Capítulo 38.

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Su cuerpo cayó de forma brusca contra el tierroso suelo, sintió como la tierra golpeaba todo su rostro, y como pudo se puso de pie dandose la vuelta mirando a la furiosa neófita mirandolo desde arriba de las escaleras del porsche de la casa Cullen.

-¿¡Como pudiste hacerlo!?- gritó furiosa Evolet al momento que mostraba amenazadoramente sus dientes.

Seth tragó saliva antes de responder.

-Tu sabes que es algo que no puedo controlar.

El resto de la familia Cullen ya se encontraba afuera, a espaldas de la furiosa pelinegra. Jacob ya había bajado las escaleras y se había puesto unos cuantos pasos detras de su primo, en el caso de que la cosas se pusieran realmente feas.

-¡Perro estúpido!- gruño bestialmente- ¿Como pudiste hacerlo? ¡Es mi bebé!

Seth tenso todos los musculos de su cuerpo ante las palabras gritadas de Evolet. Mas aún el nerviosismo que lo atacó ante el insulto que la pelinegra le habia dicho.

-¡Evolet, no fue mi idea!- trató de excusarse.

Evolet soltó un gruñido, mientras hablaba lentamente bajando las escaleras.

-La cargué una vez. Una sola vez, Seth. ¿Y ya te crees con derecho a ella a no sé que estúpida reclamación lobuna?- terminó de hablar quedando cara a cara con el joven lobo, quien no se había movido de su sitio. Quien si se había alejado mas era Jacob- ¡ES MÍA!- exclamó atenazandole un golpe con su antebrazo en el pecho, mandandolo unos metros lejos chocando contra la tierra.

Las quejas del joven lobo no se hicieron esperar.

-Paga.- logró escuchar la molesta neófita por parte de su fortachón cuñado.

Una pequeña parte de su cerebro se preguntó quien había  apostando en contra de este resultado. Pero no desperdició mucha atención en él. Estaba demasiado furiosa.

-¿Como te atreviste a imprimar a mi bebé?¿Perdiste la cabeza o qué?

-¡Fue involuntario!- insistió Seth.

Otro gruñido bestial salió de sus labios. Y de pronto el joven lobo dejó de estar solo, un lobo blanco lo flanqueo de su lado derecho, al momento que Jacob también se transformaba dejando a la vista a su forma lobuna rojiza. Leah, el lobo blanco, le gruñó.

Un rugido terrorífico, dirigo a la loba, surgió entre sus dientes. El sonido le molestó, pero no suficiente como para detenerse ahora.

-Evolet, ¿Podrías escucharme sólo un segundo?¿Por favor?- suplicó Seth-. Leah, lárgate- añadió a su hermana. La loba lo ignoró.

-¿Porqué habría de escucharte?- protestó la neófita.

La furia dominaba su cabeza, y nublaba cualquier otra cosa.

-Porqué tu lo dijiste antes, ¿no? Dijiste que eramos como familia. Así que... aquí estamos.

La pelinegra le lanzó una mirada feroz, aunque en realidad la neófita recordaba vagamente aquellas palabras. Pero su nuevo y rapido cerebro iba dos pasos adelante de aquel sinsentido.

-¿Y pretendes formar parte de mi familia así?¿Siendo mi yerno?- preguntó sarcástica, la risa de Emmet no se hizo esperar.

-¡No!- exclamó Seth.- ¿Como puedes verlo de esa manera? Es una bebé.

-¡Eso es lo que estoy diciendo!

-¡Tu sabes que no pienso en ella de esa manera! ¿Crees que Edward me hubiera dejado vivir si así lo fuera?

El esposo de Evolet suspiró.

-Aún tengo dudas.- susurró, pero todos fueron capaces de oirlo, incluso el joven lobo quien lo ignoró.

Mi Planeta es un Crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora