Kimi, hija de una familia tradicional es comprometida al joven Michikatsu, el hijo gemelo mayor del clan Tsugikuni.
A pesar de no haber conocido a su cuñado, llega el día en que ambos caminos se cruzan.
Los oscuros deseos de Michikatsu, y una secret...
Un par de días han pasado desde que Kimi y Yoriichi consumaron si relación, para sorpresa de la joven el pelirrojo cada día se muestra más sincero y abierto con sus sentimientos, lo cual ha provocado una agradable atmosfera entre ellos.
Kimi se encontraba revisando los alimentos que quedaban en la cocina, en silencio observaba que quedaba lo suficiente para uno o dos días, por lo que, uno de ellos tendría que volver al pueblo más cercano para poder abastecerse.
La muchacha jugueteaba con las frutas cuando unos delgados, pero firmes dedos aparecieron desde su espalda a la altura de su cintura y luego estrecharla con calidez. El rostro del pelirrojo se refugió en el hombro izquierdo de la joven.
— ¿Cómo estás?—preguntó ella con la voz amorosa, llevó una mano a los dedos suaves del muchacho para acariciarlos con cariño, pues Yoriichi había estado cortando un poco de leña fuera de la cabaña, y pudo ver las pequeñas heridas en aquella piel que ella consideraba perfecta.
— Estoy bien sí tú estás bien—respondió él con la voz tranquila, una sonrisa se dibujó en los labios de la muchacha.
— Entonces estamos bien—hizo una breve pausa—. Aunque, creo que necesitamos hacer algo con esto.
Yoriichi asintió en silencio, un suspiro vencido abandonó sus delgados labios.
— Lo sé—susurró—. Es solo que, no quiero dejarte sola. Y, hemos hablado otras veces de que no sería bueno tampoco dejar este lugar abandonado. Así como lo encontramos, puede que alguien más lo encuentre.
Kimi escuchó en silencio.
— Entonces llevame contigo—respondió con entusiasmo, se giró aún siendo rodeada por esos firmes brazos y le hizo frente a la mirada suave del pelirrojo—. Vamos, será rápido y nos encargaremos de volver a casa pronto.
Yoriichi no pudo evitar sorprenderse ante el entusiasmo de la muchacha, ha de admitir que ese natural encanto en ella es lo que le ha atraido desde un principio.
— ¿Estás segura? ¿No te da miedo salir de casa?—preguntó él llevando una de su mano al rostro de la chica para tocar con sumo cuidado el rostro atento de Kimi.
Ella negó de forma rotunda.
— Nunca sentire miedo sí estás tú a mi lado, Yoriichi.
Y, como sí esas palabras atrayeran como un hechizo al pelirrojo, este se acercó al rostro de ella para juntar sus labios.
Apenas se separaron el joven besó la frente de Kimi con calidez.
— Está bien—susurró el muchacho abrazando por completo a Kimi—. Saldremos hoy para aprovechar la mañana.
Kimi sonrió con suma alegría al pensar que después de tanto tiempo podrá salir de casa, y qué mejor aún acompañada del hombre que más ama.
Ambos terminaron de alistarse y guardar algunas cosas para luego introducirse al bosque y bajar por el camino de tierra hasta llegar al pueblo más cercano.
— De día este lugar es muy distinto—dijo la muchacha observando con asombro la gente que pasaba de un lugar a otro—. Hay mucha vida, muchos colores.
Yoriichi seguía en silencio los pasos de Kimi junto con una sonrisa suave en sus labios, ver de nuevo el rostro libre de la joven le brindaba calidez a su corazón.
— Yoriichi, mira allí—dijo Kimi guíandole hacia un puesto de verduras y frutas—. Estas se ven muy bien, ¿no lo crees? Sí llevamos unas que no estén tan maduras será perfecto para no tener que salir de casa de nuevo en buen tiempo.
El nombrado asintió en respuesta a la excelente idea de Kimi, amaba ver como ella hablaba del hogar que ambos comparten, eso le embriaga de una sensación tan hechizante como inexplicable.
— Me encargare de llevar esto, la bolsa quedó muy pesada—propuso el pelirrojo, pues Kimi se encargó de sacar demasiadas frutas y verduras.
La muchacha asintió en silencio, estaba demasiado enfocada en encontrar los mejores productos.
— Oh, mi señor—habló la anciana al ver la cantidad de cosas que la pareja pensaba comprar, tal hecho hizo que la mujer sonriera, pues anhelaba vender una buena cantidad—. Tengo otras cosas para que usted y su mujer se lleven, veo que ambos son una joven pareja y que aún tienen mucho por aprender. Escuche los consejos de esta vieja mujer y acompañeme a buscar unas carnes de conejo que tengo guardadas para ocasiones especiales como esta.
El pelirrojo no sabía que responder ante tal propuesta.
— Es para agradecerles—insistió la mujer con voz dulce—. No he tenido un buen día de ventas hasta que llegaron ustedes y salvaron mi día.
Yoriichi miró a Kimi esperando una respuesta, y ella no dudó en decirle que fuese con la mujer.
— No te preocupes—dijo Kimi—. Yo esperare aquí con las cosas por mientras. Tú ve tranquilo.
El pelirrojo la observó por unos segundos dudando de aquellas palabras, pero Kimi insistió en que confiara en ella; no piensa moverse ni un centimetro de allí.
Finalmente, tras la insistencia y demasiada seguridad de la joven, Yoriichi siguió a la anciana que le hablaba sobre sus años dorados cuando su esposo aún seguía vivo. Le preguntaba cuantos niños pensaba tener con su mujer, pues pudo ver a simple vista que ella sería una gran madre.
Y, aunque Yoriichi ya estaba seguro de ello, no le prestaba demasiada atención a las palabras de aquella mujer, pues le preocupaba más terminar rápido para volver a casa y mantener a salvo a Kimi con todo su ser.
Kimi
Es dificil mantener una promesa cuando alguien más te obliga a romperla.
Cuando Yoriichi se marchó con aquella mujer, no mucho después se me acercó un niño pequeño llorando de forma desesperada.
— Hermana, hermana—chillaba entre llantos y ahogos, me puse de cuclillas sorprendida y a la vez preocupada por su forma tan inquieta.
— ¿Qué sucede? ¿estas solo, te haz perdido?—pregunté mientras veía nuestro al rededor, pero nadie parecía prestarle atención al pequeño.
Él negó entre llantos llevando su manga vieja hasta la altura de sus ojos para secar las lágrimas.
