Capitulo Final.

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-Menta.

-Nueces.

-¡Menta!

-¡Nueces!

Solo eso salían de sus labios mientras ambos caminaban por el centro comercial buscando una tienda de helados abierta. Sabían que encontrarían una, ya que el apuesto vampiro tuvo que conducir hasta Seattle, pues sabía que en Forks iba a ser imposible comprar helado considerando que había nieve por todas partes.

Edward planeaba comprar la ansiada nieve para su hija, mas aún un gran bote para después, así que ambos "discutían" sobre cual llevar. Anastasia votaba por mentas, mientras que Edward decía nueces. No sabía aque sabia el helado de nueces, pero había escuchado en la mente de muchos que era el mas delicoso, despues de el de chocolate.

Sinceramente no lo sabía en lo absoluto.

-¿Porque mejor no llevamos Napolitano?- preguntó Anastasia una vez que encontraron una heladería abierta y entraron.

Edward fingió pensar por un segundo mirando el techo de la heladería.

-Me parece justo.- aceptó dirigiéndose a la chica que atendía, notando como está de desabrochaba los primeros botones de su camisa de trabajo.

Contuvo las ganas de poner los ojos en blanco y se hizo el desentendido.

-¿De que sabor deseas, guapo?- preguntó coquetamente.

Edward sonrió por pura cortesía. Aunque por dentro deseaba tener a su chica a un lado y tomarla de la mano en la que había colocado con orgullo aquel anillo que los unía y restregárselo en la cara a aquella mortal.

-Uno de menta, por favor- pidió.

-Como gustes.- respondío sonriendo de lado.

La chica se dirigió a la parte de atrás a tomar un cono de galleta, mientras movía exageradamente las caderas. Anastasia miró a su papá, quien le dirigió una mirada también, ambos mostraron muecas de asco y demasiada gracias. Cuando aquella chica volvió ambos mostraron sonrisas como si nada hubiera pasado.

-Por aquí.- anunció tomando el cucharon para agarrar el helado.

Se inclinó, tal vez demasiado, para tomar el helado. Sus pechos se aplastaron con la superficie que antes cubría todos los helados y se movió en exeso para "agarrar" el helado con el cucharon. Esta vez Edward no pudo contenerse, y puso los ojos en blanco, sin que la chica se diera cuenta.

¿Esque acaso no nota a mi hija?

Cuando finalmente terminó de preparar el helado, se lo entregó tocando con toda la intención del mundo la mano del apuesto vampiro, quien odio aquel toque con toda su alma. Desde que Evolet se había ido, nadie mas que su hija lo había tocado. Mostró una mala cara sin evitarlo, aunque la chica no pareció notarlo, o simplemente lo ignoró.

-¿Cuanto sería?- preguntó entre dientes dandole el helado a su hija.

-Lo que me quieras pagar, hermoso.

Edward apretó los labios cansandose. Pero una voz detrás de él lo interrumpió, haciendo que se quedara estático en su lugar.

-Será mejor que te dediques a tu trabajo y dejes de coquetear con mi esposo.- espetó ella molesta.

Edward no se movió de su lugar, se había quedado en shock. Sin embargo, fue Anastasia quien se hizo a un lado mirando a aquella mujer atrás de ella. Sabía quien era sin dudarlo.

-¿Esposo?- preguntó aquella chica con decepción y cierto fastidio.

-¿Aparte de ofrecida, eres sorda?- preguntó con ironía, dando unos pasos al frente.

Mi Planeta es un Crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora