CAPÍTULO 19

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MIA

La ayuda de Chris hace efecto y creo que he aprobado el examen.

- Es la primera vez que entiendo las preguntas- le digo al terminar.

- Me alegro. Espero que apruebes, no era fácil- dice recogiendo sus cosas- me voy después del turno del super. Te veo el lunes. Gracias por hacerme el turno de mañana.

- No es nada. Pásalo bien.

- Es una broma, ¿no?

Me encojo de hombros y él sonríe.

- Disfruta con tu padre- me dice él.

- Eso sí que es una broma- digo yo riendo.

Llego a mi turno del súper y veo a la familia de Chris en el coche esperándolo. No me han visto, así que entro rápido para verlo en el vestidor.

- Has venido pronto- me dice cogiendo su mochila.

- Quería verte antes de que te fueras- confieso.

- Esperaba que lo hicieras- sonríe.

Me acerco a él y le beso.

- ¿Un beso de despedida? – bromea.

- Para que no me olvides este fin de semana en la playa- digo con altivez.

- Como si pudiera olvidarte algún segundo de mi vida- me besa de nuevo- tengo que irme. Me esperan fuera.

- Sí, los he visto.

- Hasta el lunes.

- Hasta el lunes. ¿Puedo preguntarte dudas de economía?

- Claro- dice riendo- espero ansioso poder resolver tus dudas.

He quedado con el idiota y su familia para cenar y le he pedido que pasen a buscarme por el súper.

Me cambio y me pongo un vestido y una cazadora con zapatillas y salgo a encontrarme con ellos.

- ¿Papá? – digo poniéndome frente a él. Me ha visto llegar y ni siquiera me ha conocido. Me mira de arriba abajo antes de hablar.

- ¡Mia! ¡Qué mayor estás!

- Y ¡qué guapa! – ahí está Kaitlin, se me acerca y me abraza dándome dos besos en las mejillas.

- ¡Ya eres toda una mujer! – esa típica expresión de padre me molesta y corrobora que n tiene ni idea de la edad que tengo.

- Papá, tengo 17, no 12- le digo disimulando mi disgusto con una sonrisa.

- ¡Mia! – es el pequeño Rick, le han puesto el mismo nombre que mi padre y le llaman Junior, así son de originales.

- ¡Junior! – el niño ha crecido desde la última vez. Viene hasta mí y lo levanto en brazos.

- ¡Cómo pesas ya! ¿estás entrenando! – bromeo con él, pues le gusta entrenar conmigo cuando estoy en su casa y viene siempre detrás de mí.

- Sí, claro. Voy a ser tan rápido como tú- sonrío al escucharlo.

Layla sale del súper y se nos queda mirando sin disimulo.

- Mia, te veo mañana- nunca me habla y sé que se ha acercado para cotillear. Mira mi padre con interés.

Mi padre es idiota, pero es un hombre joven y atlético. Puedo decir que he heredado de él mi capacidad para el deporte.

Latidos SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora