La llegada

69 9 0
                                    


- Mia, despierta, estamos a punto de aterrizar- es la voz de mamá despertándome con suavidad.

- ¿Cuánto he dormido? – preguntó intentando abrir los ojos.

- Casi todo el vuelo, supongo que la despedida de ayer se hizo larga- me dice con una sonrisa.

Mi madre es la persona que más admiro en el mundo. Una mujer fuerte y luchadora que se quedó embarazada de un idiota, mi padre, en su primer año de universidad y decidió tener al bebé ella sola, me tuvo a mí.

Renunció a la beca con la que había soñado toda su vida para estudiar medicina en la universidad más prestigiosa del país. Regresó a casa de su madre, mi yaya, y continuó sus estudios en la universidad más próxima a casa para criarme.

Mi abuela le ayudó, así que puedo decir que tuve dos madres y la infancia más feliz del mundo.

Mamá terminó sus estudios y ahora es la Doctora Mathews.

Todo estaba bien, éramos una familia feliz hasta que hace un par de años, la abuela sufrió un ataque al corazón y murió de manera fulminante. Mamá no pudo hacer nada por salvarla porque esa noche había salido con un hombre, el primero en toda mi vida. Fue la primera noche que salía con alguien y no estaba en casa para ayudarnos.

Cuando llegó, ya no se pudo hacer nada. Todavía se culpa por eso. No ha vuelto a salir con nadie.

Mi madre desapareció, dejó de ser la mujer fuerte y alegre de siempre. Las dos echábamos tanto de menos a la abuela que la casa era demasiado triste. Yo tenía a mis amigos, el instituto y mis cosas, al fin y al cabo, tengo diecisiete años.

Ella se quedó sola.

Hace dos meses que le dieron la noticia que había esperado toda su vida. Una oferta para poder dirigir su propio servicio en un hospital. Alguien allí había escuchado sobre su trabajo y su investigación sobre cardiopatías congénitas y querían contratarla.

Mamá necesitaba un cambio, teníamos que salir de la casa de la abuela donde todo eran recuerdos dolorosos y pena. Así que, aquí estamos, a punto de aterrizar en la otra punta del país para iniciar una nueva vida.

He tenido que despedirme de todos mis amigos y de mis compañeros del equipo de atletismo del instituto. Este año estábamos seguros de poder hacer un buen papel en el interestatal y me dio mucha pena dejar el equipo, pero necesito ver a mi madre feliz y es la primera vez que la veo realmente entusiasmada con algo. He vuelto a verla sonreír y no hay nada más importante para mí, ella ya renunció a todo por mí. Yo puedo hacer lo mismo por ella.

Las dos caminamos por la terminal hacia la salida.

- Buff, hace calor- digo cuando salimos a la calle a un sol abrasador.

- Sí, el clima es totalmente diferente, será como estar de vacaciones en la playa, ¿verdad? – me dice contenta. No es lo que estaba pensando. No me gusta ir a la playa y que nadie me vea en bañador, aunque a ella le encanta tostarse al sol y me ha llevado de vacaciones a la playa desde que era pequeña.

- Sí, será genial- digo con más entusiasmo del que siento.

- Te va a gustar la casa. Es más pequeña que la de la abuela, pero tiene un jardín trasero con una piscina. La cocina es genial y te encantará tu habitación. Tiene una pequeña terraza para que tomes el sol mientras estudias o lees o lo que quieras hacer.

He olvidado decir que mi madre tiene un tono de piel envidiablemente moreno, pero yo soy mucho más pálida, por lo visto herencia del idiota de mi padre.

Sí, él continúa siendo un idiota. Lo veo un par de veces al año y me escribe una postal en mi cumpleaños, aunque creo que no sabe ni cuantos años tengo.

Se casó después de la universidad, con una brillante carrera como abogado por delante. Su mujer es tan tonta como él, intenta ser mi amiga y yo trato de hacer la convivencia fácil cuando estoy allí. Tienen un hijo de seis años que es al único que echo de menos cuando vuelvo a casa.

Latidos SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora