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-Se desmayó después de la primera transformación - me dice Karina mientras vemos a Padelli atender a Bertholdt -. El Colosal es... bueno, colosal. Requiere demasiada energía, duró quince minutos y empezó a vaporizarse. Cuando lo sacamos, había perdido la piel de sus mejillas.

Padelli mira el reloj en su muñeca mientras le limpia el sudor a Bertholdt, mira a Karina.

-¿Qué sucede? - pregunto.

Karina me mira de arriba a abajo, truena la lengua y golpea sus muslos con las palmas de su manos.

-Al final te enterarás - dice -. Han citado a los altos mandos y Jefes de División en el centro, por lo visto se acerca una guerra.

-Mi padre no me dijo nada - murmuro, sorprendida.

-Nos acaban de decir, probablemente tú padre venga en camino - saca unas llaves -. Para el ático en Inteligencia, sé que venías a refugiarte. Que no te vean.

Tomo las llaves y le agradezco, me doy media vuelta al escuchar a Padelli acercarse. Habla antes de que pueda cometer la estupidez de preguntar.

-Se le ha bajado la temperatura pero quiero cuidarlo un poco más - miro más allá de ella -. ¿Puedes decirles que...?

-Yo cuidaré de él - digo. Ambas me miran, Padelli alza una ceja -. De todas formas no pienso volver a casa y me da miedo ir a Inteligencia sola.

Karina se ríe enternecida.

-¿Estás segura? - me pregunta Padelli.

-Tú me enseñaste, no confiar en mí es no confiar en ti - Karina me da la razón chasqueando sus dedos y Padelli la mira seria antes de voltear a verme, preocupada -. Puedo hacerlo.

-Muy bien - acepta -. Nos vemos más tarde.

Karina y Padelli dejan la enfermería juntas mientras hablan de la junta que están por tener. Yo suspiro y me acerco a la camilla de Bertholdt, coloco el reverso de mis dedos en su mejilla para sentir su temperatura. Está a temperatura normal.

Entonces veo las marcas de titan debajo de sus ojos, paso las yemas de mis dedos sobre las líneas y siento el relieve en su piel. Me doy cuenta también que tiene pestañas negras y largas, y su piel brilla por la suavidad. Paso mi dedo pulgar por el puente se nariz aguileña, de la punta de la nariz a la frente, le acarició la ceja izquierda y coloco mi mano en su mejilla. Cabe perfectamente en mi mano.

Sonrío con tristeza, con un secreto guardado en el corazón. Me relamo los labios y tomo un respiro profundo, bajo mi mano hasta su pecho y la dejo ahí un momento mientras me pierdo en mis pensamientos. Si tan solo no fuera un eldiano, o yo no fuera una marleyana, las cosas serían diferentes... me daría el lujo de conocerlo aún más.

Entonces siento algo sobre mi mano y cuando bajo la mirada me doy cuenta que se trata de la mano de Bertholdt, me acaricia el dorso con gentileza.

-Hola, jefa - dice con voz rasposa.

Me levanto para alcanzarle agua pero no deja que mi mano se despegue de su pecho, Bertholdt toma el vaso con agua y le da un buen trago.

-¿Cómo te sientes?

-Cansado - coloca el vaso en su pierna -. ¿Qué hora es?

-Como la una de la madrugada - digo -. ¿Estás bien?

-¿Qué haces aquí tan tarde? - pregunta.

-Me escapé de casa - Bertholdt alza una ceja -. Problemas familiares.

-Me gustaría tener esos problemas, y no este problema - mantengo la boca cerrada acerca de su ahora invisible cicatriz -. ¿Quieres hablar de eso?

Prohibido. (BertholdtxY/N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora