te odio

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Flavio

Es viernes. Ha llegado el día. Esta tarde-noche es el concierto, ese para el cual tanto he trabajado. Las canciones me salen, incluso aquella que no lo hacía, he conseguido que me salga, pero estoy algo preocupado de que con los nervios del directo me olvide alguna nota... la gente no lo notará, pero mi profesor si lo hará y repercutirá en mí. Quiero pensar que, si se me olvida alguna nota, no afecte demasiado, aunque haré todo lo posible para que eso no ocurra. He trabajado la canción, nada debería de salir mal.

Estoy en mi cama mirando el techo después de haber respondido algunos mensajes, mis compañeros están nerviosos, es normal, es un día importante. Me doy cuenta que no son ni las nueve la mañana, menos mal que hoy no tengo conservatorio y puedo quedarme en casa con mis nervios.

Escucho la puerta de casa cerrarse, debe ser mi hermana yéndose a trabajar, es la hora. Y después de aquel sonido, todo se queda en silencio. Miro el piano y pienso en ensayar, pero es demasiado temprano y mi profesor siempre nos prohíbe tocar el instrumento antes de un concierto... es lo mismo que cuando tienes un examen que te dicen que no estudies el día de antes, pero es inevitable, creemos que si no lo hacemos no sabemos nada y eso me pasa a mí.

Me levanto para ir al baño y cuando me dirijo camino a mi habitación porque hace demasiado frio para estar fuera de la cama, me detengo en la puerta de la habitación de Samantha. Abro la puerta con cuidado de no despertarla, pero ella ni se inmuta de que la he abierto, está completamente dormida. Cierro la puerta con el mismo cuidado y me acerco a su cama, parece un ángel durmiendo. Tiene varios mechones de su pelo rubio sobre su cara, los cuales aparto con suavidad para no despertarla. La miro por unos segundos y no puedo evitar sonreír. Aun no me creo que Samantha esté aquí, que esté viviendo con nosotros. No me creo toda la confianza que hemos ganado en todo este tiempo y no tiene nada que ver con que nos acostemos, la confianza va más allá de eso.

Hace frio, pero no quiero irme, quiero seguir aquí, contemplándola e impregnándome de su olor, puede sonar creepy, pero no lo digo con ese sentido, es solo que me gusta mirarla, siempre me ha gustado hacerlo.

Levanto el nórdico y me meto en la cama con mucho cuidado de no despertarla, me sorprende que no se haya despertado ya. No sé si esto entra en dentro de nuestro acuerdo, pero se siente bien. Ella parece notar mi presencia y se mueve para pegarse a mí, creo que va abrir los ojos, pero no lo hace, creo que ha sido un movimiento inconscientemente.

Me acomodo con ella, mis brazos están alrededor de ella y me doy cuenta de lo bien que me siento. Me gusta sentir esta confianza con ella como para meterme en su cama y quedarme abrazado a ella sin ningún motivo sexual o romántico, simplemente por el hecho de estarlo. Me gusta la sensación que me produce este momento. Cierro los ojos y siento su respiración calmada sobre mi cuerpo.

Cuando abro los ojos me encuentro con su cara mirándome fijamente, está jugando con mi pelo y yo ni si quiera me he dado cuenta. Me he quedado dormido y es un milagro que no me haya echado en cuanto se ha despertado y me ha visto ahí dormido en su cama.

- Buenos días – susurra sin dejar de jugar con mi pelo. La miro aun asimilando el momento, no es la primera vez que despierto con ella, pero es toda una experiencia despertarse y ver su cara, no sé cómo lo hace, pero incluso recién despierta está preciosa.

- Buenos días – respondo con voz ronca debido a que me acabo de despertar

- ¿Cuánto tiempo llevas aquí? No te he sentido – dice y deja de jugar con mi pelo para acomodarse junto a mi

- No lo sé, un rato – miro el reloj y son las diez de la mañana – como una hora aproximadamente, me he dormido sin querer, lo siento

- No pasa nada. No te esperaba, pero es agradable despertarse con alguien, normalmente no me despierto de buen humor, pero he pasado un buen rato mirándote, parecías un bebe durmiendo – esto último provoco una pequeña risa en la chica

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