el mundo detenido

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Flavio

- Oye, Flavio – escucho decir a mi amigo Gèrard mientras vamos camino al metro de vuelta del conservatorio

- ¿Qué?

- ¿Cuánto hace que conoces a Samantha? – lo miro y me rio por la pregunta. Gèrard no ha parado de preguntarme por ella desde el día que la vio. Hasta ahora solo preguntaba como estaba, a lo que yo contestaba que bien, ¿qué iba contestar? Está bien y ya está

- Hace mucho tiempo – contesto sin darle mucha importancia.

- ¿Y sabes si está saliendo con alguien? – me paro en seco y lo miro. ¿Qué es lo que quiere exactamente?

- No lo sé – respondo intentando restarle importancia – Creo que no

- ¿Crees que si la invito a tomar algo aceptaría? – Lo miro y me pregunto si habla en serio. Por supuesto que lo hace. – Aunque me tendrías que ayudar porque no sé cómo hacerlo... ya sabes que no se me da bien hablar con chicas, pero es que desde que la vi no he dejado de pensar en ella. – No puedo culparlo, Samantha causa esa impresión, pero no voy a mentir, me molesta un poco que se fije en ella y no, no estoy celoso, es solo que no sé cómo decirle el tipo de relación que tengo con ella, no puedo decírselo. Aunque sé que no somos nada, que lo nuestro es puramente sexual... no me siento cómodo que un amigo mío salga con ella.

- Bueno, que no esté saliendo con nadie no significa que no tenga con un lio con alguien – digo intentando que se olvide de la idea de invitarla a salir.

- ¿Lo tiene? Claro, era de esperar, es preciosa. Te lo juro, cada vez que me duermo veo su cara y dirás que estoy loco porque solo la he visto una vez, pero de verdad, me sentí muy idiota ese día porque ni podía hablar – me rio por la forma de hablar de mi amigo. Parece que ahora somos dos que tenemos un crush con ella, salvo que yo bueno... bueno.

- Samantha está fuera de tu liga me temo – le digo y es cierto, no he dicho ninguna mentira. No veo a Samantha saliendo en alguien como Gèrard... o como yo.

- Lo sé, por eso me te quería pedir ayuda a ti, tú la conoces y podrías hablar con ella... pero si tiene un lio con alguien, no creo ni que acepte tomarse un café conmigo – niego con la cabeza

- ¿Por qué no invitas a tomar algo a Anne? Creo que ella si está muy interesada en ti – Anne va conservatorio con nosotros y desde que la conozco no ha dejado de mirar a Gèrard en las clases, supongo que eso significa que le gusta, sino es así, mi amigo va a matarme

- No sé, no se me da bien esas cosas –

- Si no lo intentas

Continuamos un rato hablando, intenté convencerle de que invite a Anne a tomar algo, así se olvidaría de la idea de invitar a Samantha. No sé qué hará, Gèrard no es muy bueno hablando con las chicas, siempre acude a mi cuando quiere hablar con alguna. A mí no es que se me dé especialmente bien, pero no me ha ido mal hasta ahora

Llego a casa con intención de comer lo que sea, ya que me muero de hambre. Entro a casa y me encuentro a mi hermana sentada en el sofá mirando el móvil. Supongo que está mirando su agenda de hoy o está hablando con Bruno. Me sorprende no ver a Samantha con ella, ya que siempre que llego están juntas, salvo si mi hermana se ha ido antes de que yo haya llegado. Supongo que habrá salido o algo así. 

- Fla – escucho a mi hermana llamarme desde la puerta de la cocina mientras yo estoy calentando un poco de comida que me ha dejado Mai. - ¿Cómo estás hoy? – pregunta mi hermana después del día que tuve ayer. La verdad que agradezco que lo haga.

- Bien, estoy bien, no te preocupes – El día de ayer fue raro, lleno de frustraciones, pero agradecí que Samantha estuviese ahí. Fue agradable tener su presencia, aunque no dijese nada, me sorprendió que no se hubiera cansado de mis silencios y se hubiese ido, pero ella se quedó hasta dormirse. Después de eso hablamos y aunque sigo con el miedo de la canción, me ayudó bastante el hecho de soltarlo.

- Tienes mejor cara – me dice mi hermana acercándose a mí y acariciando mi rostro - ¿Cómo va esa canción?

- Bueno – me rasco la nuca y me rio – un poco mejor, pero no tan bien como debería de estar

- Lo vas hacer genial, estoy deseando de verte – me regala una sonrisa y yo me acerco a ella para abrazarla

- ¿Tienes mucho trabajo hoy?

- Si, así que Bruno va venir a por mí y me quedaré con él esta noche – dice separándose de mi – Me espera una tarde agotadora

- Te va ir bien – saco el plato del microondas y lo pongo encima de la mesa para disponerme a comer

- Seguro. Oye – me dice para que le mire – No des mucha lata a Titi, no se encuentra muy bien hoy

- ¿Qué le pasa? – pregunto preocupado y entiendo que esa es la razón por la que no está fuera, sino en su habitación

- Va estar bien, solo que hoy no es su día, así como ayer no fue el tuyo... todos tenemos días buenos y malos, ya lo sabes. Ya he hablado con ella, no te preocupes, tú solo no la molestes mucho

- Yo nunca la molesto – digo removiendo la comida del plato

- Lo sé, bichito, solo te aviso para que lo sepas

- Gracias – es lo único que me sale decir, ahora estoy preocupado y no sé qué hacer

- Bueno, me quedaría hablando contigo más tiempo, pero tengo que irme o mi paciente va a matarme por llegar tarde. Cuida de Titi y cuídate tú – me da un beso en la cabeza y se va

Me quedo ahí pensando en que pasa con Samantha. Es inevitable no estar preocupado... ayer era yo el que estaba mal y hoy es ella, que irónico todo. ¿Qué clase de juego es este? Es como si la vida nos estuviera poniendo a prueba por algo. No me gusta cuando alguien que me importa se siente mal... prefiero sentirme yo mal porque sé cómo manejarlo, pero no sé cómo manejar el hecho que la otra persona esté mal.

Termino de comer y de recoger todo. Sería un buen momento para ponerme a practicar con el piano, pero no puedo dejar de pensar en Samantha. ¿Quiero ir hablarle? Si. Quiero estar ahí para ella como ella estuvo ayer conmigo... el problema es que yo no sé cómo hacerlo. No se me da bien dar consejos, en caso que los necesite, pero dudo mucho que me vaya a contar lo que pasa. Entiendo que no lo haga, nunca tuvimos ese tipo de relación de contarnos cosas... es ahora que vivimos juntos cuando esa puerta se ha abierto y podemos hablar de cosas que quizás antes no lo hubiéramos hecho, pero no sé si estamos en el punto de contarnos cosas más íntimas.

Me voy a mi cuarto e ignoro el piano, me tiro en la cama pensando en que hacer. Sé que ella sabe que estoy allí, siempre estoy en casa esta hora. No quiero que piense que paso de ella, que ignoro que se sienta mal, al contrario, estoy dándole su tiempo, su espacio... estoy intentando pensar en qué hacer.

Lo único que se me ocurre y lo más estúpido probablemente es enviarle un mensaje. Es estúpido porque su habitación está al lado de la mía y puedo ir perfectamente a preguntarle cara a cara, pero... por mensaje siento que la molesto menos.

¿Necesitas algo?

Estoy bien, no te preocupes

Y una mierda que está bien, si lo estuviese no estaría encerrada en la habitación, pero supongo que es algo que decimos todos cuando estamos mal.

Si necesitas algo, avísame, ¿vale?

No contesta y cuando dejo mi móvil a un lado resignándome a una respuesta, veo su mensaje aparecer.

¿Puedes venir a mi habitación?

Dudo entre ir y preguntarle si está segura de ello. Opto por la primera. Me levanto y voy hacía su habitación. Abro la puerta sigilosamente y la veo sentada en su cama con su portátil. La esperaba tirada en su cama, me alegro de que no haya sido el caso.

- Hola – digo y me acerco a su cama sentándome a un lado - ¿Cómo estás?

- Hola – me mira y sonríe bajando la tapa del portátil y dejándolo en el suelo – Has venido, pensaba que no vendrías

- ¿Por qué pensabas eso?

- No sé, quizás porque no contestabas, no me hagas mucho caso, ¿cómo estás tú?

- Bien, ¿tú? No me has contestado

- Estoy bien, ya te lo dije por WhatsApp – se acomoda en la cama y se pega un poco a mi apoyando su cabeza en mi hombro – puedes quitarte los zapatos, Flavio, estarás más cómodo – le hago caso y me quito los zapatos. No quiero insistir en preguntarle como está, sé que algo pasa, pero ella no parece querer hablar de ello

- Yo solo quiero estar para ti de la misma forma que tu estuviste para mí – digo acomodándome en la cama después de haberme quitado los zapatos. Paso mi brazo por encima de sus hombros y ella apoya su cabeza en mi pecho

- Gracias, pero no pasa nada, no es mi día y ya está. – dice y veo que empieza a jugar con mi camiseta – No quiero darle más importancia de la que tiene, ¿sabes? No es nada, pero ya sabes que yo soy una dramática – intenta ponerle humor a la cosa, pero sé que en el fondo es una forma de protección

- No importa que seas una dramática, yo estoy dispuesto a escuchar tus dramas – soy totalmente sincero, ella levanta su cabeza y me mira.

- Eres muy mono – me da un beso en el pecho que hace que me estremezca – Gracias, Flavio

- De nada – acaricio su pelo con suavidad - ¿Entonces?

- Entonces nada... de verdad, no quiero darle más importancia, solo quiero que estés aquí – entiendo que no va decirme nada, no quiero ser más insistente, creo que ya lo hice demasiado cuando es lo que menos quería ser. Acepto que no quiera hablar de ello, sea lo que sea, quiere que esté con ella y eso me alegra

- ¿Estabas escribiendo? – pregunto para intentar cambiar de tema

- Sí, eso intentaba

- ¿Salió algo?

- Algo salió, pero todavía no te lo puedo enseñar, no está acabado y no me gustan que se lean cosas que no están acabadas

- Estaré expectante a que lo termines para leerlo

- Sabes, creo que estás hablando demasiado – se acerca a mí y besa mis labios suavemente – no quiero pensar en nada en este momento – dice en mis labios y da un pequeño mordisco en mi labio inferior tirando de él

Samantha toma el control de la situación y no me deja casi reaccionar cuando ya está sentada encima de mí. Se pierde en mi cuello durante un buen rato, siento sus labios recorrer por mi piel y hace que me estremezca. Aún no creo que esto esté pasando, no es la primera vez que estoy en esta situación con ella, pero sigue sorprendiéndome y me siento afortunado por ello.

Agarro su cara con mis dos manos y me pierdo por unos segundos en sus ojos azules, esos ojos que hace que no piense en nada más, mi mente desconecta y por unos segundos solo existe su mirada. Muerdo mi labio y retiro su pelo para buscar sus labios. La beso lentamente, saboreando el dulce sabor a fresa que aún quedaba en sus labios de su cacao. Samantha busca quitarme la camiseta, pero esta vez soy yo quien toma el control y la paro. Ella me mira sorprendida y quiere decir algo, pero la callo con mis labios.

Hago un movimiento y quedo encima de ella. Me quedo mirándola y me voy directo a su cuello. Mis labios recorren cada centímetro de su cuerpo, estudiándolo, descubriendo nuevos lunares. Nuestros cuerpos, ahora desnudos, se unen y esta vez nos dejamos llevar lentamente, no es rápido y desesperado como las otras veces, es lento, tomándonos todo el tiempo del mundo para que nuestra mente conectara con el momento y no pensara en nada más, al menos es lo que yo estaba haciendo. Me concentro en ella, en ese momento, en su cuerpo con el mío y en cada movimiento que hacemos, cada uno de ellos mejor que el otro, haciendo que nuestras respiraciones agitadas se encuentren. Siento como si el tiempo se hubiese detenido, como si el mundo de fuera ya no existiese y solo estamos ella y yo... puede sonar exagerado, pero así es en este momento, así es como mi mente no puede pensar en nada más y lo agradezco. No existen preocupaciones, ni problemas, no existe nada más que el otro y eso me gusta.

Caigo a su lado y ella me busca para abrazarme. Esta callada, no dice nada. Yo me limito a acariciar su espalda e intentar recuperar la respiración.

No sé en qué momento se ha hecho tan tarde, hemos pasado toda la tarde en la cama. No me estoy quejando, ha sido divertido. La segunda vez ha sido desesperada, nada que ver con la primera, también porque ha empezado de forma diferente. Empezó entre juegos y risas, haciendo la cosa más interesante.

Pedimos algo de cenar porque ninguno está dispuesto a moverse de la cama para cocinar algo y algo tenemos que comer ya que hemos gastado mucha energía. Nos quedamos en la cama hablando de cosas triviales hasta que llega la cena. Cenar en la cama es una de las cosas que nunca había hecho, más que nada porque mi madre me hubiera matado, pero aquí estamos los dos, comiendo sushi tapados con un nórdico compartido. Samantha no ha vuelto hablar de cómo se sentía, no sé si está bien o si su cabeza sigue pensando en lo que sea que fuese, solo sé que se está riendo y que no tiene intención de dejarme irme a mi cama, ya que nada más acabar de cenar, me vuelve a buscar, tomando el control, buscando mis labios y cada parte de mi cuerpo, no voy a ser yo quien la detenga.

NOTA DE MA AUTORA
Perdón porque ayer no subí... surgieron problemas personales pero aquí estoy... la
mala noticia es que se me mi mac no enciende y no puedo escribir hasta arreglarla.... iré subiendo hasta donde tenga, no os preocupéis

que os ha parecido este capitulo? están jugando con fuego y ni se san cuentan jijiji

gacias por los comentarios y por las estrellitas, gracias gracias.... cualquier feedback es bienvenido

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