Capitulo 34.

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Azotó su cabeza contra la dura camilla de hospital que estaba en la biblioteca de la casa Cullen. Todos se movían a su alrededor lo que ocasionaba que sus ojos se desorbitaran en un intento de saber lo que sucedía. De sus labios solo salían jadeos y gruñidos, su vientre y parte baja dolían de lo peor.

-¡Rosalie, la morfina!- gruño el apuesto vampiro mientras destrozaba la ropa de su chica, importandole poco los presentes.

El pequeño lobo se encontraba un poco lejos de ellos, pues prácticamente se habia quedado en shock. Su primo se había encargado de sacar a Jasper de aquel lugar y obligarlo a alejarse cuanto pudiera, la castaña había ido a velocidad sobrehumana a buscar a Clarisse y a Cameron, pues todo se había adelantado.

Una vez que el apuesto vampiro tuvo la morfina la inyecto en la pierna desnuda de su chica, quien apretaba los ojos y los labios como si intentara controlarse de algo, fue ahí que el vampiro notó su piel un poco mas oscura, no morena, mas bien bronceada y su cabello... su cabello se volvía de un color chocolate.

Lo supo enseguida.

Los genes humanos dominaban su cuerpo. Mas aún el hecho de que a través de su nueva piel un color extraño se apoderó de sus venas, un color amarillo brillante que tintineaba y solo le daba malas noticias.

-¿Que está pasando?- escuchó la voz de Seth a su lado.

-Carlisle dice que la placenta se rompió.- anunció Alice, quien tenia el teléfono en su mano y contra su oído.- Llegará lo mas rápido que pueda.- murmuró mirando a su hermano favorito con preocupación.

Aquello solo logró alterar mas al vampiro, quien miró a su chica la cual aun parecía sufrir dolor, pues su ceño no se había relajado, ni un poco y se odió tanto por no poder ayudarla. Él también sufría, igual o peor que su rubia.

Su gran vientre se encontraba lleno de moretones, no había un solo lugar de él que estuviera lejos de ellos, y pudo notar ligeros pero notables movimientos de su bebé, no supo como sentirse en ese momento. No sabía si culpar a la pequeña criatura por el dolor que su esposa sufría, o simplemente pensar positivamente.

-Nosotros lo haremos.- intervino Roslie tomando el bisturí y acercandolo peligrosamente al vientre de la Habitante quien seguía sufriendo apretando las orillas de la camilla.

-¡Rose! Deja que haga efecto la morfina.- dijo Edward preocupado deteniendo la acción de su hermana apresando su muñeca.

Un jadeo desgarrador salió desde la garganta de la rubia en la camilla. Edward escuchó una especie de sollozo por parte de su hermana, fue tan corto y casi imperceptible, que no supo si lo escucho en verdad o no.

-No hay tiempo, ¡Esta muriendo!- exclamó Rosalie asustada.

Aquel grito, mas el significado esas palabras lograron sacar a la rubia de su burbuja de dolor. Abriendo de golpe sus ojos, mostrando algo realmente aterrador, pues estos eran completamente negros; una fina capa de escarcha cubrió toda la longitud de la camilla, sacando a su paso varias estacas filosas de hielo, las cuales el pequeño lobo se encargó de destruir.

-¡Saquenlo!.- gritó al momento que truenos se escuchaban afuera.- ¡AHORA!

El ensordecedor ruido de un rayo cayendo en alguna parte del frondoso bosque logró hacer reaccionar a los vampiros, mientras que Seth se acercaba al rostro de la Habitante, quien ahora parecía consiente.

-¿Evolet? Mirame, linda.- pidió el pequeño lobo en un susurro, la rubia obedeció al momento que Edward soltaba la mano de su hermana.

Un grito desgarrador salió de entre los labios de la Habitante, al momento en que Roslie cortaba su piel con el bisturí, pues la morfina no había causado efecto aún. Alice miraba con dolor e incertidumbre aquella escena, mientras que Edward cerraba sus ojos sin poder ver aquella escena, mas con sus oidos no podía hacer nada. Seth desvío la mirada cuando Roslie alejó el bisturí del cuerpo de la Habitante, mirando completamente hipnotizada la sangre que había en ella. Su respiración se aceleró.

Mi Planeta es un Crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora