Bruno mira por la ventana de la clase, aunque su mirada se pierde mucho más allá de un cristal. No puede creerlo. Después de todo, ella tenía razón. Ser feliz no es jodidamente fácil. Pero eso es agua pasada. No debería pensar en ello nunca más, es pasado, y además duele. Simplemente debe dejarlo. Ha sucedido, sin más. O quizás, ha sucedido con demasiados motivos.
Observa a sus compañeros, al profesor dando la lección, y siente algo extraño. Siente una sensación de atemporalidad, como si nada de lo que está haciendo tuviera un objetivo. Como si la vida durara demasiado poco para estar desperdiciándola de esa forma, y al mismo tiempo durara una eternidad. Sacude la cabeza. No hace más que pensar demasiado. Y pensar demasiado conlleva riesgos, como tener una boca por donde soltar todo lo que se piensa. Y después no puede soportar las consecuencias.
Sólo le dijo que odiaba su voz. No es para tanto, ¿no? Bruno se frota la cara, tratando de despejarse y concentrarse en la lección, pero le resulta mortalmente aburrida. Aprender, soltar en un examen y olvidar. Parece que el gran misterio de la vida radica en ese proceso. Quiere olvidar a Penni. De todas formas, ¿por qué se siente tan unido a ella si casi ni han hablado? No le gusta depender de la gente, no le gusta esperar nada de ellos. Porque luego van y te decepcionan; o peor, te clavan el puñal dónde saben que duele más.
Pero, ¿por qué hizo eso? Bruno recapacita usando únicamente su parte racional. No tiene mucho sentido que Penni odie la voz de Bruno, se lo hubiera dicho antes si es una persona así de superficial. Sólo… le hizo daño. Le hizo daño a propósito. Y Bruno no tiene muy claro si quiere saber la razón.
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Penni se masajea el cuello, tratando de paliar los efectos de dormir mal. Ha pasado todo el fin de semana sin pensar absolutamente en nada, pero pensando en todo al mismo tiempo. Aunque trataba de evitarlo una y otra vez, ahí estaba el pensamiento. Bruno. Sus palabras. Sus estúpidas y falsas palabras para herirle. Dios mío, soy una persona horrible.
Debería alejarse de Bruno. Aprovechar el hecho de que le ha hecho daño para no volver a verle, no volver a hablar con él jamás. Pero eso le origina un dolor imposible de soportar. ¿Por qué? ¿Por qué siente la necesidad de ver a alguien al que sabe que es inevitable que termine haciendo daño? ¿Por qué es así?
Observa el calendario y toma una gran bocanada de aire. Queda un mes para su cumpleaños. Y no siente nada. Ni emoción ni tristeza. Nada. Es simplemente el tiempo, pasando. Al igual que los años. No es nada más, aunque el mundo se empeñe en convertirlo en una fiesta que no sabe muy bien por qué, siempre acaba mal.
Desde que era pequeña, no ha tenido ni un solo cumpleaños en el que todo saliera bien de principio a fin. Y si era así, ya se ocupaba su estúpida cabeza de arruinarle el estado de ánimo.
Penni suspira y desbloquea el teléfono móvil sin ganas. Como siempre, ni un mensaje en ninguna puñetera red social. No sabe para qué se esfuerza en mantener sus diversos perfiles si luego nadie le presta atención. Empieza a navegar por internet y se encuentra con un twit de hace unas horas de Luke. Sonríe incluso antes de leerlo: lo echa muchísimo de menos. También a Sam. Últimamente no se ven ni hablan tanto como antes. Suspira y guarda el móvil, tratando de concentrarse en la lección aunque sea durante unos minutos. Si sigue así, el cuatrimestre lo va a sacar cualquiera menos ella.
Pero sus pensamientos son una bola que no hace más que rodar en una dirección, como si el terreno estuviera inclinado. ¿Cómo es posible que haciéndole daño a alguien te sientas tan mal? Penni se siente peor que si Bruno le hubiera dicho cualquier cosa horrible. Porque siente un miedo atroz. Miedo porque no sabe qué es lo que Bruno piensa de ella, o quizás lo sabe demasiado bien. La odia. Ya no va a querer saber nada más de ella. Y eso no debería importarle. Debería incluso alegrarle. Pero no lo hace, sólo la aterroriza.
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Die young! (Niall Horan)
FanficUna fiesta. Un chico y una chica. Podría ser la historia de cualquier persona, pero es la de Niall Horan y Sam Sandlers, separados por los sueños que él logró alcanzar. Mullingar, como telón de fondo un bar, música alta y recuerdos. Sentimientos que...