Aterrizando de nuevo

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Me despierto con la alarma de mi teléfono a las seis y media y me doy una ducha rápida. No sé qué ponerme, no tengo ni idea que cómo vestirán en el instituto y no quiero desentonar el primer día. No necesito comenzar siendo la rarita.

Me seco un poco el pelo dejando que se ondule por las puntas. Un poco de maquillaje, lo justo para no parecer enferma, pero muy natural y me animo con uno de los vestidos nuevos. Toda mi ropa sigue en las maletas, es lo único que tengo y ya llego tarde.

- ¡Buenos días! – saluda mamá con el desayuno en la mesa- ¡wow! Estás preciosa, ese vestido te queda muy bien.

- Sí, bueno, si no fuese por qué se me ven las piernas- digo mirando hacia mis rodillas.

- Tonterías, estás perfecta. Tengo que salir ya o llegaré tarde mi primer día. ¿Serás capaz de encontrar el instituto sola?

- Mamá, sé que la lista de esta casa eres tú, pero todavía sé seguir el gps de mi teléfono. Ve tranquila y que tengas un buen día- nos despedimos con un beso en la mejilla.

Termino de desayunar, cojo la comida que mamá me ha preparado y salgo de casa poniendo la dirección del instituto en el teléfono. Voy distraída siguiendo las indicaciones en un cruce en el que dudo hacia qué lado ir.

- ¡Cuidado! – alguien me sujeta del brazo y veo un coche pasar a pocos centímetros de mí. Me doy la vuelta confundida y me encuentro con los ojos verdes con los que he soñado esta noche. Me mira y cambia de expresión- Vaya, deberías tener más cuidado, no llegarás al final de la semana si corres estos riesgos- ¿eso es una broma? Lo parece, pero su gesto es serio.

- Gracias- ¿he vuelto a tartamudear? Debe de pensar que soy una tarada.

- Ten cuidado, no puedes ir mandando mensajes a tus amigos mientras caminas por la calle. Es peligroso- y ¿ahora me está regañando?

No tengo tiempo de responder, yo que nunca me quedo callada. Cruza la calle y me deja allí como una tonta.

Las indicaciones de mi teléfono me llevan tras él. Dejo de mirarlas. Debemos de ir al mismo sitio y su forma de caminar me cautiva, no puedo dejar de mirarlo.

Al llegar al instituto nos vamos encontrando con más gente en la misma dirección. Él no saluda a nadie, es como si no los viese o ellos no lo vieran a él. Empiezo a pensar que sólo yo puedo verlo.

Entro y voy directamente a la secretaría. La directora, una mujer de unos cincuenta años me saluda con amabilidad y me da la bienvenida al instituto, mi horario y la contraseña de mi taquilla.

- Ella es Annie, te enseñará el centro- dice presentándome a una chica que estaba allí esperando- ella te indicará donde están tus clases.

- Hola, soy Mia- me presento tendiéndole la mano.

- Bienvenida. Ven, te enseñaré el centro- me dice con amabilidad- y algunas cosas que debes saber más importantes- añade en voz baja con una sonrisa- he visto que estamos juntas en algunas clases.

- Gracias por ayudarme.

- Estoy en el programa de mentores, me da puntos para la universidad, pero me gusta ayudar a los nuevos.

Vamos por el pasillo y me va presentando gente, parece que conoce a todo el mundo. No recordaré ni un solo nombre.

- Katie es hija de un prestigioso médico, es muy simpática, te la recomiendo como amiga- iba haciendo una descripción de cada una de las personas con las que nos cruzábamos y, ocasionalmente, me indicaba algún aula.

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