nueva realidad

3.2K 179 34
                                    

Flavio

Era un día como otro cualquiera en la ciudad de Madrid, el sol no brillaba, ya que estaba tapado por las nubes de un cielo encapotado, una temperatura media. El otoño había llegado y con este la rutina de muchas personas. La ciudad ya estaba llena de gente, unos que volvían de vacaciones y otros que recién se instalaban, fuera como fuere, había gente por donde mirases.

Y entre tanta gente, en pleno centro de Madrid, vivo yo, Flavio, con mi hermana Maialen desde hace algunos años, no demasiados, quizás dos, tres. Vine aquí para continuar mis estudios de piano y estar al lado de mi hermana, ya que es la persona que más me ha apoyado siempre y tener a alguien que te apoyé al lado siempre es bueno. Mis padres, buenos, ambos separados, y por supuesto que me apoyan, pero no es lo mismo, con mi hermana puedo hablar, es una de las personas que más me entiende y eso me hace sentir bien. Siempre he sido una persona observadora, prefiero observar a hablar, aunque entiendo que no siempre lo puedo hacer, esto hace que mucha gente me juzgue sin conocerme. 

Me gusta hablar y conocer a las personas, pero considero que es importante primero observar sus gestos, su tono de voz, con esto puedes intuir las intenciones de esa persona... no me gusta abrirme de primeras, de hecho, me cuesta hacerlo y si realmente me abro a alguien es porque siento confianza con esa persona. ¿Conocidos? Muchos, ¿personas con las que realmente consiga esa confianza? No demasiadas, pero no importa la cantidad, sino la calidad, siempre he pensado así.

Me he levantado temprano para ir al conservatorio y después de estar un par de horas sumergido entre las teclas del piano bajo la supervisión de mi profesor, volví a casa, donde me esperaba mi hermana como cada día, nada atípico, todo normal, la misma rutina de cada día. Mi idea es comer algo antes de sumergirme en el piano de nuevo, sino practico las clases no sirven nada, pero ese día mi hermana tiene otros planes.

-       FLAVIO – la escucho gritar nada más entrar por la puerta – menos mal que ya has llegado – cualquiera diría que pasa algo grave, pero a juzgar por el tono de su voz es todo lo contrario, parece emocionada. La miro sin entender que está pasando mientras dejo mi mochila encima de la mesa

-       ¿Qué pasa? – pregunto confuso antes la emoción repentina de mi hermana - ¿ha pasado algo en el trabajo? – ella niega con la cabeza acompañada de una sonrisa – Entonces, ¿qué pasa? 

-       No sabes quién viene hoy – niego con la cabeza porque evidentemente no, ni si quiera sabía que esperábamos visita

-       Flavio, ¿no sabes qué día es hoy? – vuelvo a negar y empieza a pensar que mi hermana se ha vuelto loca – Te lo conté la semana pasada, viene Samantha, se va quedar con nosotros hasta que encuentre un sitio asequible y bonito para vivir ella sola. Le dije que podía quedarse el tiempo que quisiera, al fin y al cabo, esta también ha sido su casa

Samantha. Ahora lo recuerdo, mi cabeza quiso olvidar ese pequeño detalle de que Samantha iba a vivir con nosotros, ¿cómo pude olvidar algo así? No todos los días le dicen a uno que la chica con la cual has tenido un crush desde que tienes uso de razón va vivir bajo tú mismo techo una temporada... no sé cómo sentirme al respecto, ni si quiera sé si ese sentimiento, por llamarlo de alguna forma sigue existiendo. No es que me moleste que viva con nosotros, no me molesta en absoluto, es solo que creo que es un poco raro vivir con tu crush.

-       Genial, ¿y cuando viene? – pregunto curioso ya que parece que va llegar de un momento a otro por la emoción de mi hermana

-       Está en el aeropuerto, así que en una hora aproximadamente, le dije que iría a buscarla, pero dijo que no – no me sorprende para nada que dijese que no, tan cabezona como siempre, es parte de su esencia - Fui a comprar esta mañana comida porque la nevera estaba casi vacía y no podemos pretender que Samantha viva del aire

DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora