerpo se quedó estático. Mi corazón paró por un segundo.

Volteé la cabeza, miré fijamente a los ojos de mi padre con el ceño fruncido y bajé lentamente las escaleras hasta estar enfrente de ellos.

—¿Qué dijiste? —pregunté. Quizás pensé que había escuchado mal.

—Que Laura y yo nos casaremos —repitió con una sonrisa en el rostro. Laura también sonreía.

Eso no podía ser cierto...

Me reí ligeramente y respondí:

—Papá, no es el día de los inocentes. No tienes que hacer bromas. Te va muy mal en ellas —sonreí. La cara de mi padre cambió a un semblante confundido.

—Hijo, no es una broma. Yo... yo de verdad le pedí matrimonio y ella aceptó —explicó. Mi cara cambió por completo a una seria.

—Seré tu nueva madrastra —comentó Laura con una pequeña sonrisa.

Esto debía ser una pesadilla.

¿Cómo podían arruinar mi día en tan poco tiempo? ¿Con solo unas cuantas palabras?

—No —dije—. Papá, no hablas en serio —negaba con la cabeza.

—Mateo, hablo en serio —repitió. 

Miré a Laura y ella ya no estaba sonriendo, estaba mirando al suelo con una expresión seria. Ella no podía ser parte de mi familia. De solo imaginarlo me enfermaba...

—Yo no quiero que seas mi madrastra —hablé con sinceridad, algo que aparentemente a mi padre no le agradó mucho.

—Mateo, por favor. Ya hablamos de esto —me dijo ya un poco cansado.

—Pero es que no lo quiero. ¡En serio no lo quiero! —exclamé.

¿Es que acaso nunca tomaban en cuenta mi palabra y opinión? ¿Simplemente la ignoraban? Mi padre sabía perfectamente que Laura no siempre me trató bien, pero aún faltaba que se enterara de que Laura me había golpeado. Tenía la idea de que si se lo decía, todo al fin se acabaría.

—¡Mateo, por Dios! —exclamó mi padre—. Ya hemos hablado de este tema. Laura no volverá a gritarte ni nada... y si yo quiero casarme con ella, ¡pues me caso con ella y se acabó! —yo ya estaba a punto de llorar. No podía creerlo, eso no podía estar pasando—. ¡Y si no estás de acuerdo con ello, pues yo no puedo hacer nada!

—¡Yo no quiero una madrastra! —grité—. ¡No la quiero a ella como madrastra! ¡No la quiero en mi familia!

—¡Pues yo sí! —gritó mi padre—. ¡Y me casaré con Laura te guste o no!

AVENTURAS #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora