Llegamos a la casa y vamos directo a mi habitación. Me recuesto en la cama mientras Viveka y Fredei asaltan mi armario, ellas me pasaran un vestido una vez que ellas hayan escogido los suyos. Me pongo de pie y les digo que no tardo en volver, ellas asienten prestando su total atención en los vestidos y salgo de la habitación.
Mi padre aún esta en el puerto, no sé si tenga una junta importante. Tal vez en este momento esté discutiendo el plan de guerra o negando mi propuesta de un escuadrón. Bajo las escaleras y cruzo la casa dirigiéndome al estudio de mi padre.
Nunca había entrado a ese lugar, nunca me ha llamado la atención pero creo que si mi padre quiere esconder algo, ese sería el lugar. Me detengo frente a la puerta de madera de sauce, el picaporte se siente frío en mi palma y me siento como niña 6 años que está a punto de hacer una travesura. Mi corazón se acelera cuando el picaporte gira con mi mano y se detiene un segundo cuando abro la puerta.
Entro rápidamente y cierro la puerta detrás de mí. La luz del día entra por un ventanal en el techo, a mis lados se extienden estantes llenos de libros y casi al fondo hay un escritorio. Hay más muebles, como unos sillones en el centro, una cajonera con cerradura y una mesa con varios licores. Voy al escritorio con cuidado, como si fuera activar alguna bomba si doy un paso en falso.
Todo esto me trae un mal recuerdo, un paralelo muy desagradable. En Coterra traicioné al hombre que me veía como su hija, en esta ocasión, estoy a punto de averiguar si lo que dijo el jefe Kerley es verdad. Como si todo estuviera planeado, el primer cajón no esta cerrado con llave. El rostro del general de Coterra aparece en mi mente y dudo en abrir el cajón, ¿será por qué sé que el jefe Kerley puede tener razón?
Cierro los ojos y abro el cajón de golpe, muevo entre las carpetas y las fotografías que tiene y me encuentro con una caja de terciopelo no mas grande que un portaretrato. La tomo con cuidado, la textura de la tela se siente suave contra mis dedos, el escudo del ejercito de Marley está grabado en la tapa, mi corazón se acelera. Abro la caja lentamente y una medalla, del tamaño de una moneda, cuelga de un listón morado. Ese listón indica el éxito de una misión en el extranjero, la línea verde que atraviesa el listón de manera horizontal significa que era una misión difícil de llevar a cabo, y el sol grabado en el oro de la medalla indicaba la victoria en la guerra pasada. Y mis iniciales grabadas en el sol indican que esa medalla era para mí.
Tomó el objeto en mi mano, no es más largo que mis dedos ni más ancho que tres de ellos. Guardo la medalla en mi bolsillo y dejo todo como estaba, la misma estrategia y método que usé en Coterra. Salgo del estudio y me dirijo a mi habitación, podría decirles a mis amigas sobre el secreto de mi padre pero era el día de Viveka, no podía arruinárselo.
Así que entro como si solo hubiera ido por un vaso de agua, me muestran el vestido rojo que han escogido, no tenía idea de que lo tenía, y se sorprenden cuando me lo pongo sin quejarme. Cuando he escondido la medalla en uno de los bolsillos de mi vestido y las tres estamos listas, salimos de mi habitación y nos dirigimos al comedor.
Sin querer, mi consciencia divaga entre la medalla y los guerreros. No puedo evitar pensar que le puede pasar algo a alguno de ellos, los titanes en su interior los hacen poderosos pero también un blanco deseado. Escucho a Viveka hablar de las preparaciones de su boda pero no le presto mucha atención, me gustaría estar en ese barco con Bertholdt... y los demás, claro.
Al final no le dije lo que sentía, alguien más necesitaba un abrazo. No creí que la fría y cerrada de Annie se llegara a abrir conmigo pero me da gusto que lo haya hecho, ahora puedo confiar más en ella con esto de mandarlos a Paradis, un territorio totalmente desconocido. Pero Bert... más vale que vuelva.
Llegamos al comedor y tomo asiento, Fredei se sienta mi lado y Viveka se va con Roth. Mi padre esta sentado a la cabeza de la mesa, a su lado izquierdo está Roth, al lado de él Vivevka. Yo estoy sentada entre Viveka y Fredei, y frente a nosotras está mi madre y los padres de Viveka. Al lado de Fredei están sentados los hermanos pequeños de Viv.
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Prohibido. (BertholdtxY/N)
FanfictionPortada: pintura por Lidia Timoshenko. (no encontré el nombre) Todos saben que esto no debería ser, que está prohibido. Una marleyana y un erdiano. Parece un chiste del que nadie se reiría. Si tan solo y/n no hubiera ido a esa estúpida prueba, si...