compras y más cosas

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Samantha

No hace ni veinticuatro horas que he vuelto a Madrid y ya me siento rara, echo de menos el frio Londres, pero está bien eso de volver a un país donde te entiendan al hablar y no pensar que haces el ridículo cada vez que hablas, aunque mi nivel de inglés ha mejorado en mi estancia allí, no es demasiado bueno.

Miro a mi alrededor y todo está todo igual, de pronto se me vienen flashbacks de mi tiempo en esta habitación. La primera vez que vine a Madrid con Mai en busca de un sueño y años después, vuelvo a este lugar, con sueño cumplido y en busca de seguir avanzando en eso. Realmente no me he puesto a pensar en cómo quiero enfocar mi nuevo poemario o si va ser un poemario, supongo que necesito un tiempo de relax, estos últimos años han sido un no parar de presentaciones, charlas, escribir y más escribir... mi mente necesita un tiempo para descansar y quizás así logre escribir algo bueno. Por suerte, mi editora no me mete presiones, al contrario, dice que volver a Madrid ha sido un gran acierto pues así las reuniones pueden ser más frecuentes y puede proponerme pequeñas cosas para que no caiga en el olvido por así decirlo.

Es raro, me siento una extraña en la que un día fue mi casa. Salgo fuera de mi habitación y me dirijo a la cocina a por un zumo o algo. Todo está en silencio, no hay absolutamente nadie, Mai me ha dejado una nota en la nevera.

"Titi, tienes zumo en la nevera, yogurt y más cositas. También hay avena, pan y cereales, para que cojas lo que quieras, pero no te olvides de desayunar. Nos vemos luego"

Me rio por la última frase porque es justo lo que voy hacer, no desayunar, no soy una persona que desayuna siempre, pero no voy a decir no a un zumo mientras pienso en qué hacer con todo mi tiempo libre. Quizás es hora ordenar mi armario y adornar mi habitación, no tengo otra cosa mejor que hacer porque escribir no es una opción.

Me pongo a sacar ropa de la maleta y meterla en el armario hasta que llegue alguien con quién poder hablar. Es un poco aburrido estar toda la mañana sola sin nada que hacer. Me pregunto quién llegará antes, si Mai o Flavio. Hablando de Flavio, ay que ver lo que ha crecido, lo guapo que está y lo maduro que parece cuando habla, nada que ver con el Flavio que vi por última vez, es un cambio bueno, aunque no hemos hablado demasiado, algo me dice que voy a darle mucha lata el tiempo que pase aquí, ya que Mai se pasa el día fuera.

La mañana trascurre tan aburrida como predije, pero por lo menos pude sacar toda la ropa de la maleta y ordenarla de alguna forma. En cuanto a adornar la habitación... lo dejamos para otro día, tengo que comprar algunas cosas para ello... quizás pueda arrastrar a Flavio para que me acompañe esta tarde, aunque supongo que tendrá que practicar con su piano... algo se me va ocurrir para convencerlo.

La primera en llegar Mai quejándose del trasporte público y de lo poco considerada que es la gente a la hora de cederle su asiento a personas mayores.

- Bueno, ¿tu que has estado haciendo toda la mañana? – pregunta dejando las cosas en la mesa – perdón, que haya entrado así tan alterada, es que no estoy acostumbrada a encontrarme con alguien cuando llego

- Saqué la ropa de la maleta y eso... y estaba pensando en que tengo que ir a comprar algunas cosas, ¿crees que Flavio quiera acompañarme esta tarde?

- ¿Flavio? Suerte con eso, normalmente se pasa la tarde con el piano, al menos que sus amigos del conservatorio le propongan algún plan. Ya sabes, Flavio y el piano, el piano y Flavio

- Lo intentaré, la verdad no me apetece ir sola, pero si no queda otra... - algo se me va ocurrir para convencerlo, no puede ser tan difícil – Por cierto, ¿la comida? No quise hacer nada por si tu tenías planes de hacer algo

DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora