Capítulo XXIV "Pensamientos"

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"De pronto se deslizó por el pasillo, al pasar por mi lado sus sorprendentes pupilas de oro se detuvieron un instante en las mías. Debí morir un poco. No podía respirar y se me detuvo el pulso"

-Isabel Allende

Por fin llegamos de nuevo a casa, al fin podía respirar de nuevo estaba en casa a salvo. Isabel estaba en extremo cansada, se veía hermosa como siempre, pero sabía que estaba preocupada por Abraham; ya que antes que yo, él fue una parte importante en su vida como un repeater vitae, él fue quién le informó de todo, fue un gran apoyo para ella.

Cuando llegamos a casa los dos fuimos a nuestras habitaciones la realidad era que ambos estábamos cansados, el vuelo fue largo y ambos teníamos varias cosas en la cabeza, y mucha información por procesar, me recosté en mi cama y miré el enorme ventanal que me daba la vista más espectacular, y pensé, toda mi vida como en repetidor creí que era inmortal, que no podía morir por otra causa que no fuera encontrar nuestra mitad, pero ahora era diferente, había un arma diseñada para matarnos, como una estaca de madera a los vampiros o matalobos a lo hombre lobos, y eso no era lo único que me importa si no que también había una forma de matarnos y no volver a renacer de nuevo. Esto era algo muy duro que procesar, quién diría que morir a manos de quién amas era lo único que necesitabas para morir de verdad.

Quería despejarme así que me di una ducha larga luego baje a la cocina a comer algo estaba hambriento ni siquiera había comido en las últimas horas, ni Isabel, fui a su habitación, toqué

— Quiero dormir Dorian.

— Lo sé, ¿quieres que te prepare algo de comer??

— Ahora no Dorian, solo quiero dormir.

— Está bien.

Me di media vuelta y caminé cuando llegue a la cocina solo me preparé un sándwich, miré mi celular y me acorde de la llamada que tuve con Katherine, por fin le había dicho que la quería, algo que me había costado decirle, por el estúpido miedo de no tenerla conmigo siempre, si no encontraba como parar el ciclo ella morirá otra vez y para este punto, ya no conseguiría soportar tal tormento, no quería sostenerla para solo ver su último aliento.

Fui a dónde estaba mi violín y salí de la casa al patio prendí algunas luces que estaban a fuera y como me hacía falta toqué el violín, eso era mi escape con eso hacía que mis pulmones tomarán el aire necesario para seguir, me abría la mente y hacía que trabajará más eficazmente, no se cuánto tiempo paso exactamente, deje de tocar cuando sentí que me miraban, y ahí estaba Isabel, con su cabello rojizo enredado y ojeras en sus ojos.

— Hace mucho frío afuera. — expuso Isabel mientras se tapaba con una frazada

— No quería despertarte

— Te preocupas mucho por mí.

— Solo me preocupo, por la gente que me importa.

— Vale gracias, ahora sé que me quieres después de muchas vidas.

De vuelta a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora