Un encuentro tras otro

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Ha ido pasando la semana y ya me voy sintiendo un poco como parte de esto.

Las chicas son muy amables conmigo y pienso que podemos ser amigas, aunque echo de menos a mis amigas de siempre, con las que hablo todos los días.

Siempre he trabajado para cubrir mis gastos a pesar de que mi madre siempre me ha dicho que no es necesario. Ella ya ha hecho muchos sacrificios por mí y me siento bien ayudando un poco en casa.

El día que fuimos de compras, vi un cartel en el supermercado que anunciaba que buscaban personal y, bueno, trabajaba en una tienda de 24 horas, no puede ser muy diferente. El miércoles pasé a rellenar una solicitud.

Con Chris, todo es una incógnita. Hay días que se muestra amable y otros que guarda distancia y no sé muy bien el motivo.

El miércoles nos encontramos en la pista de atletismo y se sorprendió, sé que se sorprendió porque fue incapaz de ocultarlo.

- ¿Pareces sorprendido de verme aquí? – le pregunté corriendo a su lado durante el calentamiento.

- ¿Tanto se me nota? – me preguntó serio.

- Pues no sé por qué- él sonríe por primera vez, y sí, no es una media sonrisa, es una sonrisa de verdad que podría fundir el polo norte. Me siento completamente hipnotizada por él.

- Te vi la primera vez cayéndote de una estantería, la segunda a punto de ser atropellada y la tercera espatarrada delante de toda la clase. Perdona si llegué a pensar que eras la persona más torpe del mundo- visto así, puede que tenga razón en sorprenderse.

- ¿Te burlas de mí? – me mira más serio.

- Puede- responde y acelera el ritmo dejándome atrás completamente confundida.

Lo veo todos los días de camino al instituto, pero él actúa como si no me conociese. Pasa de largo y sigue su camino.

Es viernes y estamos en la clase de Economía, odio la economía, pero me gusta esa clase porque estoy con él y me habla más que en ninguna otra, aunque sea para explicarme todo lo que no entiendo. Es muy paciente conmigo y se lo agradezco.

El profesor nos manda un trabajo en parejas para el lunes y los dos nos miramos.

- Siento que te toque conmigo, seguro que bajo tu nota- me disculpo sintiéndome un poco culpable de que tenga que cargar con una inútil como yo en esa asignatura.

- No pasa nada, puedo hacerlo yo si quieres, pondremos los nombres de los dos- me dice sorprendiéndome.

- No creo que sea justo que lo hagas tú solo, puedo ayudarte, aunque sea con la portada, se me da bien pintar. Podemos quedarnos luego en la biblioteca y hacerlo- se me queda mirando sorprendido- el trabajo- añado al pensar en la confusión a la que puede llevar la expresión "hacerlo".

- No se me ocurriría otra cosa en la biblioteca- lo dice serio, pero sé que es otra broma- Vale, pero tengo que irme antes de las cinco.

Los viernes por la tarde no queda casi nadie en la biblioteca, todos se marchan en cuanto suena el timbre. Así que estamos los dos solos.

Abre los libros y empieza con el trabajo de economía. Es bastante paciente conmigo y me va explicando los pasos.

Alarga el brazo para coger mi libreta y nuestros brazos se rozan. Vuelvo a sentir esa corriente al tocarnos. Él se aparta como un resorte y baja la mirada.

- Perdona- dice sin mirarme a los ojos.

- No pasa nada, me has rozado el brazo, no es que me hayas metido mano ni nada parecido- se lo digo para restarle importancia y que no se sienta mal, pero parece que le molesta y, a partir de ese momento, muestra su comportamiento más distante.

Latidos SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora