Disimulando

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Me ha costado levantarme y salgo de casa con el tiempo justo. Voy corriendo hasta el lugar en el que he quedado con Chris.

No lo he visto desde la tarde anterior, cuando se fue a trabajar y no sé nada de él.

He pasado la noche esperando que apareciese en mi balcón, pero no ha sido así.

Giro la última curva del camino y me lo encuentro allí estirando ya. Me escucha llegar y me sonríe. Creo que podría pasarme la vida entera perdida en esa sonrisa y en su mirada.

No espero su permiso y me tiro a sus brazos. Él ríe, parece encantado con mi saludo.

- Buenos días, yo también me alegro de verte- dice sin dejar de abrazarme- el teléfono está en casa, sabe que no me lo llevo para entrenar.

Eso quiere decir que somos libres por un rato.

- Vamos a entrenar- dice preparándose.

Me sorprende, yo esperaba una cita secreta, pero él estaba pensando en entrenar de verdad.

- Vale.

Mientras corremos le explico que tuve que contárselo todo a mi madre y, sorprendentemente le parece bien.

- No quería traicionar tu confianza- digo casi disculpándome- pero no me gusta mentir a mi madre.

- Tu madre es genial. No tienes que mentirle por mí- lo dice con cierta melancolía, creo que piensa en su propia madre- el otro día con Luke y sus hermanas me di cuenta de que necesito ayuda. Yo solo no puedo con mi padre.

- Sabes que puedes contar conmigo- me coge la mano sin dejar de correr.

- Me llamó mi padre cuando iba en el coche. La actuación de la comida funcionó y parece que quiere optar al premio del buen vecino. Me dijo que no contrariase a tu madre.

Me lo dice con una sonrisa que significa una victoria.

- Entonces, ¿te obligara a tener una cita conmigo?

- No sé si tanto, pero creo que podré conseguir algo.

Cuando decide terminar de entrenar, estoy agotada. Me cuesta seguir su ritmo. Es bueno de verdad.

- ¿Desde cuándo corres? – pregunto mientras volvemos caminando cogidos de la mano.

- Desde pequeño. A los siete años había un grupo de niños mayores en la escuela que se metían conmigo porque era muy pequeño. Para evitarlos, iba y venía todos los días corriendo de casa a la escuela. Me perseguían, así que corría siempre lo más rápido que podía. Para no decir a mis padres que me acosaban, les dije que simplemente me gustaba correr, y me apuntaron al equipo de la escuela. Entrenar de verdad me hacía ser mejor y evitar a los matones, así que todo eran ventajas. Y ¿Tú?

- Desde los doce. Me costaba un poco hacer amigos, así que mi madre me hizo apuntarme a alguna actividad en grupo. El atletismo me pareció lo más individual y descubrí que me gustaba y se me daba bien y, además, me sirvió para hacer amigos.

- Eres muy buena.

Que me lo diga él, que es el mejor del equipo, es el mayor piropo que me podría decir.

- Ven, tengo una sorpresa- me dice subiendo la colina hacia su lugar secreto- ¿Has desayunado? – niego con la cabeza. Solo he tomado un zumo antes de salir.

Llegamos a la cima y saca una mochila de los arbustos. Tira una toalla en el suelo y empieza a preparar cosas.

- ¿Cómo sabes que son mis cereales favoritos? – pregunto al ver que prepara un bol con un poco de leche.

Latidos SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora