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-Jamás te había odiado tanto. 

-Tengo que asegurarme que no cometí un error al escogerte - me doy media vuelta -. ¿Listo?

-¿Quién está listo para pelear a primera hora de la mañana? - se queja. 

-Tenemos reunión con los guerreros en media hora - Atlas gruñe -. Después tienes que ir a una evaluación con Padelli - gruñe con más ganas -. Y luego iremos con Heaven. 

-¿Qué tu padre no esta en desacuerdo con que vayas ahí? 

-Está en desacuerdo con muchas cosas de mi estilo de vida - lo miro -. Anda.

Atlas me deja lanzar el primer golpe y lo detiene con facilidad, por lo menos tiene reflejos rápidos. El gimnasio era para todos pero los espías de Inteligencia eran quienes más lo usaban, ¿por qué? porque quedaba cerca y porque los demás soldados tenían gimnasios en los hangares donde iban a entrenar. Además de las corridas diarias cada mañana. A veces usaba el gimnasio, por o general practicaba con Karina pero cuando vio que podía hacerlo por mi cuenta dejó de acompañarme y yo empecé a mantenerme activa en casa. 

Atlas me tiene atrapada con mi espalda en su pecho y uno de sus brazos alrededor de mi cuello, no me ahorca pero aprieta lo suficiente para que no pueda zafarme. 

-Te dije que estaba bien - me dice al oído. 

Muevo un poco el cuerpo y le entierro el codo en el costado, ese microsegundo donde se queja es el que aprovecho para tomarlo del brazo, doblarme sobre mi misma y lanzarlo sobre mi espalda. No sale volando pero por lo menos ya no lo tengo encima, me limpio el sudor con la muñeca mientras Atlas se acuesta boca arriba quejándose por el impacto con el suelo. 

Escucho murmullo detrás y miro sobre mi hombro, me aparto los mechones que han salido de mi trenza y entrecierro los ojos. 

-Sabes que los juegos de azar están prohibidos en las instalaciones - digo a Emeth, un espía con el que entrenaba. 

-Es una inocente apuesta - sonríe -. Y estás perdiendo. 

-Oye - me quejó -. Él está en el suelo, yo estoy... 

Un consejo: no canten victoria pronta. Atlas patea la parte trasera de mi rodilla y me jala del brazo cuando pierdo el equilibrio, aprisiona mis manos contra el suelo tomándolas de las muñecas y se sienta sobre mis muslos.

-Eso es trampa - bufo. 

-Sabes que nunca debemos darle la espalda al enemigo, jefa. 

Finjo su sonrisa burlona. Algo que debe aprender es aplicar presión en los puntos donde me tiene aprisionada, mis muñecas son delgadas y puedo zafarme con facilidad pero está aplicando especial fuerza en esa área y deja de lado... sus piernas. Abro mis piernas de manera repentina y rápida, eso lo toma por sorpresa y veo el pavor en su cara. 

Una ventaja a mi favor, doblo la rodilla y hago la finta de pegarle en la entrepierna, Atlas afloja mis muñecas con la intención de apartarse antes de que le de donde más le duele pero, como dije, era solo la finta. Y ya es muy tarde cuando se da cuenta que mi intención es quedar sobre él, rodeo su cadera con mis piernas y me impulso con el brazo para girar. Su espalda choca contra el suelo, tengo sus piernas bien aprisionadas con mis muslos y mantengo sus muñecas a cada lado de su cara. 

-¡Ibas por un golpe bajo! - se queja. 

-Ah sí, porque no me dolió cuando me estampaste contra el suelo - jadeo -. Y solo utilicé lo que me daba ventaja sobre ti. 

-Yo jamás haría eso con una mujer. 

-Eso está en tu moral - respondo -. Mi objetivo es salir viva de una pelea y no me molesta dejarte infértil en el proceso. 

Prohibido. (BertholdtxY/N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora