CAP 21

13.3K 724 59
                                    

Miro el reloj como si en cualquier momento explotara volando mis sesos y los de Ashton; como sí luego llegara el apocalipsis zombie y sobreviviría unos cuántos días gracias a los episodios de The Walking Dead, o como si, en cuestión de segundos entraran a la tienda unos secuestradores que nos tomarán como rehenes para conseguir bastante dinero y luego asesinarnos. Pero la realidad es, que miro el reloj como si no quisiera que nunca termine mi horario de trabajo. Nunca deseé tanto quedarme en el trabajo hasta que muera. Falta un minuto. Un maldito minuto para que cerremos y, yo estoy hiperventilando. Ashton es consciente de eso, ya que, cada dos seguros me mira de reojo como si cuando me perdiera me vista, estaría tirándome del puente. Es demasiado dramático. Igual que yo. Somos los dueños del drama.

            Mientras me despido de él, con tanto nerviosismo, noto que lo abrazo fuertemente. De seguro ya no está respirando. Y ahora, de seguro, su corazón dejó de latir, y dentro de dos minutos estaré tirada en el piso con su cuerpo sobre mis piernas y llorando como si no hubiera un mañana, y luego me encargaría de su entierro, de contactar con sus familiares para dar a noticia que su hijo a muerto por mi culpa. Bueno, más bien a culpa de Joshua y

-Hey. Frances, te admiro mucho pero no puedo respirar aquí –dice con la voz amortiguada por el efusivo abrazo. Lo suelto lentamente y me despido con una inclinación de cabeza. Luego voy directo a mi casa. Bueno, puede ser que haya paseado por el shopping; parado a tomar un helado de uva bien sabroso; irme a la plaza para mirar los árboles, y luego, ir directamente a mí casa. Tal vez he demorado lo bastante como para que Joshua se olvide de nuestra conversación y esté acostado en su cama, sin camisa… únicamente en bóxer… Y otra vez, mi mente va para otro lado. Muevo fuertemente la cabeza cuando cruzo la calle para ir directo al pórtico. Llego en la vereda, y voy lo más silenciosamente posible, como para ser ignorada por todo, y todos. Camino lentamente hasta que

Grito tan fuerte como mis pulmones pueden aguantar, tan fuerte que siento como la garganta se me raspa y definitivamente me quedaré afónica, tan fuerte que veo los pájaros volar rápidamente de los árboles, tan fuerte que Joshua a mi espalda comienza a reírse como una maldita cabra prostituta estornudando y teniendo un orgasmo. Joder.

            No me pregunten cómo es que sé cuándo una cabra prostituta estornuda y también tiene un orgasmo. Pero.. eh, Joshua suena a eso.

Me giro y comienzo a golpearlo en el pecho, varias veces, fuertemente. –Te odio, te odio, te odio –espeto con cada golpe –eres un idiota. Te odio con toda mi vida –y sigo golpeándolo hasta que el muy maldito consigue agarrarme de las muñecas, con cada brazo. –Suéltame! –y tiro fuertemente mi brazo derecho, tan fuerte que no me di cuenta que su agarre se había aflojado y mi brazo fue directamente a mi boca, que luego de segundos comienzo a sentir un sabor metálico. Vaya suerte la mía, pienso con sarcasmo. Me he roto el labio yo misma. Pero, qué manera de ser tan inteligente.

-Joder, Frances. ¿Puedes dejar de ser tan malditamente violenta? Tú sola te haces daño! –me grita mientras rápidamente envía su mano a mí mentón y con un dedo, limpia la sangre que sigue fluyendo de tal manera que en cuestión de segundos moriré desangrada. Me agarra fuertemente del brazo y me estira; cuando me doy cuenta que me envía a su casa y no la mía, hasta que comienzo a protestar y me tira una mirada de –callate-o-te-saco-la-maldita-lengua, entonces, silenciosamente obedezco.

            Entramos y cierra de un portazo cuando directamente me lleva para su cuarto. Oh maldita sea, que buenos recuerdos. La última vez que estuve aquí, fue cuando lo vi casi completamente desnudo, si no hubiera sido por esa toalla. Muerdo los labios, hasta que recuerdo que, hace minutos, me di una paliza yo misma, y ahogo un grito. Nos sentamos en su cama, mientras con su mano, mueve mi cabeza para mirarnos fijamente a los ojos. Sin decir una palabra, él se levanta y rebusca algo por su baño mientras que yo cruzo las piernas encima de su cama y comienzo a juguetear con mis dedos.

            Todo es demasiado raro. Demasiado conocido, pero extrañamente, no hay dolor, no hay resentimiento y mucho menos celos, de mi parte.

Frunzo el ceño. ¿Dónde quedó mi maldita rabia de hoy en la mañana? ¿Mi ganas de golpearlo en su perfecta cara? ¿Mi nerviosismo al estar tan cerca suyo luego de un buen tiempo? Bueno, el primero no, pero los dos últimos continúan, no tanto como anteriormente, pero en definitiva continúa ahí en lo más fondo de mi ser.

Vuelve con una caja de lo que sería, con remedios, pomadas y varias cosas curativas. Con los dedos ágiles y elegantes, saca un algodón y lo moja escasamente con alcohol, luego apoya por la esquina de mi labio, suavemente. Doy un salto y grito al mismo tiempo. Pero su mirada me dice para que siga quieta. Su mandíbula está tan apretada que, no me sorprendería si sus dientes se rompan en cuestión de segundos. Está demasiado silencioso, demasiado tranquilo, y demasiado silencioso, de nuevo. Todo esto es raro. Algo anda mal.

-Cristhina. –dice, como si nada. Y lo miro con una cara de retrasada. -¿Eh?

-Cristhina. –vuelve a repetir. -¿Eh? –vuelvo a repetir.

Me mira con una mirada de diversión, cuando vuelve a habar. –Es la chica que me abrazó aquel día en el lago –murmura distraídamente cuando está a punto de volver a colocar el algodón sobre mis labios, y lo aparto de un manotazo.

-¿Cristhina? ¿Quién es ella? –pregunto, tratando de evitar el tono molesto de mi voz, pero fallo totalmente. Mierda, parezco esas novias repulsivamente celosas que viven pendiente de sus novios, pero ya no soy su novia.

Suelta un suspiro lento, cuando comienza con el show.

-Ella fue una muy buena amiga de infancia. –suelta. –Nos llevábamos muy bien, sus padres y mis padres son de alta sociedad y muy buen amigos, por ello, nosotros también lo fuimos –y por un momento dudo de la palabra “fuimos” hasta que se esfuma rápidamente cuando continúa y tiene totalmente mi atención –éramos muy cercanos, tan cercanos que todos comenzaban a vernos como una bonita pareja de niños con sentimientos encontrados, pero inocentes, por ser niños. Todo iba de maravilla entre nosotros, hasta que fuimos creciendo y nuestros padres nos presionaban para andar juntos. De hecho, seríamos la real pareja perfecta –acentúo con sus manos haciendo unas comillas, las últimas cuatro palabras. –Claro, nuestros padres tenían suficiente dinero como para comprar toda una isla, y éramos muy atractivos, entonces, en definitiva, éramos tal para cual. Hasta que no aguantamos. Y ella se enamoró. Justamente de la persona errada. Un chico, de sociedad bastante baja, se conocieron en la universidad mientras yo me mudaba para acá –dice cuando me mira profundamente y se me hace un nudo en la garganta.

            -Y bueno, cómo ya sabes, el resto de la historia ya a conoces.. Aunque, esa vez en el lago, me contó que estaba embarazada de tres meses –sonríe tristemente. Ahora todo casi tiene sentido. Por eso la forma en que se abrazaron, tan familiar y cariñosamente. Pero no explica el hecho de que haya demasiada pasión en ese abrazo. No explica que luego de varios meses, me buscó. No explica absolutamente nada. Bueno, tal vez una parte. –Parece como una historia bastante profunda. –murmuro. Cuando me pongo coraje y lo miro a los ojos. –Pero eso no explica el hecho de que te fuiste. –susurro con dolor. Mira fijamente algún poster detrás mío. Pero pareciera que estuviera en otro lugar.

            -Bueno, en realidad no te conté el final. Resulta que Cristhine vino en mi busca, para hacerme saber que a mi madre le han disparado en el pecho, cuando intentaban asaltarla- suelta y yo me siento como la mierda. Una jodida mierda. ¿Todo este tiempo estuve odiando a Joshua por razón ninguna? Bueno, tal vez tenía mis motivos. Pero no sabía qué pasaba con él, y no podía juzgarlo. Bien que digo no juzgar a la gente por lo que aparenta, y voy y hago eso con él. Una careta. Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos mientras que me tapo la boca con las manos.

Oh Dios. ¿Por qué soy tan egoísta?

¿Por qué todas las personas que están a mi alrededor tienden a sufrir?

¿Por qué no esperé a Joshua, y que me de sus explicaciones antes de mandarlo a la mierda varias veces?

Lo último si tiene respuesta, y es una sola palabra: Inseguridad.

El Atractivo y la Gorda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora