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— ¿No piensas lo mismo, Shadow?
Lo último que se supo de Sonic el erizo es que fue visto montado en una silla de ruedas que se movía bastante rápido, mientras gritaba pidiendo ayuda y maldecía a un erizo por su poco sentido del humor.
— ¡Eso no era necesario, Shadow! —Lo regaño— ¡Esta herido! ¿Qué tal si le rompiste algo? ¡Ten más consi...!
—En este mismo instante me explicas por que no mencionaste nada de la búsqueda de Infinite.
Amy cerró la boca inmediatamente al sentir la mirada seria y fría que le dedicaba el azabache. Su cuerpo tembló al recordar su primera y única cita, era la misma mirada que le había dirigido luego de romperle el corazón.
El sentimiento de tristeza le dio algo de valor por lo que enfrento la mirada carmesí con el jade de sus ojos. —No es de tu incumbencia.
—Tú. —Remarco la palabra— Eres de mi incumbencia, Rose.
— Yo no soy nada para ti. —Apretó los puños, irguiéndose con más seguridad ante el ajeno— Tu mismo lo dijiste: "No soy nadie."
—Déjate de tonterías, Rose. —Camino para acercarse a la cama luego de cerrar la puerta con un fuerte golpe— Infinite no es un enemigo al que tú o cualquiera de los otros idiotas puedan enfrentar.
— ¡Puedo defenderme sola!
— ¡Estas en un hospital, Rose! —Gritó molesto— ¡Estas recuperándote de heridas que pudieron costarte la vida! —Señaló su brazo derecho lleno de vendas— ¡Casi pierdes el maldito brazo!
— ¡Es mi problema, no el tuyo! —Levantó la voz.
— ¿Por qué no me pediste ayuda? —Apretó los puños— Pude haberte ahorrado esas heridas y el que estés en este lugar.
—Era algo entre mis amigos y yo. No quería molestarte con mis cosas.
—Infinite es algo más que un simple asunto, Rose. —Su voz se hizo más grave— Pudo haberte matado a ti y a la bola de inútiles con el farsante incluido.
—Eso si no ya lo mataste tú cuando lo lanzaste por la puerta...
—Se lo merecía por tocarte y decirte esas tonterías.
—Si... —Bajo la cabeza— Tonterías...
Se sumieron en un silencio como el de las últimas semanas, aunque para Shadow, ese silencio era mucho más pesado e incómodo que antes.
— ¿Por qué no me lo dijiste?
—Son asuntos míos.
—Tú y tus "asuntos" son mi problema.
—No fue lo que dijiste esa noche...
— ¿Quieres olvidar eso? ¿Qué de importante era esa noche?