Pequeños pasos

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A Luke le cuesta un buen rato localizar a Sammy en la cafetería, pues ella mantiene la carta de comidas en alto, leyéndola muy concentrada, tapándole sin darse cuenta el rostro.

-La próxima vez vamos a quedar fuera de la cafetería – dice el pelinegro a modo de saludo.

-¿Por? – Pregunta ella distraídamente, tratando de decidir si es mejor optar por un sundae o un batido de oreos con nata.

-Porque casi ni te veo desde la puerta – Luke le da unos golpecitos a la carta de Sam, haciendo que ella la baje y poca una mueca de disculpa.

-Es que tengo hambre – se excusa ella.

-Ya lo veo – él coge a su vez la carta y decide rápidamente tomar un batido tropical. Sí, batido tropical en un clima que no acompaña en absoluto.

Cuando el camarero llega y les toma la cuenta, las cartas desaparecen para que puedan concentrarse mejor. Sam se fija en que la piel de Luke ya ha comenzado a volver a su palidez natural, y que sus pecas han hecho aparición en escena como cada invierno.

-Si me sigues mirando así voy a pensar que hemos quedado para otra cosa, Sam… - apunta Luke dedicándole una mirada sugerente.

-¿Qué pasa, que no puedo admirar lo guapo que es mi amigo cuando se le notan más las pequitas? – Ella alarga una mano y le da un toque en la nariz a Luke, ante lo que él pone un gesto de asco. Sam ríe, pues sabe que Luke odia sus pecas con toda su alma, desde que era pequeño. Sin embargo, le quedan muy bien, y es algo con lo que ha tenido que aprender a convivir. Le hacen ser él, y de verdad es muy atractivo con ellas. Sam no entiende cómo la gente con pecas no está orgullosa de tener esa cara.

-Íbamos a hablar de Penni y no de mí, si no recuerdo mal – comenta él apoyando los brazos cruzados encima de la mesa.

-Sí, sí… - suspira Sam. Le encanta hablar con Luke, pero últimamente está demasiado… responsable. Como si no tuviera tiempo para divertirse, y eso le preocupa. Luke nunca ha sido el tipo de persona que cree que en la vida hay que hacer primero lo correcto y después lo que uno quiere. La carrera… le ha cambiado radicalmente. Y no ve que sea especialmente feliz.

-¿Tienes alguna idea de dónde podemos organizar la fiesta?

-Bueno, no me mates, pero creo que el único lugar que vamos a poder usar es el local de Michael y Ronan. – Propone ella recordando vagamente el lugar dónde empezó todo.

Luke la mira largo rato sopesando diversas opciones sin decir nada. Sus ojos azules tienen un tono agrisado que preocupa a Sam. Espera que sea un efecto de la iluminación de la cafetería.

-No está mal, lo podemos decorar con tiempo y organizar a nuestro gusto. Además, si queremos que sea una fiesta de verdad… no va a poder ser en ningún bar que conocemos. No lo cerrarían solo para nosotros.

-En eso tienes razón. ¿Maggie sabe algo?

-Sí, el otro día hablé con ella y se lo comenté – Luke hace una pausa y sonríe ante los ojos atentos de Sam – le parece una idea estupenda y por supuesto que quiere ser la que organice el cotarro cuando nos pongamos manos a la obra.

Ella ríe, temiendo las barbaridades de las que es capaz Maggie. No le extrañaría encontrarse una tarta gigante de la que saliera un grupo de Mariachis o algo del estilo. O peor, strippers profesionales.

-Vale, entonces, ¿se lo decimos antes de organizarlo todo, o cuando lo tengamos más planeado?

-¿A Penni, dices? – Luke la mira distraídamente.

-Claro. Yo no soy Maggie, no sé cuándo hay que pedir la lista de invitados…

-Supongo que es mejor decírselo cuanto antes, por si acaso nos pone pegas y hay que pensar en hacer otra cosa, ¿no?

Die young! (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora