CAP 3

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El hecho de tener sobrepeso desde mi niñez, marcó muchas cosas en mi vida, y no de una buena manera. Sufro por tener sobrepeso desde que tengo memoria, pero definitivamente hay una diferencia entre antes y ahora. Vivimos en una sociedad donde solo sirve para imponer imágenes, tendencias, o modas. Sólo para eso. Mientras no sigas, no seas o no compartas lo que la sociedad crea, siempre te estarán hechando mierda. Mientras no seas la chica raquítica de piernas largas como las modelos de ropa interior, o no seas un chico musculoso, con todo el cuerpo marcado, siempre te estarán criticando. Osea, si no sos lo que la sociedad impone, eres un fenómeno. A la mierda con la sociedad. A la mierda con la opinión de la gente. Obviamente los comentarios seguirán molestando, pero ya no afecta de la manera que me afectaba cuando era niña. Y cada gente que me agrede verbalmente, me insulta por mi físico, o simplemente se burla por cómo me veo... Simplemente digo que nos veremos en el infierno, chico. Y definitivamente, por desgracia, veré a Joshua y su novia caniche, en el infierno.

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Estaba caminando por el centro, con la única idea de entrar a donde considero el paraíso. El lugar de nombre "Woodstock", conocido por sus ventas de discografías, pósters, remeras, y muchos accesorios de rock y derivados. Me encanta este lugar. Siento como si fuera mi segundo hogar. Todos mis discos lo compro de aquí.

Paso mi mano buscando el álbum que sueño con tenerlo, hasta que la encuentro, “Pablo Honey – Radiohead”. Si tuviera que describir mi rostro ahora sería como la Homero Simpson cuando ve una rosquilla. Hermosa imagen.

Siento que la puerta se abre y escucho una voz. La reconozco. Ese tono como de un gato maullando o chillando tan asquerosamente feo. Mierda. Me quedo quieta. Por favor, que no sea la chicle fresita reencarnación de Megan Fox. Rezo.

Oh no.

            -Josh, bebé, no es esa la gorda patética que vino a golpear tu puerta el día de la fiesta? –suelta Amber. Mierda. Trato de caminar normalmente, como los pinguinos de madagascar y mentalmente me digo "bonitos y gorditos, chicos.. bonitos y gorditos", lejos de ahí cuando escucho la voz de Joshua. –Sí, es ella. –Escucho su risa y me doy cuenta que todos me ven. Aprieto fuertemente el batido de fresa que tengo en mi mano y suelto el disco de Radiohead; volveré por tí, nene. Par de idiotas. Insisto que son la pareja perfecta. El mismísimo imbécil me ofendió, oh no. Ya no soy la misma de antes. Me acerco lentamente a ellos con la sonrisa más falsa, merecedora de un par de oscar y los saludos tan fingidamente. Mierda, podría ser la nueva estrella de Hollywood, pienso. Mientras paso al lado de Joshua y.. ups. Me tropecé con alguna cosa invisible y mi batido fue sin querer a la blusa tan rosa chillona, tan ella, de Amber. 

-Estúpida! -chilla ella y por poco no me tapo los oidos. ¿Cómo consiguió esa voz? La miro. -Perdón. -le digo con una sonrisa truinfante. Ella mira a Joshua y lo recrimina. -¿Acaso no le dirás algo? -pregunta. El se acerca tan cerca que solo yo puedo oir su voz. -Gorda estúpida, eres patética. -sonríe malévolamente. Lo miro a los dos, y aparte de idiotas son el mismísimo diablo. La sonrisa en mi rostro desaparece. Y voy lo más lejos posible de ahí.

Por favor, no llores, me digo mentalmente. Sigo caminando cuando siento que comienza a llover. Muy bien, el día cada vez se pone mejor. Debo ir caminando lo más rápido antes de que comience a llover más fuerte, pero, vaya suerte la mía, es demasiado tarde. Como si todo conspirara en mi contra, comienza a llover mucho más fuerte, y yo temblando de frío.

            Saco mis auriculares y me lo pongo. Me encanta este tema, AC/DC siempre ayudando en momentos embarazosos. Back In Black tan fuerte que no consigo oir nada más que esa jodida canción; sigue sonando hasta que siento que alguien me agarra del brazo, me doy la vuelta como para pegar un puñetazo hasta que veo que se trata de Joshua. Ojalá no hubiera esquivado el muy idiota y lo golpeara en su mandíbula. Ya lo conseguiré algún día. Veo sus labios moverse, creo que me está hablando pero continuo caminando, ignorandole. Se pone a mi lado y caminamos juntos bajo la lluvia. ¿Por qué simplemente no se va? Pienso en la idea de que nos podría agarrar hipotermia si seguimos caminando, él lleva apenas una camisilla y yo una polera con unos shorts. ¿Por qué siquiera me importa el imbécil que me avergonzó? Porque sabes que detrás de la fachada frívola tienes un corazón gigantemente bondadoso, me dice una alguien en mi interior. Ruedo los ojos y dejo de caminar. Él hace lo mismo.

Me saco los auriculares, -¿Qué quieres? –le digo, En sus ojos noto una pizca de arrepentimiento. Sí, por lo menos ya es un avanzo. Es un maldito monstruo. –Yo solo, quiero pedirte disculpas por mi comportamiento -dice. -¿Qué quieres? –le vuelvo a repetir. –Me quiero disculpar. Sé que actué como un imbécil, pero por favor, discúlpame, no fue mi intención ofenderte. Suelto una risa histérica. –Definitivamente eres un imbécil y gracias por confirmármelo –le digo y sigo caminando. –Y sabes qué? –le digo. –Disculpa aceptada, ahora déjame en paz, a esta gorda patética nunca más la verás igual si vives al lado. –le espeto, y ya no trato de ocultar el dolor que siento. –Por favor, acepta mi regalo como una disculpa. En realidad quiero que seamos amigos, sé que no fue la manera que debería haberte tratado y que no soy digno de tu amistad, pero, sólo por favor, quiero que nos llevemos bien. –Me dice, extendiendo su brazo con una bolsa. Cojo la bolsa y veo que es el álbum de Radiohead. No me muevo. Vaya que sí sabe cómo pedir ser amigo de alguien, me digo. Lo miro y comienzo a negar pero pensándolo bien. ¿Por qué demonios niego la cabeza? Lo agarro y continúo caminando. Sé que ahora estoy sola porque ya no siento su imponente presencia. Pero, nunca lo disculpé.

El Atractivo y la Gorda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora