Siento como si todo da vueltas. Sólo deseo que todo esto se congele. No! No puede ser. ¿Él.. acaso él era? Oh mi Dios. Creo que voy a vomitar. Por eso me parecía conocido su nombre, por eso esos ojos me eran conocidos. Por eso… Me entran unas ganas enormes de llorar. -¿Por qué.. por qué me lo dices ahora? –pregunto con las lágrimas a punto de salir de mis ojos.
-Yo.. yo no lo sabía, mierda. –vuelve a revolverse el cabello. –No lo supe hasta cuando te vi en el parque con ese niño, demasiado vulnerable. Y esa mirada en tus ojos conocía. Era la misma cuando ibas a la escuela. Mierda Fran, si yo pudiera cambiar todo eso, lo haría. Era apenas un niño insolente. Yo.. yo enserio lo siento tanto. –dice mientras agacha la cabeza y algunos mechones caen en su frente. Mis dedos ansían tocarlo.
Luego caigo en la idea que estoy de novia con unos de los niños que hicieron mi vida un infierno. Joshua Jett. Pero ellos lo llamaban Jett. Oh mierda. Ahora definitivamente estoy llorando. Pero el Joshua que he conocido ahora, mi vecino, no se compara al niño que hacía de mi vida un infierno. Lo de ser imbécil le sale naturalmente y obviamente eso no ha cambiado. Pero no es igual que aquel niño que se la pasaba haciéndome bromas, insultándome.
Lo miro fijamente. Con los ojos borrosos por las lágrimas que caen abiertamente. Doy un grito ahogado mientras se acerca y me abraza. –Yo lo siento tanto. No sabes lo mal que me siento. Fui un idiota. Era un niño. Por favor, perdóname. –susurra mientras me da un beso en la frente. Lo abrazo fuerte, como si mi vida dependiera de ello y asiento la cabeza mientras su camisa se moja por las malditas lágrimas que siguen cayendo y no paran.
Nos quedamos así. Por varios minutos. Tal vez demasiados minutos. Hasta que logro calmarme y me suelto de él. Sorbo la nariz de la manera menos femenina y me limpio los ojos.
En el instante que miro sus ojos y cuando en mi pecho algo comienza a agrandarse caigo en la patética realidad.
Lo que evitaba a toda costa, y definitivamente ha pasado.
Estoy enamorada de Joshua Jett.
El chico que cuando éramos niños hizo mi vida imposible.
El chico que al tocar la puerta de mi casa me ha hipnotizado con esos ojos.
El chico que me dio mi primer beso, y el segundo… Y el tercero.
El chico que definitivamente no puedo tener. Porque nuestros mundos son polos opuestos. Diferentes.
Joshua Jett, el chico que me ha enamorado con su encanto y arrogancia. A quien debo dejar antes de que sea demasiado tarde.
-Yo… Joshua yo. Yo no puedo con esto. –le digo mientras salgo de su casa y corro hacia la mía.
Lo sabía. Tenía la certeza absoluta de que no podría decirlo con las palabras necesarias y que alejarme de él dolería como la mierda. Dejar algo que me al chico que amo, sabiendo que nunca podremos estar juntos, que la diferencia que acarrea en nosotros es tan exageradamente grande que me hace querer volarme las tripas. La bilis comienza a subir por mi garganta y antes de ser capaz de entrar a mi casa, termino detrás de un árbol vomitando todo lo que consumí en el día.
Cuando consigo recuperarme, voy para mi cuarto lo más rápido posible, no sin antes arrugar la nariz por la pequeña asquerosa escena que acabo de echar por un pobre e inocente árbol que definitivamente no tiene la culpa de mi estupidez.
Entro en mi dormitorio y apago las luces, cierro la ventana que justamente da para la casa de Joshua y justamente para el lado de su dormitorio, donde justamente tiene otra ventana, y para suerte mía, él está ahí, observándome a lo lejos. No son más que metros y paredes los que no separan, pero pareciera que estuviera al otro lado del mundo. Pareciera que es tan imposible de alcanzarlo. Cierro la ventana no sin antes que se me derrame una lágrima por los ojos. Maldita llorona. Enciendo mi lámpara de lava, me acuesto en la cama, cierro los ojos y todo viene a mi mente.
Miren quién acaba de llegar, el terremoto que ocupa todo nuestro espacio –dice el idiota de Jett. Es un niño verdaderamente insoportable y lindo. Lo odio. Desde que tengo memoria ha hecho de mi vida una completa mierda.
Desde que llegué a la escuela, me ha jodido. Se ha burlado de mí y también ha hecho que todos mis compañeros hagan lo mismo. Y todo por un simple jodido problema. Mi maldito peso. –Hey, ballena. Tengo una tía que es de esas doctoras que ayudan con la comida… -comienza a decir y me burlo mentalmente por el hecho de no saber que es una nutricionista, todo lo contrario a mí. Mis padres me han llevado a consultar con tantos nutricionistas a mi corta edad que definitivamente olvidé la cantidad. Fueron muchos, varios, pero nunca ninguno me ha servido. El hecho de que a ellos le molesten mi cuerpo, que ellos se avergüencen de ello y por eso me molestan, me parece estúpido. Nunca tuve la oportunidad de disfrutar mi niñez. Nunca tuve una infancia normal.
Mientras todos se pasaban jugando en las casas de sus amiguitos, yo me iba a consultar siempre con nutricionistas, o simplemente me quedaba en casa, sola, a llorar, por todo lo que pasaba ese día. Ellos no tiene ni idea de lo que siento cada vez que me escupen un insulto, principalmente el maldito Jett.
Pero algún día, nos volveremos a encontrar, y definitivamente me encargaré de destruir esa pequeña pero bonita y arrogante sonrisa suya de aquel rostro tan perfecto para alguien tan niño como él.
Me despierto de un salto cuando escucho que golpean la puerta de mi dormitorio, que por suerte divina, he llaveado. –FRAN, JODER! –escucho la voz de Joshua.
¿Qué mierda quiere ahora?
Me levanto de un salto y abro la puerta para escupirle la mayor cantidad de insultos que mi limpia boca pueda ser capaz de tirar. –QUÉ MIERDA QUIERES JODIDO IDIOT.. –y antes de que pueda terminar mi frase con mayor insultos hecho nunca jamás, el jodido hijo de puta me agarra por los lados de mi cabeza y me besa fuertemente.
Tan malditamente fuerte que nuestros dientes chocan antes de que su lengua invada sin permiso, mi boca. Lo empujo con la mayor fuerza para poder mover a esta maldita muralla china y me alejo lo más rápido.
-¡Jodido cretino estúpido idiota capullo de la tierra! Maldito patán, no vuelvas a besarme en toda tu jodida vida. –Termino gritando que no sé si fue capaz de entender por lo menos dos palabras. Estoy a punto de tomar un enorme bocanada de aire, estoy segura que abro la boca como un hipopótamo, por todas las palabras dichas rápidamente y luego me vuelve a besar.
Me besa tan malditamente bien que no soy capaz de reaccionar y pensar en dos segundos un insulto más grande que lo que acabé de decirle. Agarra mis brazos y guía a su estrecha y tan sensual cadera. Le devuelvo el beso. Movemos nuestros labios al unísono. Todo es tan hermoso como para ser real. Oh Dios, definitivamente me he enamorado de un cretino estúpido capullo canalla. Sexy, tierno, arrogante, hermoso, ardiente, caliente, y todos los demás sinónimos de sexy. Se separa lentamente y busca mis ojos.
-Por favor, perdóname. No sabes lo gran idiota que me siento, pero simplemente no puedo alejarme de ti. Eres una maldita bruja con una bocota realmente sucia –dice mientras se eleva una esquina de sus labios, dándome una sonrisa hermosa. –Deja de querer alejarme de tu vida, Fran. Te lo suplico. No tomes esta decisión por los dos, no lo hagas.
Me vuelve a besar mientras las lágrimas amenazan con salir.
Lo abrazo fuertemente. No quiero que me deje jamás. Pero no estamos destinados a estar juntos. Él lo sabe. Aunque quiera negarlo.
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El Atractivo y la Gorda.
Romance¿Cómo tomarías el hecho de que tengas sobrepeso, y que tu nuevo vecino sea tan atractivo como si fuera el pecado en persona? Soy Frances, una chica apunto de cumplir 18 con problemas de peso, que luego conoce al ser más arrogante del planeta, llamad...