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— ¡Hagan sus apuestas señores! ¡La casa se cierra en veinte minutos! —Rouge sobrevolaba por el lugar con una sonrisa traviesa en los labios.
— ¡$200 dólares!
— ¡Yo voy con $300!
— ¡Entro con mi almuerzo de todo este mes!
El barullo en la cafetería podía oírse hasta la entrada del edificio quitando toda seriedad o credibilidad sobre que aquel lugar era una importante base militar.
Algunos soldados que pasaban por fuera del comedor miraban confusos y algo sorprendidos el desorden que había en el lugar; desde gritos, risas, bromas pesadas y groserías, hasta fajos de billetes e incluso papeles bancarios que pasaban de mano en mano hasta llegar a la posesión de una fémina de cabellos albinos y ojos zafiros coquetos.
Omega custodiaba una enorme tabla de apuestas en la que también anotaba algunos números y nombres cuando Rouge se lo indicaba.
— ¡Vamos chicos, las apuestas están por las nubes! —Animaba la murciélago mientras mostraba un enorme fajo de billetes— ¡Aún hay tiempo de apostar!
Varios soldados se amontonaban sobre el robot que trataba de mantener la pizarra de pie para que todos pudieran ver cómo iban sus apuestas.
Hasta arriba de la pizarra habían números que iban de los $200 dólares hasta $1000 dólares e incluso viajes en naves militares o días de vacaciones, estos puestos por generales y uno que otro coronel interesado en la apuesta.
Y adornando la tan llamativa pizarra había un enorme letrero adornado con pequeñas bombas junto con algunas flores en tonos pasteles que rodeaban los bordes y en el centro de este, con grandes letras podía leerse:
"Shadamy... ¿Realidad o mito?"
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