miedo

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Flavio

Me dirijo de camino a la cafetería en la que Martina me ha citado, sonaba un poco rara, pero supongo que por WhatsApp siempre se da lugar a malinterpretar el tono de la otra persona. Acepté quedar en la cafetería porque no tengo ninguna intención de volverla a traer a casa después de lo que pasó ayer. No quiero poner a Martina en ninguna posición y mucho menos a Samantha, no es justo para ninguna de las dos, además que si tengo que prefiero raparme antes que volver a vivir una situación parecida.

Esta mañana durante el desayuno mi hermana no ha parado de hablar, incluso a preguntado si nos pasaba algo a mi y a Samantha, entiendo que pregunte... hemos pasado de hablar por los codos, de reírnos, de dedicarnos miradas cómplices a nada... ni una palabra, ni una mirada y si acaso hay mínimamente algo es cordial e incomodo. Yo respondí que no, solté la excusa que estaba un poco agobiado con el conservatorio, es la excusa más fácil ya que no puede comprobar si es verdad o no y es la más plausible. Samantha justificó que tenía sueño, pero ella y yo sabemos que no era eso lo que pasaba, así como no yo no tengo ningún agobio del conservatorio. Mi hermana simplemente se encogió de hombros y no insistió en preguntar nada más, algo que agradezco porque no sé que hubiese pasado si hubiera seguido indagando en nuestro repentino cambio de relación. Es notorio que llevamos así semanas y sé que mi hermana se ha dado cuenta que algo no anda bien, pero esta mañana ha sido la primera vez que lo ha preguntado, antes solo se limitaba a observar. Supongo que tiene que ver porque antes Samantha intentaba disimular un poco cruzando un par de palabras, pero esa mañana no. Ni si quiera se atrevió a mirarme, entiendo que no lo haga y sé que me lo merezco, pero eso no quiere decir que no duela.

Ya no sé que hacer para solucionar esto porque siento que no hay solución. No puedo contarle nada a mi hermana, me aterra solo pensar en que pueda decirme, pero eso no importa porque no sé si soy la persona adecuada para estar con Samantha, ella merece a alguien que tenga las ideas claras y no la maree, alguien que no tenga miedo, no a mi, que lo único que hago últimamente es hacerle daño, así como me lo hago a mi mismo. Esta mañana la he notado triste y no sé si Martina tiene algo que ver en eso, pero no merece estar así por mí. Si supiera que mi corazón pertenece a ella y va seguir así por mucho tiempo, hasta que aparezca otra persona que sea capaz de llenar el vacío que siento desde que ella no está. Quizás esa persona sea Martina, o no... incluso existe la posibilidad de que no exista otra persona y tenga que resignarme a estar así porque no sé si algún día voy a tener el valor suficiente para decirle lo que siento, para gritar a mundo lo que ella me hace sentir sin importar nada ni nadie, solo ella y yo, pero no sé como hacerlo.

En mis auriculares suena otra de las muchas canciones de desamor que me ha dado por escuchar en estos días, no puedo evitarlo, es como si no quisiera salir de esto. En este caso suena "Goodbye my lover de James Blunt" y pienso, pienso demasiado camino a la cafetería. Pienso en que no solo dejé ir a la única persona de la cual me he enamorado en toda mi vida, sino que también he perdido a mi amiga, una de las personas que más me entiende, me escucha, una persona que siempre está cuando mis días son grises, pero ahora no está porque yo la dejé ir... me pregunto que pasa con los girasoles que están solos en los días grises, ¿qué hacen cuando no tienen a quien mirar para buscar energía? Se marchitan, supongo que les pasará eso... y eso me está pasando a mi. Intento seguir, diciéndome a mi mismo que todo va estar bien, que ella va estar bien, pero no lo está, ahora no está nada bien.

Llego a la cafetería y veo a Martina sentada en una de las mesas del fondo tomando un café, solo espero poder desconectar mi mente, lo necesito. Necesito dejar de pensar en Samantha y concentrarme en la chica que está frente a mi, ansiosa por saber más de mí, me pregunto si algún día podré enamorarme de ella...

Guardo los auriculares en el bolsillo de mi abrigo y me siento en la silla que está junto en frente de ella.

- Hola, ¿llego tarde? – pregunto quitándome la bufanda y poniéndola en mis piernas – ella niega con la cabeza y bebe un poco de su bebida. El camarero se acerca a nosotros y pido un café – Perdón, salí un poco tarde de casa y me he distraído un poco mientras venía aquí con la música y eso, ¿cómo estás?

DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora